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Este pibe parece decidido a romper con todo lo estipulado. Cada partido que juega demuestra que las palabras están de más cuando emerge un jugador con sus cualidades y aptitudes. Javier Saviola entró en la historia grande del fútbol argentino: a los 18 años, cumplidos el 11 del actual, se transformó en el segundo goleador más joven en la historia de este deporte en nuestro país. El primero, insuperable como siempre, es Diego Armando Maradona, máximo artillero a los 17 años -un día después de que terminó el Metropolitano de 1978, el 30 de octubre, cumplió 18-, jugando para Argentinos. Sólo por nueve días, Saviola no superó a Diego.
Cuando debutó, el 18 de octubre del año último -sí, aunque parezca mentira conoció la primera hace poco más de un año-, Saviola también se reservó unas líneas en el libro histórico de River. Cristian Castillo salió lesionado a los 18 minutos del primer tiempo en el partido con Gimnasia, en Jujuy; Saviola lo reemplazó y marcó un tanto en su presentación. Ese día se consagró como el jugador de River más joven en debutar con un gol. Muchos decían por esos tiempos que era pura casualidad, que era una figurita de moda más. De a poco, él se encargó de demostrar que lo suyo era algo serio e impuso respeto a fuerza de goles y de actuaciones brillantes. Todos debieron rendirse ante los números.
"Estoy feliz por ser el goleador del torneo. Esto es como un sueño para mí... Salir campeón con River... Son muchas cosas juntas", dijo Saviola, con la voz entrecortada, después de la vuelta olímpica.
¿Más datos llamativos para el caso Saviola? Sus pasos por las inferiores no fueron tan exitosos como los de Ariel Ortega o Marcelo Gallardo, por dar algunos nombres. El futuro de estos dos últimos jugadores se podía prever. Eran las figuras en cada categoría en la que actuaban y en Núñez todos hablaban de ellos.
Javier era suplente en la quinta división y peleaba por ganarse un lugar; masticaba bronca en el banco hasta que un día Ramón Díaz, como por arte de magia, lo subió a la primera. Un par de semanas después, Saviola viajó por primera vez con el plantel y, cuando se quiso acordar, les hizo aquel gol a los jujeños. Lo que se dice un cuento de hadas.
Es verdad, Martín Palermo se lesionó cuando faltaban cinco fechas para el final del Apertura y quedó fuera del torneo, por lo que el camino para superarlo en la tabla de los goleadores se le allanó al delantero de River. Tan cierto como que las presiones de contar con esa posibilidad y de los comentarios que los señalaban a él como el candidato no lo amilanaron para nada. ¿Podrá el pibe alcanzar a Martín?, se preguntaban todos los medios periodísticos por esos días. El pibe pudo eso y más; lo superó.
Saviola no sólo parece un veterano cuando se enfrenta con los arqueros. Se adaptó enseguida al juego periodístico. Nunca, jamás, hizo una declaración de las que el común del ambiente futbolístico considera desafortunadas. El discurso oficial de los futbolistas se le coló por la piel -no hay que olvidarse de que Ramón Díaz es su consejero- y lo asimiló tan bien que sus palabras no difieren casi en nada de las que pueda decir el jugador más acostumbrado a enfrentar los micrófonos.
No parece real decir que este chico hasta no hace mucho se frustraba cuando no jugaba en la quinta y que se moría por alcarzarles la pelota a sus ídolos los domingos, sobre todo a Ortega. Ahora el ídolo es él. El es el goleador del fútbol argentino. El es el que desvela a los poderosos de Europa. El es el que casi supera a Maradona. Aunque parezca un cuento de hadas.
Varios aspectos de la vida entrelazan las historias de Javier Saviola y de René Orlando Houseman. Por un lado, la habilidad, el pique, el freno, la picardía y la gambeta que se mama en los potreros; por el otro, la camiseta Nº 7, el fanatismo por Excursionistas y el amor por el barrio, Bajo Belgrano, del cual -asegura el goleador de River- no se irá nunca.
De hecho, algunos directivos de River le habían aconsejado a Saviola que se mudara, pero el pibe se negó terminantemente y, por eso, la humilde vivienda en la que habita con su familia está sufriendo las primeras modificaciones edilicias.

