La Legislatura provincial sancionó un marco regulatorio que permitirá desarrollar no solo la producción de salmones, tras una normativa que la prohibía, sino potenciar el crecimiento de mejillones, la trucha arco iris y el cultivo experimental de centolla o algas
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La Legislatura de Tierra del Fuego aprobó ayer una nueva normativa que redefine el marco legal para el desarrollo de la acuicultura en la provincia. El proyecto sustituye integralmente a la Ley 1355, que prohibía la salmonicultura, y abre la puerta no solo a esa actividad, aunque siguiendo requisitos, sino que busca transformar al territorio en un polo de producción sustentable de organismos acuáticos. Si bien faltan los detalles de la reglamentación, prevén inversiones de entre 550 y 600 millones de dólares. La ley, aprobada con ocho votos a favor y siete en contra, establece que no se intervienen lagos y lagunas. Como se dijo, no se limita al salmón. Aunque en el país sería distinta su producción, en Chile, después del cobre, este producto es el segundo en exportaciones con más de US$6000 millones. En Tierra del Fuego hay posiciones en contra.
La nueva ley abandona el enfoque restrictivo que fijaba la producción a 50 toneladas, volumen considerado inviable para el escalamiento rentable, y alcanza a proyectos de hasta las 1000 toneladas. Adopta los criterios de la Ley Nacional de Desarrollo Sustentable del Sector Acuícola Nº 27.231, centrada en la sanidad y la calidad ambiental.
Guillermo Abdala Bertiche, exdirector nacional de acuicultura, consultor del Banco Mundial y asesor del Consejo Federal de Inversiones (CFI), dijo a LA NACION que esta actividad es mucho más que “criar peces”. “La FAO define a la actividad como una actividad agropecuaria de producción y reproducción de organismos acuáticos en cautiverio. No hablamos solo de peces; entran las algas, los mejillones, los moluscos y todo lo que se pueda desarrollar en entornos acuáticos”, dijo.
Sobre el potencial de la provincia, el experto detalló que un trabajo realizado a lo largo de este tiempo junto al CFI permitió crear escenarios de crecimiento. “Esto no se limita al salmón; el crecimiento vendrá de los mejillones, la trucha arco iris y el cultivo experimental de centolla o algas”, detalló y dijo que no se trata del salmón que se produce en Chile y la única especie de salmónido autorizada es la trucha arcoíris.

La normativa aprobada establece “condiciones irrenunciables de sustentabilidad” y ordena territorialmente la actividad para evitar los errores cometidos en otros países. Por ejemplo, en cuanto a las zonas protegidas, se mantienen prohibidas las salmoneras en el Canal de Beagle, así como en todos los lagos y lagunas de la provincia. En la nueva ley también se detalla el uso consuntivo del agua. Es decir, el agua podrá tomarse si el requerimiento tecnológico lo dispone, pero no puede devolverse al ambiente para evitar impactos. Además, se priorizan tecnologías de recirculación cerrada que reutilizan el agua en un 93%.
Por otra parte, también se especifica el control estricto. “Es obligatoria la presentación de una Guía de Aviso de Proyecto (GAP) y un Estudio de Impacto Ambiental (EsIA) para cada emprendimiento”, detalla la nueva ley.
Abdala Bertiche agregó que el modelo que inaugura esta ley no busca replicar esquemas de producción masiva, sino posicionar a la provincia en un mercado de nicho de alta gama, a diferencia de los modelos masivos de Chile o Noruega. “La Argentina conoce las directrices internacionales; en 2023 se firmaron en la FAO las pautas para una acuicultura sustentable y nuestro diseño es vanguardista porque no busca competir en volumen, sino en diferenciación y calidad”, afirmó.
Recordó que la acuicultura es la actividad agropecuaria que se ocupa de la producción y reproducción de organismos acuáticos en cautiverio. A nivel global, esta representa aproximadamente 330.000 millones de dólares. Según el año se habla de entre 250 y 280 millones de toneladas producidas.

Según mencionó, esta nueva ley explica cómo la Argentina va a diseñar su desarrollo acuícola: “Densidades bajas, distribución ampliada de los cultivos, no concentrar ni sobredimensionar la producción de proteínas. Esto busca evitar el estrés, garantizar el bienestar animal, la calidad del desarrollo y, sobre todo, la calidad del ambiente”.
A partir de esta aprobación también se crea el Centro de Desarrollo Pesquero y Acuícola para investigación y transferencia de conocimiento, y se establece que un porcentaje de la producción debe destinarse al consumo local. Expresó que el entorno tecnológico será clave en esta etapa: “El mundo vira hacia los sistemas cerrados de recirculación por exigencias de certificación y calidad. Aunque Tierra del Fuego hoy no se encuentre en esa etapa final, la ley ya fija los mínimos y máximos para que el crecimiento sea planificado y ambientalmente responsable”.
OTRO PASO HACIA LA NORMALIDAD. La acuicultura deja de estar prohibida. Tierra del Fuego tiene que desarrollar sus ventajas competitivas. Tres que son obvias son el gas, el turismo y la acuicultura. Falta que saquen los galpones de Ushuaia para que pueda explotar su potencial… https://t.co/TJTJFia29b
— Fede Sturzenegger (@fedesturze) December 16, 2025
La aprobación de la ley generó repercusiones inmediatas, desde el apoyo de miembros del gabinete nacional hasta la resistencia de los bloques opositores. Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, celebró la medida en la red social X: “La acuicultura deja de estar prohibida. Tierra del Fuego tiene que desarrollar sus ventajas competitivas: gas, turismo y acuicultura. Argentina será próspera”.
En la misma línea, el senador nacional Agustín Coto, aclaró: “Va a reemplazar la prohibición total por un marco moderno y regulado. Más empleo para los fueguinos, más alimentos de calidad y más exportación. Prohibir por miedo nunca fue solución”.
Desde la oposición local, María Laura Colazo (Partido Verde) expresó su preocupación: “La Ley 1355 fue un consenso histórico y su modificación es un retroceso ambiental. Es una definición política clara: este modelo ya demostró ser contaminante, socialmente excluyente y contrario al futuro de Tierra del Fuego. No es desarrollo, es degradación ambiental con impactos irreversibles. Ayer se dio un retroceso muy lamentable en nuestra provincia, pero no nos rendimos: vamos a seguir defendiendo el agua, el mar y el futuro de las y los fueguinos”.

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