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El “clásico” argentino del Súper Rugby Américas repartió utilidades equitativamente. En medio del intenso calor, Dogos XV, el campeón vigente, y Pampas, el subcampeón, se repartieron todo y ambos se retiraron conformes. Conformes solamente por no perder, pero insatisfechos con el rendimiento. El cuadro cordobés, algo superior al cabo de los ochenta minutos, no supo resolver en el tramo final, y el de Buenos Aires, con un andar irregular y de mayor a menor en la tarde, se lo propuso poco, sin mucho entusiasmo. Entonces, el 20-20 estampado en Barrio Jardín por la segunda fecha del Súper Rugby Américas resulta cosecha justa pero solamente para no irse cabizbajos a los vestuarios.
Más que nada por el esfuerzo colectivo, realizado con casi 40 grados y un sol impiadoso. Y a la vez representa un castigo, ante la sucesión de errores, algunos infrecuentes –sobre todo, en el manejo de la pelota– por no aprovechar, ni unos ni otros, las ocasiones propicias para definir el pleito. La mayor responsabilidad le cabe al local, que dilapidó una seguidilla en último cuarto de hora.
Es el comienzo de la temporada y se nota cierta rigidez en los movimientos y la coordinación de las dos equipos, que presentan modificaciones respecto a 2024. No sólo de jugadores: Dogos dejó la sede de Tala, de Villa Warcalde, y estrenó la sede de Córdoba Athletic Club, del Barrio Jardín Espinosa, zona sur de la capital mediterránea. No obstante, se trataba de un “clásico”. Y al calor del ambiente se sumó el fragor de la rivalidad que va creciendo con el correr de los partidos.
Éste fue el primer empate en nueve cruces. Dogos XV salió victorioso en siete ocasiones, incluidos amistosos, y Pampas en una sola (37-15 en la revancha de la etapa regular de 2024). Luego se reencontraron en la final, y en la cancha de CASI Dogos XV volvió a ganar y dio la vuelta olímpica.
¿El conjunto cordobés estaba más necesitado que Pampas de ganar este sábado? Difícil precisarlo. Es cierto que el campeón venía de perder en el estreno contra Peñarol en Montevideo y necesitaba dar un golpe de autoridad sobre la mesa. Pero la competencia es larga y a medida que transcurran las fechas aparecerán los progresos que desean los entrenadores en el funcionamiento de dos de los tres cuadros argentinos en el SRA (el tercero es Tarucas, de Tucumán). “Nos vamos con un sabor amargo, porque jugamos de menos a más y en el cierre se nos escapó la victoria”, dijo con cadencia cordobesa la figura del partido, Leonel Oviedo, autor de dos tries, como consecuencia de una efectiva combinación del line y el maul. El hooker se refirió a sus dos anotaciones: “Estoy contento por haber marcado dos tries, pero el mérito es de todo el pack”.
Pampas pecó de ansioso y cometió bastantes errores no forzados. Perdió muy fácil la pelota en prometedores ataques, principalmente en los quince minutos iniciales, los más rescatables de su paso por Jardín Espinosa. Después, perdió la posesión y le costó llevar el juego al campo ajeno. Apenas una genialidad de Justo Piccardo, cortando la cancha por el medio y bien apoyado por Ignacio Inchauspe (medio-scrum formado en Olivos que reemplazó al salteño Eliseo Morales en el segundo período), le dio la oportunidad al equipo blanco de visitar el in-goal. Así decretó el empate definitivo. Un ratito antes, en pleno dominio de Dogos, una jugada en la que hubo retención de pelota ante la pesca –el referí internacional Damián Schneider no dio el penal– culminó con un amague de Agustín Moyano y una zambullida del 9 junto a los postes. Parecía que Dogos torcía la historia en favor.
Pero siguieron los errores, las decisiones apresuradas, y al cumplirse la hora los jugadores, con la igualdad en el marcador, no quisieron más... Habían dejado todo y el empate, en definitiva, no le quedaba tan mal al primer “clásico” del año.