Tiempos de pandemia: el hábito de ver fútbol viejo por TV, las preferencias y la ecuación de que siempre gana... Alemania
"El único fútbol que me gusta es el que no sé lo que pasó". César Menotti cuenta que le aburre ver partidos viejos. Es madrugada del martes. Por la TV Pública, Argentina iguala con Rumania en Italia 90. Horas después, en Brasil 2014, le gana sufriendo a Bélgica. Me gusta ver partidos viejos sin la tensión del momento. Menotti dice que, si tuviera que elegir, miraría entonces a la selección brasileña tricampeona en México 70. La Globo transmite estos días en Brasil los partidos de aquel Mundial. Toda la TV del mundo repite partidos. "Nos hemos convertido en nuestros abuelos", escribe el colega español Rafa Cabeleira.
La Bundesliga abre una esperanza. Según informes, evalúa volver el 9 de mayo. Me cuentan desde Berlín que el rumor partió de una mala jugada de gobernadores regionales con el diario Bild. Que provocó críticas porque hizo quedar al fútbol como una industria con privilegios. Y que la Liga, que se reúne este jueves, no anunciará entonces fecha de retorno. Pero la vuelta puede ser rápida apenas se apruebe el proyecto de ley que aumenta los testeos semanales de 640.000 a 4 millones. El protocolo prevé partidos sin público, y con un máximo de 300 personas en el estadio, entre jugadores, médicos, asistentes y periodistas. Normas de higiene que contemplan aislamiento individual en caso de positivo y no del equipo. Y no obligatoriedad. Es decir, quien no quiera, no jugará. Suspendida hasta la tradicional fiesta de la cerveza (Oktoberfest), Alemania no prevé actos masivos al menos hasta octubre.
¿Tendremos realmente fútbol sin público hasta que en un año y medio aparezca la vacuna salvadora? ¿No fue acaso una "bomba biológica" el partido de la Champions Atalanta-Valencia, con 40.000 hinchas viajando de Bérgamo a Milán? La lista reciente de 246 muertos por coronavirus en los hospitales de Liverpool potenció alertas. Tres mil hinchas del Atlético que viajaron cuando Madrid ya sufría el virus. "Hasta el Liverpool tendrá que caminar solo", ironizó José Sámano en El País. ¿A quién le gritarán los goleadores en la era de la "telecracia"? ¿Escucharemos a los técnicos dando indicaciones precisas o sólo el "vamos, vamos" de rigor? ¿Y los árbitros? "Sería como si el Polaco Goyeneche cantara solo en Caño 14", graficó Menotti.
Es el retorno de los torneos lo que sigue incierto. "Estoy cansado de ver partidos de hace catorce años", se lamentó Donald Trump. Suena embarazoso imaginarse al presidente de Estados Unidos mirando viejos partidos de béisbol mientras cientos y cientos siguen muriendo en su país cada 24 horas por la pandemia. Pero es Trump. El presidente que quiere "recuperar nuestros deportes". La Major League Baseball (MLB) sabe que, tal como están las cosas, será casi imposible iniciar el 4 de julio, Día de la Independencia, como quieren algunos. Otro plan incluye mudar los 30 equipos a hoteles de Phoenix para jugar sin parar en el desierto de Arizona. "El plan perfecto si quieres hablar de pan y circo", escribió Thomas Boswell en The Washington Post. El circo sacrificial que ayude a creer que "hemos vuelto a la normalidad".
Adam Silver, comisionado de la NBA, es acaso la persona más razonable de la Comisión que asesora a Trump. Imposible escuchar a otros miembros como Dana White y Vince McMahom, empresarios de las artes marciales mixtas y de la lucha, aportantes de su campaña. Silver dice que aún no se puede fijar fecha de regreso. Los hinchas presionaron y ESPN tuvo que adelantar para esta semana "The Last Dance", el formidable documental de diez capítulos sobre el último año del gran Michael Jordan con los Chicago Bulls. Tiene récords de audiencia. Crudo para desnudar a un Jordan matón, desesperado por ganar. Es mucho más interesante que "The English Game" (Juego de Caballeros), otro documental de Netflix sobre los orígenes del fútbol, que altera demasiado la historia para contarnos de modo amable que los niños ricos de Eton, dueños originales de la pelota oficial, terminaron aceptando finalmente que también la clase obrera tenía derecho a jugar al fútbol.
Avanza la madrugada. La tele transmite un documental de HBO sobre la "Posverdad". Trump grita odios. Su discurso de "reabrir la economía" domina acá en muchos canales. El coro estable. Usan los dos primeros minutos para elogiar que tenemos pocas muertes. Los restantes cuarenta para avisarnos que la economía se derrumba. En el medio, apenas un detalle, 200 o 2000 muertos. "Yo no soy un sepulturero", responde Jair Bolsonaro cuando un periodista le dice que Brasil suma ya 2575 cadáveres.
Elijo volver a los partidos viejos. En México 70, fútbol antiguo y lírico, Tostao, que es 9, recupera como 3, la pelota circula lenta pero segura de izquierda a derecha, y Carlos Alberto, que es 4, termina definiendo como 9. Brasil 4-Italia 1. En la TV Pública, la Argentina del Mundial 90 juega mañana jueves semifinales contra Italia. La de 2014 tiene su semifinal el domingo contra Holanda. Ambas finales serán contra Alemania. "Ah -bromea un colega- ya las vi hace unos días en TyC Sports". Le "pido" que no me cuente el resultado. "Termina como siempre -me dice- gana Alemania".
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