Aunque más realista, la meta de 2018 implica un fuerte desafío
Después de casi 40% de inflación en 2016, 2017 cerró con una suba de precios minoristas de casi 25% a nivel nacional, lo que si bien representa una fuerte reducción, estuvo muy lejos de la meta del BCRA, de 17%. En este contexto, 2018 arranca con una nueva meta, de 15%, que sin duda es más realista que la que estaba vigente originalmente (8%-12%), pero que representa un fuerte desafío.
Las subas de servicios públicos, que ya arrancan en febrero, serán muy fuertes especialmente en el primer semestre. En lo que respecta al transporte, el alza ya anunciada para el área metropolitana de Buenos Aires tendrá una incidencia importante, que no estuvo presente en 2017, cuando se mantuvieron sin cambios los boletos de trenes, subtes y colectivos.
De todos modos, el mercado tiene una proyección de suba que puede corregirse a la baja según la metodología que incorpore el Indec, a partir del impacto del nuevo esquema de tarifa multimodal, que atenúa fuertemente el aumento a aquellos que utilizan más de un medio de transporte. Las subas de electricidad, gas y agua, en cambio, serán menores que las de los dos años previos. Así, el conjunto de servicios públicos aumentaría algo más de 35% en el año. El resto de los precios al consumidor tendrá una evolución que resulta de la combinación de varios factores, en donde la política monetaria tiene incidencia. Las subas de salarios serán un elemento importante y, por el momento, las negociaciones paritarias están en el debate inicial, que incluye el hecho de poner o no la cláusula gatillo. Mientras que el Gobierno aspira a subas en torno del 15%, el sindicalismo apunta al 20%.
La evolución del tipo de cambio es otro elemento a considerar. El salto reciente apenas logró compensar la inflación del año pasado. Si bien no se prevé una nueva escalada, en el corto plazo puede afectar algunos precios. En este contexto, el Banco Central tiene poco margen para seguir bajando las tasas de interés en forma considerable en el corto plazo; al menos, hasta que la tendencia de la inflación tome un sendero consistente con la meta. Nuestra proyección para el año se ubica por encima de la meta, pero deben tenerse en cuenta la eventual sobreestimación del alza de transporte, la evolución de las tasas de interés y el ritmo de crecimiento de la cantidad de dinero.
La autora es directora de C&T
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