Legado, trabajo y pasión en el fin del mundo: la historia de una de las familias pioneras de Ushuaia
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El legado de la familia Bronzovich está tejido con las mismas fibras que componen la isla mágica de Tierra del Fuego. Desde hace más de un siglo, su historia se entrelaza con el territorio, la identidad rural y la evolución misma de Ushuaia. Todo comenzó en 1910, cuando Yure, inmigrante croata, llegó a este extremo austral y quedó cautivado por una geografía que le habló de posibilidades. Trabajó en la estancia Harberton (Yámana) y pronto tomó una decisión definitiva: volver a Europa solo para vender lo poco que tenía, buscar a quien sería su esposa y regresar a Tierra del Fuego con la intención de comprar tierra y echar raíces. No logró adquirir la estancia que soñaba, pero sí encontró su hogar. Se instaló en Ushuaia, trabajó en el presidio y, junto con su mujer, abrió un almacén que sostuvo a la joven familia, siempre en vínculo con la tierra y el trabajo rural.

Ese arraigo se profundizó con la siguiente generación y terminó de tomar forma en el monte. Vladi, hijo del pionero, convirtió la zona de Laguna Escondida en su centro vital done también crecieron sus hijos.
La infancia de Vecky Bronzovich podría definirse como un capítulo construido de bosques, exploraciones y una libertad imposible de replicar en otros rincones del mundo. Desde chica, encontró en el campo su lugar en el mundo. Pasaba horas entre caballos y ese contacto temprano, casi cotidiano, fue el que forjó su sensibilidad y su fascinación por la nobleza del animal.

Aprendió a manejar a los 10 años. No como juego, sino como herramienta vital: en una zona sin comunicación y con distancias largas, saber usar una camioneta era la forma de buscar ayuda ante cualquier necesidad o emergencia. Esa relación, directa y funcional, marcó su mirada actual sobre los vehículos de trabajo: para ella, una pick-up debe ser 4x4, confiable, con repuestos accesibles y una red sólida de postventa. No se trata solo de movilidad, sino de supervivencia.
Con el paso del tiempo, el legado se materializó en elecciones de vida. Hoy, Vecky continúa la tradición familiar desde el turismo rural, guiando cabalgatas y salidas en 4x4 que permiten a los viajeros descubrir un territorio todavía mágico. Para quienes llegan, caminar sin cruzarse con nadie o recolectar hongos del bosque es una experiencia exótica. Para ella, es rutina. Tierra del Fuego —siente y afirma— es un útero: un espacio protector donde nada malo puede ocurrir y donde todo puede resolverse. Hace un tiempo, ella volvió a Yámana, el primer lugar que pisó su abuelo en 1910. Frente al mismo viento y la misma costa, entendió por qué él eligió dejarlo todo y comenzar en el sur del sur. Conectar con ese punto geográfico fue conectar con su propia identidad.

Hoy es licenciada en Turismo y encontró un modo de transformar esa herencia en proyecto. Se dedica al turismo rural y a mostrar a quienes llegan al extremo sur del continente la calidez, la tradición y el valor del territorio. Además integra Ushuaia Eco Place, una iniciativa ambiental que invita a los visitantes a reducir su huella plástica en la isla. Turismo que no solo observa: también cuida.

La tercera generación de la familis representa aquello que se transmite, que se protege y que evoluciona. Su historia habla de una identidad hecha de tierra, familia y resiliencia. RAM, con Dakota, toma ese mismo concepto y lo proyecta hacia adelante: una pick-up pensada para quienes necesitan ir más lejos, con potencia para abrir camino y con la solidez para sostener aquello que llega desde atrás.

Ushuaia como territorio de herencia: RAM Dakota como herramienta para continuarla
En esos mismos paisajes —indómitos, extensos, profundamente australes— RAM eligió presentar la nueva RAM Dakota, la primera pick-up de la marca producida en Argentina. Bajo el lema el legado continúa, la marca traza un puente directo entre tradición y futuro: así como la familia Bronzovich construyó historia sobre la tierra, Dakota se proyecta como vehículo para seguir abriendo camino.

La llegada del modelo consolida el full liner de RAM en pickups —compacta, mediana y full size— dentro de un segmento que representa el 36% del mercado. Con producción nacional en Córdoba, inversión superior a USD 385 millones para Dakota y Titano dentro de un plan industrial total mayor a los USD 1.000 millones, la marca apuesta a crecer en un territorio donde la pick-up no es símbolo: es herramienta.

En una tierra en la que una camioneta puede significar comunicación, acceso y supervivencia, RAM posiciona a Dakota como un vehículo pensado para quienes viven el camino en serio. Para quienes necesitan tracción, fuerza, tecnología y respaldo. Para quienes conocen el valor de un motor capaz de llevarlos a donde empieza el silencio.
Porque en Tierra del Fuego los caminos no se encuentran: se crean. Y con RAM Dakota, el legado —ese que se hereda, se honra y se proyecta— sigue avanzando.
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