Disrupción: desde los botalones de fibra de carbono hasta el sabor del vino orgánico

De los primeros asentamientos a los robots que implantan semillas: una historia de innovación que comenzó hace más de 10.000 años con la revolución agrícola neolítica y que hoy avanza de manera exponencial. Juan Pelizzatti, socio gerente de Chakana Wines; Francisco Lugano, manager de El Arapey y vicepresidente de Aacrea; Guillermo Mariani, fundador de King Agro y Gonzalo Grigera, creador de AgIdea, conversaron con Cristian Mira, editor de la sección Campo de la nacion, sobre sus avances en materia tecnológica y su disrupción, cada uno desde su área.

Pelizzatti dirige desde 2002 Chakana Wines, una bodega mendocina que actualmente está enfocada en la producción orgánica. “A lo largo de todo el recorrido hemos puesto el foco en la comprensión de que la textura del vino y aquello que lo hace atractivo es básicamente la relación de las raíces con la vid, y eso nos llevó a utilizar distintas metodologías de trabajo y la exploración de distintos terruños que nos permitieran encontrar ese perfil que buscábamos”, detalló.

El productor explicó que la expansión favorable del vino argentino durante la primera década del 2000, traccionado por el éxito del Malbec en el exterior, llegó a su límite hace unos cuatro o cinco años. “Hoy tenemos que darle una vuelta de sofisticación y desafiarnos a encontrar el siguiente nivel de calidad que nos lleve a competir con los grandes del mundo”, expresó. Para eso, recomendó abandonar el varietal como identidad del vino argentino para empezar a “comunicar y explorar la diversidad de geología y de subsuelos”. En ese sentido, subrayó que su opción por la agricultura orgánica pone el foco en el suelo, y que esto todavía no es bien comprendido en la Argentina.

La innovación del trabajo en grupo y el conocimiento colaborativo fueron los dos pilares sobre los que se fundó la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), conformada por casi 2000 empresas agropecuarias distribuidas en 18 zonas por todo el país y organizadas en 225 grupos que intercambian ideas y experiencias para mejorar sus resultados. Explicó que cada uno de los 225 grupos CREA en la que se organiza la asociación tiene un presidente y asesores, pero que el corazón de la metodología radica en las reuniones mensuales de aquellos grupos donde el anfitrión, uno de los miembros, le expone a sus pares las problemáticas que tiene para salir adelante y el resto lo ayuda para poder solucionarlo.

Lugano contó que su propia empresa familiar, El Arapey, creció con la metodología CREA. Del oeste bonaerense creció a Santiago del Estero para desarrollar un proyecto ganadero que pudo consolidarse al compartir información con los productores locales.

También con una fuerte impronta en I+D, Grigera cofundó en 2006 AgIdea, una compañía que provee soporte científico a empresas biotecnológicas, semilleras y de protección o nutrición de cultivos. “La innovación [de AgIdea] tiene que ver con poder mostrar que, desde una pequeña empresa pero con un grupo focalizado, uno puede articularse, agregar valor y generar soluciones que sean superadoras de las que las grandes compañías pueden lograr”, expresó. De esa manera, trabajaron con gigantes como Syngenta, Dow y BASF.

A Mariani, en tanto, la innovación lo hizo “salir del agua” para “pisar la tierra”. La crisis económica de 2008 y 2009 y la consecuente baja de las exportaciones hacia Europa fueron la excusa para dejar de fabricar mástiles de veleros para producir barrales para pulverizadoras hechos de fibra de carbono. Su desarrollo no existía aún en el mundo y tuvo éxito tanto en el mercado interno como en el externo de la mano de empresas del tamaño de John Deere. Los botalones “livianos” de King Agro estuvieron presentes en 2015 en Agritechnica, realizada en Hannover, Alemania.

“Me gustaría vivir en un país donde los empresarios veamos al Estado como un socio y viceversa. Que integremos más a las universidades y a los institutos, y que partamos de la buena fe y no de la desconfianza”, concluyó Mariani.

Claves

Estrategias y procesos

• Respecto de los desafíos y oportunidades para el cambio, Juan Pelizzatti, de Chakana, explicó que en su caso, la clave está en la diferenciación. “En la viticultura se trata de salir de la homogeneidad y hacer florecer las identidades de los terruños”, dijo.
• Gonzalo Grigera de AgIdea, recomendó adoptar la metodología del “paso a paso” con interacción entre el sector privado, las universidades y el Estado.

En primera persona

Orígenes e historias de los protagonistas

Juan Pelizzatti

De los Alpes a los Andes. Sus antepasados tenían viñedos en Valtelina, Italia, a fines del siglo XIX. En 2002, el ex gerente de Movicom (hoy Movistar) decidió tener los suyos en Mendoza. Así nació Chakana, una bodega que hace cuatro años comenzó la transición al cultivo orgánico.

Francisco Lugano

El vicepresidente de Aacrea, es además gerente de El Arapey en Nueve de Julio, provincia de Buenos Aires, donde se dedican a la agricultura, y maneja otro establecimiento ganadero en Santiago del Estero. Es ingeniero en Producción Agropecuaria.

Guillermo Mariani

Del agua a la tierra: tras la crisis global de 2008, el derrumbe de las exportaciones de su empresa dedicada a insumos náuticos llevó al , CEO de King Agro a experimentar "con la tierra". Adaptó los mástiles de fibra de carbono de los veleros a los botalones de las pulverizadoras. Hoy las fábricas de maquinaria agrícola lo incorporaron en sus equipos para reducir costos.

Gonzalo Grigera

La pyme que se articuló con las multinacionales: En 2006, el doctor en Ciencias Agrarias Gonzalo Grigera cofundó AgIdea, una compañía que provee soporte científico en las áreas de investigación y desarrollo de empresas biotecnológicas, semilleras y de nutrición de cultivos. Trabajaron con grandes como DuPont y Bayer.

LA NACION

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