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Scott Robertson: quién es el excéntrico entrenador que guiará a los All Blacks en una nueva era
Fanático del surf y extrovertido a la hora de festejar, como jugador es recordado por los argentinos por aquel try agónico con el que los All Blacks impidieron el triunfo de los Pumas en la cancha de River, en 2001
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Todavía faltan 16 meses para suprimer test, una Copa del Mundo en el medio, pero Scott Robertson ya puso la firma para ser el entrenador principal de los All Blacks desde 2024 hasta el Mundial de Australia 2027. De aquel octavo dúctil en su etapa de jugador y el recordado try frente a los Pumas sobre el final en la cancha de River, a convertirse en uno de los entrenadores más exitosos del planeta. Asumirá el año que viene en lo que se presume un cambio de era en el seleccionado más popular del mundo. Se romperá de alguna manera la línea sucesoria de Graham Henry –campeón del mundo en 2011- que lo reemplazó su asistente Steve Hansen –campeón del mundo en 2015 y tercero en 2019- y a este Ian Foster, uno de la misma línea, que hace unas semanas anunció que no iba a seguir después de Francia 2023.
Robertson llega desde fuera del radar de los All Blacks, pero con un palmarés brillante que lo convirtieron en la opción lógica y principal. Asumió en Crusaders en 2017, cuando el equipo de Christchurch llevaba nueve años sin títulos y en las siguientes seis temporadas se consagró seis veces en los distintos formatos del Súper Rugby. Pero antes de llevar a Crusaders a una dinastía sin precedentes, comenzó su etapa de entrenador como asistente de Canterbury entre 2008 y 2013, y luego fue el entrenador principal. En total, conquistó cinco títulos en el torneo provincial. También tuvo su paso por la Unión de Nueva Zelanda y entrenó el seleccionado de menores de 20 años con el que fue campeón del mundo en Italia 2015 y luego no pudo repetir en Inglaterra 2016. En este 2023 buscará ponerle el broche de oro a su etapa en Crusaders con una nueva coronación. Si bien perdió dos partidos de cuatro, viene de superar a Blues en un verdadero espectáculo de rugby.
Robertson tendrá varios desafíos y decisiones que tomar junto a la Unión de Nueva Zelanda en los años venideros. No sólo se rompió la línea sucesoria de entrenadores: la semana pasada Gilbert Enoka anunció que no continuará en la estructura de la NZRU. Después de 23 años el manager del área de Liderazgo y Aptitudes Mentales fue contratado por el Chelsea y dejará un vacío grande tras la Copa del Mundo. Fue la piedra angular de la construcción de la cultura All Blacks y muchas de las decisiones pasan por él. En ese sentido los All Blacks también deberán reinventarse.
Además, Roberton asumirá sin los últimos estandartes de una etapa gloriosa que se cierra, la de la generación campeona del mundo en 2015. Sam Whitelock, Brodie Retallick, Arron Smith y Dane Coles no jugarán más a nivel internacional después del Mundial de Francia. Habrá que ver lo que suceda con Sam Cane, el actual capitán, TJ Perenara y Beauden Barrett. Este último tiene edad y condiciones para seguir, pero fue contratado por el Toyota Verblitz de Japón. Otros de los líderes y figuras como Ardie Savea y Richie Mo’unga también optaron por firmar contratos lucrativos en la tierra del sol naciente, por lo que la NZRU entrará en un dilema: continuar con el modelo actual o acomodar la regla de aceptar en el seleccionado a jugadores que se desempeñen en el extranjero. Hasta ahora han sido reacios, pero el panorama y el contexto cambian constantemente. Aunque hay algo que vale resaltar: no hay ninguna fábrica de jugadores de rugby como Nueva Zelanda y seguirán surgiendo estrellas en el país donde el rugby es religión. La postura de Robertson va a incidir directamente en esta decisión.
El entrenador de Crusaders sabe que tendrá que lidiar con la presión y la exigencia de su cargo y las expectativas que genera su llegada. Habrá que ver el desenlace final en la Copa del Mundo, pero el ciclo de Ian Foster estuvo marcado por los tropiezos, derrotas insólitas y una merma en los rendimientos con respecto a las últimas décadas. Aun así, siguieron dominando el Rugby Championship y llegarán a Francia silbando bajo, pero como una real amenaza para cualquiera. Seguramente con Robertson seguirá Jason Ryan, quien asumió el año pasado como entrenador de forwards y tuvo mucho que ver con la levantada en el tramo final del Rugby Championship. Juntos edificaron al Crusaders multicampeón y ahora buscarán hacerlo en los All Blacks.
Está lejos de ser el tipo de entrenador riguroso y estricto. Cuando Pablo Matera llegó a Crusaders para disputar el Super Rugby Pacific 2022, Robertson le dio descanso para que se aclimate al nuevo entorno. “Pablo tuvo una gira muy larga. Estuvo mucho tiempo alejado de su familia. Lo primero que vamos a hacer es prepararlo y asegurarnos de que obtenga lo mejor de Garden City. Que tome un poco de sol. Lo voy a poner en una tabla de surf. Va a refrescarse”. Fanático del surf, le da mucha importancia a la construcción de los grupos y una de sus mayores virtudes es la conexión con los jugadores. Después de cada título logrado, sus dirigidos hacen una ronda y Razor baila break dance al compás de los aplausos. “No me gustan mucho las reglas del miedo, quiero asegurarme de que lo disfrutamos, nos divertimos y que la gente quiera venir a trabajar y participar para ser mejores”, dijo una vez.
Para los argentinos, Robertson lleva a un amargo recuerdo, ya que fue quien apoyó el try en tiempo agregado con el que los All Blacks vencieron a los Pumas en aquel inolvidable test del 1° de diciembre de 2001, en el Monumental. El seleccionado argentino ganaba 20-17 y quedaban segundos para conseguir la primera victoria en la historia frente a los neozelandeses. Pero en la última acción de juego, Robertson, con la camiseta número 8, se cortó hacia el in-goal de los Pumas y dio vuelta el marcador.
Estuvo cerca de ser el entrenador principal de los All Blacks post Japón 2019, pero el elegido fue Foster. Ya más maduro y con años de experiencia, fue electo por sobre Jamie Joseph, el head coach de Japón, el otro que estaba en el radar. Intentará volver a poner a los All Blacks en el primer escalón mundial en una nueva era. “Es un trabajo que conlleva una gran responsabilidad, pero estoy emocionado por la oportunidad de hacer una contribución al legado de la camiseta negra. Representar a tu país, como entrenador o jugador, es el máximo honor en el deporte y es una lección de humildad tener esa oportunidad”.
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