¿Cuándo es “creíble” el Indec? ¿Siempre, nunca o a veces?
Los datos difundidos por el instituto oficial generan diferentes reacciones, como sorprenderse, descreer, o contraponer los números a una situación particular
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Según el Indec, en el tercer trimestre de 2025 la tasa desocupación es ubicó en 6,6% de la población económicamente activa, 0,3 puntos porcentuales por debajo del registro del tercer trimestre de 2024, ¡a pesar del aumento de la oferta laboral! Según el Indec, en noviembre pasado el superávit de la cuenta mercaderías de la balanza de pagos fue de US$2498 millones, por el aumento de 24% del valor de las exportaciones, y la suba de 6,6% en el de las importaciones. También según el Indec, ajustado por estacionalidad el PBI aumentó 0,3% entre los terceros trimestres del año pasado y del presente.
Estos datos generan las siguientes reacciones. 1) Oia. 2) Al Indec no le creo nada. 3) Mi tío busca trabajo pero no encuentra; la exportación del producto X dejó de ser rentable; al sector Y le están cayendo las ventas.
La primera es la correcta, porque refleja la sorpresa que surge al contrastar las experiencias individuales, y las que emanan de planteos parciales e informales, con las estimaciones sistemáticas. La tercera también es entendible, por aquello del que se ahogó en un lago cuya profundidad promedio era de 10 centímetros. ¿Qué me importa a mí el promedio?, pregunta el desocupado o aquel a quien las ventas le cayeron mucho.
La segunda no es aceptable. A quienes la sostienen les pregunto: ¿cuestionarían al Indec si hubiera dicho que la tasa de desocupación trepó a 20%, hubo déficit comercial o estamos viviendo una recesión profunda? Si la respuesta es negativa, entonces lo que tienen es sesgo. Utilizando la misma metodología en todos los períodos, y sin dibujar, el Indec no puede ser cuestionado a veces.
¿Para qué sirven las estadísticas? Para comparar lo que me ocurre a mi con lo que le pasa al conjunto. Ejemplo: no necesito al Indec para saber si estoy ocupado o desocupado. Si pierdo el empleo, el Indec me ayuda a averiguar si solo me ocurrió a mi, o si se trata de un fenómeno general. Si cuando lo pierdo la tasa de desocupación está cayendo, me sentiré mal en lo personal, pero sabré que las chances de conseguir otro trabajo son altas; mientras que si lo pierdo cuando la tasa de desocupación está aumentando, sentiré que el problema no es conmigo, pero que me costará más volver a formar parte del “club” de los ocupados.
Como bien dice Walter Sosa Escudero, no le pidamos a los datos más de lo que pueden dar, pero ampoco menos.
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