Soy asesor en Agroestudio Viento Sur y asistente técnico de la Regional Necochea de Aapresid. En el reciente congreso Sustentología de Aapresid, presentamos un panorama sobre los modelos de diagnóstico y fertilización nitrogenada para trigo y cebada disponibles en el sudeste bonaerense. Para ellos, que fueron calibrados principalmente en la Unidad Integrada Balcarce (INTA-FCA, Unmdp), realizamos validaciones en campos de las regionales de Aapresid de la zona, obteniendo resultados que confirman su gran utilidad.
Los "modelos empíricos" se basan en el análisis de información experimental sobre la respuesta del rendimiento ante un gradiente de disponibilidad de nitrógeno (N). Estos modelos son popularmente conocidos como "tanto-X" (por ejemplo 120-X). En ellos, la cantidad de N a aplicar como fertilizante (Nf) surge de la diferencia entre el umbral crítico (Uc) y la disponibilidad de N-nitrato en el suelo ("X") determinada, generalmente, entre siembra e inicios de macollaje en el estrato 0-60 cm: Nf=Uc-X. Estos modelos oscilan alrededor de 120-X para la zona de Tres Arroyos, 150-X para la zona serrana somera y 200-X en ambientes de altos rendimientos (región costera de Necochea hacia General Madariaga). Aunque es la metodología más usual para definir la fertilización, existen alternativas superadoras.
En los últimos años se ha avanzado en el estudio de estimadores del potencial de mineralización del suelo, siendo el N anaeróbico (Nan o Nmin) uno de los métodos de mejor performance. Su inclusión en los modelos empíricos evitaría subestimar la dosis de fertilizante en situaciones de bajo potencial de mineralización (por ejemplo lotes con prolongada historia agrícola) o sobreestimarla en ambientes de alto potencial (por ejemplo lotes que han tenido pasturas en los últimos años). Trabajos recientes indican que por cada 1 mg/kg que varía el Nan, la mineralización se modifica aproximadamente 1,4 kg/ha durante el ciclo de los cultivos de invierno.
Por otra parte, los modelos empíricos no consideran el contenido de proteína en grano. Para cebada, se han propuesto modelos que permiten definir la oferta de N (N-nitrato en 0-60 cm + fertilizante) por tonelada de rendimiento según el contenido de proteína que se pretenda. Para la zona, investigaciones en curso muestran que para lograr 10% de proteína son necesarios alrededor de 32 kg de N por tonelada de grano. Este umbral fue validado de manera satisfactoria con más de 700 lotes de la zona.
Una vez realizada la aplicación "de base", el monitoreo del estatus nitrogenado de los cultivos continúa mediante el uso de clorofilómetros o sensores remotos. Aquí también existen modelos calibrados localmente que permiten realizar ajustes en la nutrición. Se destaca que para ello es fundamental disponer en el lote franjas donde el nutriente no sea limitante, a fin de establecer comparaciones con el resto del cultivo.
La proteína en granos permite un diagnóstico final de la nutrición del cultivo. En este sentido, del análisis de datos de ensayos en trigo surge que cuando el contenido de proteína fue menor a 10,3%, los tratamientos manifestaron mermas en el rendimiento con respecto a aquellos donde el N no fue limitante. Resulta interesante que en las últimas tres campañas el 65% de los lotes analizados presentaron valores de proteína menores a dicho umbral, lo cual se explica por el bajo estímulo comercial para la obtención de calidad. Se advierte entonces que aunque este parámetro no sea relevante para el productor, no debe descuidarse la nutrición porque es probable que se esté resintiendo el rendimiento.