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Para Mauro Zárate, respirar desde chico el aire del fútbol no es una casualidad. Es que se crió en el seno de una familia en la cual la pelota era el objeto más preciado, pues sus tres hermanos mayores, Sergio, Ariel y Mauro, también son futbolistas.
El que abrió el camino fue Sergio, ya retirado, que supo brillar en Vélez a comienzos de los 90, y luego jugó en Italia, Alemania y México. El segundo hermano, Ariel, se encuentra actualmente en Eche, de España; y el tercero, y más conocido, es Rolando, compañero en Vélez.
El único que escapó a los designios del fútbol fue Néstor, el restante hermano, que es comerciante.
"En mi casa se hablaba de fútbol en cualquier momento. Fue un ambiente que mamé desde muy chico, y desde un principio sabía cuál iba a ser mi destino", dice sonriente el joven Mauro.
Ya desde temprana edad dio muestra de sus condiciones de delantero rápido y escurridizo, primero en el papi-fútbol y luego en las inferiores de Vélez.
Desde el último Clausura comenzó a entrenarse con el plantel profesional, y su primera conquista en el fútbol mayor se produjo en Santa Fe, frente a Colón, y por esas paradojas del destino fue Rolando quien le dio el pase gol.
La relación y consejos de sus hermanos marcan la huella que intenta dejar Mauro. Así cómo Sergio fue el primer referente, ahora Rolando me ayuda mucho en este inicio de mi carrera. Siempre me dice que tenga fe, que juegue como lo sé hacer, que encare. Pero también que toqué la pelota y no sea morfón. Trato de hacerle caso, pero de vez en cuando se me escapa el potrero", dice sin poder disimular la sonrisa por su expresión.



