A un día del Pellegrini, donde todo vuelve a brillar
En la mejor reunión del año, la hípica celebra en San Isidro un oasis en medio de los problemas
El turf, con su capacidad para reconvertirse, para emerger de las crisis más brutales, está ante su jornada más grande, la del Gran Premio Carlos Pellegrini. Mañana, San Isidro volverá a ser una fiesta hípica, para salir de las noticias recientes, que mostraron una gatera (de Palermo ) en la calle, cuando los directivos del hipódromo porteño aceptaron que los empleados hicieran uso de un bien para que (a ellos) los parches para reducir Ganancias no les aumentaran la gabela por las tragamonedas. Y olvidar por un rato hechos violentos (atentado al veterinario del hipódromo de La Plata, salvaje ataque de un jockey a otro).
Como si fuera la "Fiesta" de Serrat, por una tarde los mejores caballos mostrarán la cara que hace al turf argentino el mejor de América del Sur, por la genética que se renueva, porque muchos de los mejores jockeys de esta parte del continente compiten aquí y porque hay una tradición de carreras como el Pellegrini, que todos quieren correr... y sueñan con ganar.
En los 2400 metros de césped más ilustres, en el hipódromo inmenso y magnífico, que permite recorrerlos sin pasar dos veces por el mismo lugar (al estilo europeo) se dará la lucha de siempre, la de los caballos jóvenes, de 3 años, como He Runs Away, y los más grandes, como Must Go On. Uno, ganador de dos tercios de la Triple Corona, el Jockey Club y el Nacional; el otro, dueño de la Copa de Oro, aquí mismo y sobre el mismo tiro.
Y como nunca, los dos grandes premios que su suman en el menú, el Anchorena, para milleros, y el Félix de Álzaga Unzué, para velocistas, cuentan con un incentivo que parece la Libertadores para el campeón de la Copa Argentina: los ganadores podrán correr en el Glorious Goodwood, el festival de carreras de ese hipódromo de Sussex, Inglaterra, un espectáculo sensacional.
Allí hay turf desde 1802, y una de sus pruebas máximas es el Sussex Stakes (G 1-1600 m), en el que podría estar el héroe del Anchorena. En las gateras del Stewards Sprint Stakes (1200 m), en tanto, debería correr el que gane el Álzaga Unzué.
Ese privilegio único debe ser parecido al que sienten un propietario y un profesional sudamericano cuando vienen "al Pellegrini". Sería saludable que aquí no se perdiera de vista semejante orgullo, para honrar la historia y hablar sólo de carreras y caballos, en el presente.
cd