El WTA en Buenos Aires: lo bueno y lo malo de la semana que el tenis femenino argentino esperó más de tres décadas
La vuelta del tour femenino a nuestro país tuvo muchos matices; la necesidad de más competencias y la apuesta a largo plazo
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Mucho tiempo había pasado sin que el circuito WTA pisara estas tierras. Ninguna de las 32 tenistas que disputaron el cuadro principal había nacido la última vez que se jugó un torneo del tour mayor femenino en Buenos Aires, en 1987. Ahora, con el impulso de aquella gran actuación de Nadia Podoroska en Roland Garros, semifinalista en París hace poco más de un año, el tour femenino regresó a la Argentina con un certamen que dejó mucho para el análisis, en una semana intensa, con diversos matices.
En lo deportivo, diez argentinas participaron en el cuadro principal, entre las que entraron de manera directa, las clasificadas e invitadas. Es una cifra importante dentro del reducido campo del tenis femenino nacional. La nómina incluyó a Victoria Bosio, María Victoria Burstein, Martina Capurro Taborda, Lourdes Carlé, Julieta Estable, Sol Faga, Sofía Luini, Luciana Moyano, Jazmín Ortenzi y Solana Sierra. Pero sólo una de las diez superó el debut: la marplatense Sierra, que le ganó a Faga en el estreno, y en segunda perdió con la griega Despina Papamichail. La caída masiva de las locales en las primeras instancias dejó en claro que aún falta recorrer un trecho extenso. La primera lección para las argentinas fue que incluso un torneo 125K, la menor de las categorías del circuito WTA, puede ser un examen durísimo. Las chicas de nuestro país, con escaso roce internacional en su mayoría, no están acostumbradas al ritmo y la intensidad de este nivel, y la única manera de adaptarse es medirse con más frecuencia a jugadoras de este rango.
“Nuestras jugadoras están acostumbradas a jugar entre ellas. Cuando empezás a enfrentar a otras rivales, a entrenarte con ellas, levantás tu nivel. Uno de los objetivos del torneo es que las tenistas de nuestro país puedan estar en contacto con un tenis más profesional”, evaluó el director de la prueba, Martín Jaite. Es cierto que faltó la carta más trascendente: Podoroska no pudo jugar por una lesión. El título fue para la húngara Anna Bondar, de 24 años, que en la final derrotó a la francesa Diane Parry, de exquisito revés de una mano, por 6-3 y 6-3. En el dobles, el festejo argentino se escapó por muy poco: Lourdes Carlé y la griega Papamichail perdieron con la rumana Irina Bara y la georgiana Ekaterine Gorogodze por 5-7, 7-5 y 10-4, después de tener tres match-point.
Florencia Labat, integrante de la Asociación Argentina de Tenis, analizó: “Tener un WTA aquí después de tantos años es fantástico. Aun cuando el torneo está por encima del ranking de nuestras chicas, igual suma para que las chicas mejoren. Es bueno que las más jóvenes hayan visto cómo se juega en un nivel más alto, la intensidad con la que se juega, la preparación física que tienen las jugadoras hoy en el circuito, están todas muy en forma. No vinieron jugadoras dentro del Top 50, y sin embargo se vio un nivel muy alto de tenis”. Labat, ex Top 30, amplió: “Un WTA de este tipo es como la frutilla del postre. Pero lo ideal, por el ranking de nuestras chicas, es tener torneos más chicos para que puedan sumar más puntos, competencia y juego. La idea es generar más torneos en 2022. Hay varias sedes interesadas en hacer certámenes para que las chicas puedan competir aquí, en el país”. La escasa cantidad de torneos del ITF Tour –por debajo de los WTA- es un déficit añejo y una deuda de diversas gestiones de la AAT, y su realización siempre queda sujeta a los vaivenes de la economía.
Por protocolos de pandemia, se dispuso un aforo del 50 por ciento del estadio Guillermo Vilas. Así y todo, el court central del Buenos Aires quedó muy grande, y recién en la última jornada se observó una aceptable afluencia de público, con unos 800 espectadores. Muy posiblemente haya influido la ausencia de Podoroska, y la ausencia de nombres reconocidos, de figuras capaces de vender tickets con su sola presencia. “La lesión de Nadia fue un golpe para el torneo, sí. Pero tampoco pensamos que iba a haber un movimiento mucho más grande. Cuando se instala un torneo nuevo es normal que pase esto. El estadio también es muy grande, y si vienen 600 o 700 personas parece que está vacío. Vendimos la cantidad de entradas que pensábamos que íbamos a vender. Obviamente, si hubiera jugado Nadia seguro hubiéramos tenido más público. Pero hay que ir de a poco”, opinó Jaite.
Se entiende que no es tan sencillo tener una gran convocatoria, en cierto modo porque la categoría del certamen lo hace más propenso para que sus protagonistas estén por debajo del Top 70, de carácter similar a un Challenger de varones. Igual Jaite se mostró satisfecho: “A medida que avanzó la semana la gente nos fue acompañando más. Es normal también que la gente no lo conozca, que quizá haya algún preconcepto del nivel de las chicas por el ranking, pero se han visto partidos muy buenos y a jugadoras con muchísimo futuro. Nuestro proyecto no es un año, sino a largo plazo. Tuvimos un fuerte apoyo de las empresas que nos acompañan en el Argentina Open masculino. Este es un certamen que tiene un presupuesto muy alto, entonces es muy importante contar con ese aval”.
📹 Mirá el resumen de la última jornada del #ArgOpenWTA 🏆
— Argentina Open (@ArgentinaOpen) November 8, 2021
¡Anna Bondar se consagró campeona en Argentina! 🥳 pic.twitter.com/yF4x2sUS4J
Jaite insiste en una mirada positiva. “Yo destaco que pudieron jugar 10 chicas de nuestro país, que pudieron ver en qué nivel están. Y la verdad es que el juego de las jugadoras extranjeras me sorprendió mucho, y para bien”. ¿Influye la fecha de realización, casi al final del año? “Es la semana que elegimos nosotros. Así lo pensamos cuando surgió el proyecto y nos pareció que estaba bien cerrar el año con un torneo femenino. Había una posibilidad de jugarlo en abril, porque en esa época hay un WTA en Bogotá, pero a nosotros nos parecía mejor hacerlo ahora. Estamos contentos con la fecha”. A la temporada le quedan algunos torneos en la región, en Chile y en Brasil, y desde el lunes próximo, otro WTA 125 en Montevideo, organizado por Tennium, la misma concesionaria del certamen porteño. Se verá cuánto pueden avanzar las jugadoras de nuestro país, frente a puertas que se abren después de mucho tiempo y que no son tan fáciles de traspasar para subir a otro nivel.
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