El dueño de Pelopincho, tras los despidos: "Los que quedaron en la fábrica están tristes"
"No me quedó otra alternativa. A pesar del dolor que tengo, creo que fue una medida a tiempo, porque más tarde en vez de 38 trabajadores por ahí hubiesen sido 100". Con esas palabras, comenzó el diálogo con LA NACION Héctor Goette, presidente de Sonne, la compañía que fabrica las piletas Pelopincho y Tiburoncito, luego de despedir a 38 empleados de su fábrica. Contó que la difícil situación económica y la pérdida del poder adquisitivo de la gente de clase media y media baja, consumidora de estos productos, derrumbó el mercado la temporada pasada.
La planta está radicada en Merlo , provincia de San Luis, desde el año 1983 y contaba hasta antes de los despidos con 240 operarios.
El ejecutivo señaló que es la primera vez que se toma una medida de ese tipo. "La gente aceptó con dolor la decisión, pero nos pidió que los tengamos en cuenta si las cosas mejoran. Acá en Merlo nos conocemos todos, así que los que quedaron en la fábrica están tristes por sus compañeros que ya no están y a quienes conocen de toda la vida. Yo también lo estoy", dijo.
Según el empresario, la venta de las piletas es estacional y solo se comercializa durante 40 días en el año, desde diciembre hasta el 10 de enero. "Esta temporada hubo una gran retracción en las ventas. La producción anual fue de 300.000 unidades y los comerciantes se quedaron con el 50% de stock. Indefectiblemente la reposición caerá para fin de año", lamentó.
Antes de tomar la decisión, la compañía, durante los meses de marzo, abril y mayo, redujo los turnos de los empleados a media jornada pero igual se le pagaba el sueldo entero.
La historia detrás de la Pelopincho
La historia de las conocidas piletas comenzó en el año 1970, cuando Goette instaló un taller de reparación de lonas en la ciudad entrerriana de Crespo. Cinco años más tarde empezaría a fabricarlas bajo el nombre El Zonda. Su competidor era Pampero, que comercializaba una pileta de lona verde. Allí, el incipiente empresario decidió confeccionarlas con una tela vinílica.
Luego de un tiempo, en 1982 se sancionó la ley de Promoción Industrial con beneficios impositivos para aquellos que apostarán a radicarse en provincia como San Luis. Y allí se instaló.
Por ese entonces, Merlo tenía una población de sólo 4.000 habitantes y con un parque industrial virgen, casi sin desarrollo. Manos a la obra, empezó a construir y a poner a punto su fábrica.
Hoy con cerca de los 70 años, Goette sabe que no había opción, pero igual está triste. Aún recuerda sus comienzos en la Mesopotamia que, como lonero y con 20 años, logró construir una empresa casi sin inversión alguna. Dice que quiere reincorporar al personal despedido apenas note cierta recuperación del negocio.
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