La vida de Gisela Dulko se desglosa en varias vidas. Estructurada, como se reconoce, la tigrense fue tenista desde los 7 hasta los 27 años. Después de ser la número 1 del mundo en dobles (junto a la italiana Flavia Pennetta), supo que era momento para enfocarse en uno de sus grandes objetivos: edificar una familia y ser mamá. Concretado ese sueño fue por más y hoy es una mujer emprendedora que reparte las horas de cada día entre su marca de ropa para niños y disfrutar a diario de sus tres hijos (Mateo, Antonella y Daniele) y de su marido, Fernando Gago.
Si bien cada etapa es diferente, en la charla con LA NACION Gisela delata un patrón que une a cada uno de esos roles que fue interpretando. Su crecimiento como tenista comenzó cuando su hermano Alejandro se convirtió en su entrenador, con el capitán de Boca siempre planearon tener una familia numerosa, y los modelos de su marca de ropa son sus hijos, sus sobrinos o hijos de amigos muy cercanos. En el universo Dulko, todo funciona mejor cuando se rodea de seres queridos.
-¿Extrañás algo de tu época como tenista profesional?
-Sinceramente, no. Ni jugar, ni los viajes. Sí extraño a todos los amigos que me hizo conocer el tenis, aunque trato de mantenerme en contacto con ellos. Pero no extraño el mundo del tenis, el hecho de viajar o la adrenalina de competir. Cuando me retiré lo venía pensando desde hacía un tiempo largo. Principalmente yo quería ser mamá, y me retiré por eso. Formar mi familia. Recuerdo que recién nos habíamos casado con Fernando y a los dos días me fui a una gira de un mes y medio. Extrañaba un poco eso. Estar en familia. Había estado toda mi vida tan desarraigada, sin ver a mis familiares y mis seres queridos que llegó un momento en el que necesitaba justamente eso.
-¿Cuándo y por qué decidiste ser tenista?
-En realidad mi hermano Alejandro jugaba y se entrenaba. Y al lado había una cancha de paddle, en La Horqueta Tenis, en San Isidro, donde yo me pasaba las dos horas que duraba el entrenamiento de mi hermano dándole a la pelotita. Hasta que un entrenador vio que me gustaba y que le pegaba bien y le planteó a mis papás que empezara a ir a la escuelita. Y enseguida arranqué con un profe particular. No me podían sacar de la cancha. Estaba todo el día jugando.
-¿Qué es lo que más cuesta en el camino al profesionalismo?
-Tiene su parte sacrificada y tiene su parte linda. Muchos cuando se enteran de que sos tenista te dicen "¡Ay, conocés todo el mundo!", y eso en realidad es relativo porque conocés el club donde competís, el aeropuerto, el hotel y no mucho más. De pasear, muy poco. Lo más sacrificado pasa por el hecho de viajar sola desde tan chica. Yo empecé a viajar a los 7 años y, por cuestiones económicas, muchas veces sola. Mi mamá tiene guardados los faxes que yo le mandaba. ¡Mandaba faxes! (se ríe). Y bueno, tenés que aprender a hacer muchas cosas sola. A los 12 aprendí a hablar inglés porque tenía que saber reservar un hotel o pedir comida, y aprendí a lavarme la ropa. No quedaba otra. Cosas que por ahí otros las aprenden de más grandes. Y el tema económico también, porque todo es carísimo. Por suerte a mi me acompañaron dos personas en mis inicios, y cuando empezó a irme bien pude dejar de depender de otros desde lo económico y lo deportivo, y pude empezar a elegir qué torneo jugar y cuál no.
-¿Cómo se dio tu paso del singles al dobles?
- En realidad nunca cambié. Lo que pasa es que me empezó a ir muy bien en dobles. Fue tomando color, empecé a jugar siempre con Flavia (Pennetta). Nosotras siempre nos llevábamos muy bien afuera de la cancha, y cada tanto jugábamos torneos y nos iba bien. Hasta que un año decidimos probar qué pasaba si jugábamos toda la temporada como pareja y terminamos en el número 1 del mundo. Fue increíble, ninguna lo esperaba porque la regla principal era disfrutarlo, pero de tanto disfrutar la verdad es que lográbamos jugar tan sueltas y nos complementábamos tan bien que los resultados eran muy buenos.
-¿Y cuando te viste en el número 1 del ranking qué sentiste?
-En el momento no me daba cuenta. No es que era normal, pero no me paraba a pensar "soy la número 1 del mundo". Después, con el paso del tiempo, ya de mamá y cuando uno se pone más viejo sí digo "guau, mirá lo que logré". A veces miro los trofeos que tengo, que no suelo darles bolilla, pero me detengo en algunos, por ejemplo el que marca que terminé la temporada como número 1, o cuando ganamos el Masters o el Abierto de Australia (2011) y es una sensación muy linda. Ahora por ahí me pongo a valorar más todas las cosas que pasé.
-¿En el durante es imposible disfrutarlo?
-Es que el tenis no te da mucho tiempo. Porque terminás un domingo un torneo en una ciudad, vas al hotel, armás las valijas, subís a un avión a otra ciudad, llegás, te acomodás en tu nuevo hotel, te tenés que adaptar a otra cancha o a veces a otra superficie y el lunes o martes ya tenés que estar jugando otro torneo. No tenés tiempo de nada.
-¿Con Flavia seguís en contacto?
-Siempre. Hablamos un montón, de la familia, de los hijos, ella ya pensando en venir a visitarnos el año que viene. Ella sigue siendo hoy mi mejor amiga. Y sé que es mutuo. No hablamos todos los días, pero tampoco hace falta. Te conocés tanto que quizás hacemos un Facetime o una videoconferencia y con solo mirarnos sabemos si la otra está bien o mal. Está buenísimo tener ese tipo de relación.
-¿Qué sentiste al enfrentar en 2004 a una leyenda como fue Martina Navratilova, y encima ganarle dos veces en un mes y nada menos que en Roland Garros y en Wimbledon?
-Fue una situación re loca. Yo tenía 19 años y prácticamente que recién estaba entrando en el circuito y de repente ¡boom!, Navratilova. Que ella anuncie que vuelve a jugar y que me toque enfrentarla (y ganarle) las dos veces fue increíble. En Wimbledon el partido fue durísimo, pero en Roland Garros a ella le costaba mucho desplazarse y yo venía con confianza. Era muy loco enfrentarme a Navratilova nada menos que en el césped de Wimbledon. Soñado.
-¿Se toma conciencia en una situación así, de estar enfrentando a una gloria del tenis?
-En Wimbledon estaba nerviosa. Ni en mis sueños me imaginé que iba a enfrentar a Martina en un partido de single. Siempre tuve mucha admiración y respeto por ella, y el poco tiempo que compartió el circuito conmigo siempre se mostró muy gentil, muy generosa. Siempre 10 puntos.
-¿Cuál creés que fue tu mejor partido? El día que te salió todo bien
-Recuerdo dos. Contra la rusa Nadia Petrova, en el Indian Wells de 2004 que yo siento que sirvió como un relanzamiento de mi carrera y en el que me fue muy bien. Ella era la número 12 del mundo y yo estaba ciento y pico. Le gané en dos sets (6-3, y 6-3) y jugué una locura. Y después un Roland Garros que me tocó jugar contra Conchita Martínez, y gané en un juego muy cerrado, pero en el que jugué en un nivel muy alto.
-¿Te acordás qué pasó el 18 de noviembre de 2012?
-Ni idea.
-Fue el día que anunciaste tu retiro del tenis
-¿En serio? (Se tienta). Es verdad. Escribí una carta que nunca más leí y ni me acuerdo lo que puse. Recuerdo que se la mostré a mi hermano, le gustó y la publiqué. Ni la tengo guardada. Si quisiera leerla la tendría que buscar en internet.
- ¿Qué te llevó a decidir el retiro? Porque desde tu último partido hasta el anuncio pasaron cuatro meses…
-Mi último partido fue con (la croata Mirjana) Lucic, por la qualy de Wimbledon. Ahí ya estaba con pocas ganas de seguir jugando, y eso estaba reflejado en mi nivel. Yo ya había perdido ranking y el tenis había dejado de ser mi prioridad. En un nivel tan alto y con tanta exigencia, cuando deja de ser tu prioridad, perdiste. Yo ya estaba muy enfocada en dar vuelta la página, formar una familia y ser mamá, así que no me quedaba mucho tiempo.
-Te retiraste muy joven, con 27 años…
-Lo que pasa es que fueron 20 años dedicados 100 por ciento al tenis. Fue mi prioridad absoluta. Si lo pensás así, fue mucho tiempo. Me retiré joven, es verdad, por ahí el físico me acompañaba para jugar varios años más, pero yo ya quería otra cosa. Quería dar vuelta la página. Soy bastante estructurada. Cuando tomo una decisión, ya está, no tengo muchas vueltas. El tenis te demanda mucho tiempo y es muy exigente desde lo mental y lo físico.
-¿Qué es lo primero que se extraña cuando dejás la raqueta?
-Lo único que extraño es que mi hermano fue mi entrenador durante los últimos 10 años de mi carrera, y ese vínculo diario y esas charlas con él ya no se dan, porque él tiene cuatro hijos, yo tres, y al ser entrenador viaja, con lo cual nos vemos poco y extraño estar más tiempo con él.
¿Nunca te picó el bichito de volver?
-¡Jamás! Tengo tres hijos, una familia súper linda, tengo un nuevo proyecto y estoy muy feliz. Cambié la página rotundamente. Estoy desconectada del tenis, no veo partidos. Pero no porque tenga un mal recuerdo o porque odie el tenis. Pasa que estoy en otra etapa de mi vida. Amo el tenis, pero quedó atrás. No es parte de mi vida hoy.
-¿En qué sentís nostalgia en relación al tenis?
-En una raqueta Prince que tengo guardada y que fue la primera que usé cuando empecé a jugar... un poco mejor (se ríe). Tengo algunos trofeos guardados, algunos conjuntos de ropa que usé y que me gustaron, vinchas, tubos de pelotas de algún torneo en particular. Zapatillas nuevas que no abrí pero que mi último sponsor, que era Lacoste, me hacía el calzado personalizado, con mi nombre. Lo mismo. Y Tecnifibre agregaba mi nombre en la parte interior de la raqueta y las tengo guardadas. Igual no soy muy agarrada con los recuerdos. Regalé un montón de cosas, pero algunas me las guardé para mí.
-¿Qué recuerdos tenés del Club Canottieri Italiani?
-En ese club de Tigre, que sigue existiendo, mis abuelos tuvieron la concesión del restaurante durante 25 años. En ese club yo prácticamente nací. Toda mi infancia la viví ahí. Jugaba al tenis, nadaba, hacía todos los deportes que te pudieras imaginar. Mi papá (Estanislao) era muy buen remero, después de una regata fue a comer a ese restaurante y ahí conoció a mi mamá (Ana).
-Siempre ligada al deporte y a la naturaleza
-Viene de familia. Mis padres, mi hermano, yo, mi marido y ahora mis hijos también. Mateo es muy chiquito, tiene 5 años, pero agarra la pelota y no para. A veces hay que frenarlo porque juega adentro de casa, le pega fuerte (se ríe) y en cualquier momento va a romper algo.
-¿En ese caso, el papá futbolista le ganó a la mamá tenista?
-Si, pero se da algo sorprendente. Porque les llama mucho la atención mirar tenis por televisión. Y yo ni ahí. Y cuando les planteás de ir a jugar al fútbol al aire libre mi nena (Antonella, 3 años) dice: "No. Yo quiero ir a jugar al tenis". Miran algún trofeo, o Fernando les muestra videos de cuando yo jugaba, y entienden perfectamente que yo fui tenista y que viajaba mucho, y que después no jugué más porque decidí tenerlos a ellos.
-Cuando eras chica y acompañabas a tu hermano a su clase de tenis no había una tablet para entretenerte. ¿Cómo manejás el uso de la tecnología con tus hijos?
-Eso es así. A veces vos ves padres que no saben cómo sacarles las tablets a sus hijos porque la tecnología está al alcance de todos, incluso en el colegio. Pero hay que saber administrarlo. La verdad es que a mis hijos les gusta mucho disfrutar al aire libre, el deporte. También se entretienen con otras cosas. Y se dan cosas divertidas. A Mateo lo dejábamos ver dibujitos en la tablet durante la cena. Y hace unos días se plantó y nos dijo: "Yo ya soy grande, no necesito más la tablet mientras como. Ya puedo charlar". Nos hizo reír mucho.
La ropa para niños, la nueva faceta de Dulko
-¿Cómo y cuándo arrancan tus ganas de diseñar ropa para chicos?
-Siempre cuando viajé me llamó mucho la atención las marcas de ropas de chicos. De hecho les traía un montón de ropa a mis sobrinos. Y siempre pensé que una vez que me retire y pueda enfocarme en algo propio iba a estar relacionado con esto. Y hoy estoy cumpliendo este sueño.
-¿Cuando nació Stai Zitta?
-Hace un año. Primero con e-commerce y desde hace muy poquito con el primer local en San Isidro.
-¿Cómo surge ese nombre?
- Significa "estate callada" en italiano. Yo hablo italiano y como Flavia, mi compañera de dobles era muy temperamental, yo le decía a cada rato "¡Stai zitta! ¡Stai zitta!", para tranquilizarla porque se le salía la cadena y a veces insultaba. Y por el contrario ella a veces me tenía que levantar a mí porque yo soy mucho más relajada. Nos complementábamos muy bien. Y es una frase que me encanta. Aunque el lema de la marca es "Permanecé en silencio", y es al revés como para que los padres se queden en silencio mientras los chicos pueda elegir su ropa. Mi hijo más grande se elige su propia ropa, y es algo divertido.
-Todo está vinculado a vos
-Todo es muy mío. El logo es la silueta de mi perra terranova que se llama India. Los modelos son mis hijos, mis sobrinos y también hijos de amigos. Es muy divertido, es un mundo nuevo para mí. Tengo un grupo re lindo. Está Bea, que es mi socia y el alma de la empresa. Florencia, la diseñadora, Delfina, la diseñadora gráfica. Somos todas mujeres que además de trabajar disfrutamos mucho juntas.
-Pero entonces, cambian las actividades pero hay un punto en común: te gusta estar rodeada de gente cercana, querida
-Por lo visto necesito estar rodeada de familia. Yo soy muy familiera. Más allá de todo, sea el deporte o la ropa, siempre es bueno estar rodeada de tu familia y eso es siempre lo que busqué yo.
-Es llamativo, viniendo de un deporte tan solitario e individualista como el tenis
-Desde los 15 años hasta los 19 viví sola en Estados Unidos, porque yo tenía un sponsor que me bancaba y yo tenía que estar viviendo allá. Y esa época fue la menos agradable para mí porque estuve muy lejos de mi familia, y estaba como 200 del mundo. Cuando volví estuve dos semanas entrenándome con mi hermano como coach, viajé a Indian Wells, hice la qualy y llegué a cuartos de final. Me acuerdo que perdí con Lindsay Davenport. En Miami también metí cuartos de final. Y ahí fue cuando se dio mi despegue. Ese año (buscar año) pasé de estar 130 y pico a terminar 30º del mundo. Y eso no es casualidad.
-¿Con qué sensaciones se encuentra una deportista profesional cuando va a los Juegos Olímpicos?
-Una experiencia increíble, inolvidable. Única. Tuve la suerte de ir a tres, y es algo espectacular, y más para el tenista. El circuito es tan cerrado. Siempre son los mismos lugares, las mismas personas. Y además el hecho de estar caminando por la villa olímpica y cruzarte con grosos de otros deportes, como los basquetbolistas de la NBA, que ni me acuerdo los nombres porque soy un desastre, pero ir, pedirles fotos, autógrafos. El otro día encontré una bolsa llena de pins, que intercambiaba con todo el mundo.
-Más allá de la competencia en sí, es como un gran viaje de egresados…
-Lo que pasa es que como a mí no me fue muy bien (se ríe), pude disfrutarlos desde otro lado. Era como una turista pidiendo pines.
-Y en los Juegos conociste a Fernando (Gago, su marido)
-Si. En Beijing 2008. Igual no cruzamos ni dos palabras. Los futbolistas no estaban en la Villa Olímpica. Ellos se quedaban en un hotel. Y un día fueron a visitar la villa. Y mi compañera de dobles, Betina Jozami, quería sacarse una foto con ellos, pero le daba vergüenza. Y me vino a buscar a mí, que soy todo lo contrario. Y le empecé a sacar a ella fotos con todos. Y yo me saqué con Messi, con Fernando y con otro chico que no recuerdo. Y las tengo guardadas, y cada tanto recordamos ese momento, él con los pelos largos. Fue divertido porque yo en ese momento me saqué la foto con Messi, y después apareció Fer y también me saqué con él, casi de casualidad. Y para él debe haber sido una foto más con una chica que le pidió una foto. Nada más que eso. Porque además los dos teníamos nuestras respectivas parejas.
-¿Por qué cuesta tanto que en la Argentina vuelva a aparecer una Gabriela Sabatini?
-Es una pregunta difícil de responder. Yo estoy convencida de que tenemos mucho talento, y no lo estamos explotando. Es raro en un país como la Argentina no salgan más tenistas. Seguramente también pasa por un tema económico. Cuesta mucho salir, viajar, ir a Europa y si te va mal, volver. Porque acá en la Argentina no hay muchos torneos, y la competencia en la Argentina no es la realidad. Uno tiene que salir, competir con europeos, con estadounidenses.
-¿El hockey le quitó jugadoras al tenis?
-Es que el hockey es más popular que el tenis. Y el boom de las Leonas del 2000 para acá lo potenció, sin dudas. Además estás más acompañada, viajás en equipo, viajás menos que con el tenis. El tenis es irte de gira dos meses, con una inversión muy diferente, que lo hacés todo sola. No sé si le sacó protagonismo, pero entre las mujeres el hockey es más popular que el tenis. En cambio, entre los hombres al menos acá es al revés: el tenis es más popular para los chicos que el hockey.
Comentarista de TV y fan Nº 1 de Gago
-¿Te sentiste cómoda siendo comentarista de TV?
-Fue una experiencia buenísima. Mis compañeros Mariano Ryan y Sebastián Torok me hicieron sentir muy cómoda y me ayudaron mucho.
-¿Puede repetirse?
-Me llamaron de nuevo de ESPN para el US Open, pero como les dije a ellos: estoy en plena crianza de mis hijos. Todavía son muy chiquitos y quiero disfrutar de su crecimiento. Y además cuando llegó la propuesta Fernando volvía a jugar y significaban muchas horas lejos de mi casa y no acepté. Pero no lo descarto en un futuro, porque lo que noté es que yo aportaba desde el lado de lo que sienten los jugadores en cada momento, porque yo lo viví desde adentro.
-¿Seguís yendo a Tigre, a tus lugares de la infancia?
-Muchas veces paso por el Club Cannotiere, miro a ver si veo a alguien que conozco. Pero cambió todo. A mí me encanta ir a Tigre, ir al Puerto, tengo un lugar para ir a comer que me encanta, ahí en el boulevard. Me conecta con mis primeros años.
-¿Cómo es un día normal tuyo hoy?
-Me levanto muy temprano, dejo a los chicos en el colegio (Daniele es un bebé y se queda en casa al cuidado de una persona que me ayuda), vengo al local y al mediodía paso a buscar a Antonella, almuerzo con ella y a media tarde vamos a buscar a Mateo.
-Gago suele decir que fuiste y sos un apoyo fundamental en sus distintas resurrecciones, ¿cómo vive la esposa de un futbolista los momentos más complicados, llámese una lesión o la etapa previa al retiro?
-Yo creo que todo eso es parte de la vida de un deportista, y como yo también fui deportista, lo entiendo más y me puedo poner en su piel y sentirlo como si me pasara a mí. Pero él es una persona muy positiva, que siempre supo salir adelante. Obviamente que toda la familia lo ayudó, pero es una persona muy fuerte.
-¿Cómo lo ves?
- Yo a Fernando lo admiro. Después de todo lo que le tocó pasar en su cuerpo, hoy está jugando, lo hace cada día mejor. A mi criterio todavía puede jugar mucho mejor. Siempre le digo que para mí todavía no llegó a su techo y que tiene mucho para dar. Y lo único que deseo es que él pueda estar sano, que pueda jugar y sobre todo disfrutar, sean dos, tres o siete años que le queden de carrera. Hasta el día de hoy tuvo una carrera increíble y se merece disfrutar todo.
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