Billete de $2000: entre una “oportunidad perdida”, un ahorro millonario y un efecto que se podría diluir a fin de año
Para diciembre, si la inflación continúa corriendo al ritmo actual, los dos mil pesos equivaldrían a los mil actuales; por costos de impresión, el Ejecutivo dejará de gastar US$21 millones, pero hubieran sido US$170 millones si se emitía un papel de $10.000
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La inflación se fue devorando el poder adquisitivo del peso argentino. Desde que entró en circulación el billete de $1000, en diciembre de 2017, hasta la fecha, el país acumuló una suba generalizada de precios de 840%. Solo por esa razón, los economistas consideran que la llegada del billete de $2000 era una medida necesaria, reclamada por varios sectores, pero que “se quedó corta”.
La decisión la anunció ayer por la tarde el Banco Central (BCRA), y detalló que el papel llevará la imagen de la doctora Cecilia Grierson, el doctor Ramón Carillo y la figura del Instituto Malbrán. En principio, se podrá encontrar en las calles entre junio y julio de este año, dijeron. Aunque por las demoras en la implementación, distribución y seguridad de los cajeros automáticos, estiman que irá cobrando protagonismo en la billetera de los argentinos hacia fin de año.
Para ese entonces, podría valer lo mismo que el actual billete del hornero si se confirman los pronósticos de analistas privados. A pesar de que el Gobierno afirmó que la inflación será del 60% para este año, los economistas proyectan que se encontrará en torno al 98,4%, de acuerdo con el último informe de Relevamiento de Expectativas del Mercado del BCRA.
“Con una inflación anual estimada en 100%, al cabo de un año el billete de $2000 va a equivaler a uno de $1000 actual. Es prácticamente no haber hecho ningún sinceramiento de la inflación acumulada desde que salió el billete de $1000 (+840%). O sea, al cabo de 5 años y 3 meses, los precios casi que se multiplicaron por diez (y, si sumamos este año, por 11). Tenía más sentido y lógica sacar uno de $5000 o, mejor aún, uno de $10.000, para eficientizar el manejo de efectivo en la economía”, apuntó Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria Consultora.
Son varias las ventajas de tener una moneda con un valor de circulación más alto. Desde los comercios e industrias hacen hincapié en la seguridad a la hora de trasladar grandes cantidades de efectivo. En tanto, los bancos mencionaron el desgaste de los cajeros automáticos, la demora para hacer ciertos trámites y la falta de espacio de almacenamiento. También hay un reducción en el costo de impresión, en un año en el que se estima que el Gobierno debería imprimir un 4% del PBI para financiar al Tesoro, como mínimo”, agregó Paolicchi.
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Para Augusto Ardiles, exdirector de la Casa de la Moneda, el nuevo billete de $2000 es “una oportunidad desperdiciada”. Con esta medida, por costos relacionados a la impresión como el papel, la tinta y la seguridad, el Estado podrá ahorrarse alrededor de US$21 millones para 2023. Si se lanzaba un billete de $10.000, la cifra escalaba hasta unos US$170 millones.
“La denominación de los billetes no es algo caprichoso o ‘político’. Es una decisión que se toma en el marco de una política monetaria coherente y que tiene que ver con el poder de compra real de la moneda. Insistir con denominaciones bajas, además de convertir la experiencia de pago de la gente en un calvario, tiene un costo enorme”, agregó. Según cálculos del exfuncionario, entre 2008 y 2015 este tipo de decisiones implicó que la Argentina perdiera US$639 millones. Y, entre 2020 y 2021, significó un costo de US$186 millones.
En un sentido similar apuntó Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, quien señaló que cuando se lanzó el billete de $1000 equivalía a unos US$58. Al dólar MEP ($355), hoy son tan solo US$2,8. “Para alcanzar el mismo nivel en dólares, estamos hablando de un billete de $20.000. La de ayer es una decisión necesaria, pero insuficiente. Tendría que haber sido más osada″, agregó.
En el comunicado oficial, el Banco Central justificó la demora en la implementación por el impulso que tuvieron los medios electrónicos de pago en las transacciones durante la pandemia. Los pagos por transferencia inmediata crecieron un 98,8% en cantidades y un 18,7% en montos el año pasado, mientras que los pagos con transferencia QR interoperables treparon un 41,4% interanual.
Si bien para Paolicchi se profundizó la utilización de medios de pagos digitales, recordó que la Argentina todavía tiene una informalidad de la economía que ronda entre un 35% y 40%. “Por lo que el uso de billetes sigue circulando. Y mucho”, completó.
Tal vez, una tarea pendiente para el próximo Gobierno será pensar en “quitarle algunos ceros” a la moneda y así simplificar los cálculos de la economía, añadió Tiscornia. Con la velocidad a la que corren los precios, los billetes quedan desfasados al poco tiempo. Es una historia conocida en la Argentina, sobre todo en contextos de alta inflación: en 1981 se llegaron a emitir papeles de un millón de pesos.
“Aún así, me sorprendió el anuncio. Este Gobierno presta mucha atención a la imagen y posicionamiento político. De cierta manera, un billete de mayor denominación es validar la inflación, cosa que no se quieren mostrar. Pero el billete de $2000 no alcanza, no fue una decisión con criterio técnico. Si se pensaba en lo más eficiente para la sociedad, se tendría que hablar de valores nominales más altos: $5000, $10.000, $20.000”, cerró.
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