Hernando de Soto: "La informalidad se combate con la creación de empresas"
El economista peruano cree que hay que facilitar la apertura de nuevos negocios simplificando los trámites
Para graficar los costos que implica tener una economía con altos niveles de informalidad como la argentina, el economista peruano Hernando de Soto, presidente del Instituto Libertad y Democracia, pone el ejemplo concreto de un fabricante de chorizos en el barrio de Mataderos que no pudo iniciar su negocio "con todas las de ley" debido a la cantidad de tributos, costos y registros (algunos contradictorios entre sí) que debía enfrentar para hacerlo. Como consecuencia, el empresario optó por trabajar en negro, lo que no sólo implica no estar bajo el control de ninguna autoridad, sino tampoco ser capaz de desarrollar todo el potencial de su negocio.
"Si [ese empresario] quisiera obtener un crédito para la adquisición de equipos o maquinaria no sería elegible por las empresas financieras del sector formal -dice un análisis de De Soto sobre la informalidad en la Argentina-. Al no poder ampliar el número de sus trabajadores, tampoco puede especializar el trabajo para incrementar la productividad." La informalidad, explicó De Soto a LA NACION, no permite que las empresas "extralegales" desarrollen una mayor escala de producción, lo que genera pérdidas para la economía en su conjunto.
La informalidad no es un problema menor en la Argentina. Según el Indec, el 33,1% de los asalariados trabaja en negro. Días atrás, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó una cifra incluso más grave: la informalidad laboral afecta al 46,8% del total de ocupados, sean asalariados o independientes.
De Soto, que brindará una conferencia mañana en la jornada inaugural del 50° coloquio anual de IDEA, tiene una visión crítica sobre el modo en que la OIT califica a quienes se encuentran en la informalidad: "No nos gusta la categorización de la OIT de decir que esas personas no tienen un trabajo decente; también puede tratarse de empresarios que no tienen acceso al capital para desarrollar su empresa. Se los debe categorizar no sólo como potenciales obreros, lo que es una visión eurocentrista, sino también como potenciales empresarios".
A partir de esa diferencia, que podría parecer meramente semántica, De Soto plantea una posible solución: "Para combatir la informalidad hay que facilitar la creación de nuevas empresas."
"En la Argentina el costo de establecer una empresa nueva es altísimo, sobre todo para los más pobres. Las políticas son pro empleado y no pro empleador", asegura.
En su análisis sobre la informalidad en la Argentina, De Soto señala que, sobre la base de un estudio que el instituto que dirige llevó a cabo hace siete años en el país, el 90% de las empresas argentinas estaban excluidas de los instrumentos legales que permiten celebrar contratos, emitir acciones y formar estructuras jerárquicas no familiares. Y añade: "El 70% de los predios urbanos (6,3 millones de predios) así como el 75% de la superficie rural (131,1 millones de hectáreas) no pueden capturar inversión o no tienen la personería para ser identificados en todo el país".
La situación no parece haber mejorado con los años. Según el último informe Doing Business del Banco Mundial, la Argentina ocupa el puesto 126° entre 189 países en cuanto a la facilidad para hacer negocios en el país. En temas como la apertura de un negocio nuevo, el manejo de permisos de construcción o el registro de propiedades, la Argentina se ubica aun peor en el ranking.
Para De Soto, los encargados de cambiar este escenario son los políticos. Sin embargo, añade, para que políticos con una visión "pro mercado" lleguen al poder, primero hay que cambiar la concepción "antiempresarial" de la mayoría. "No se pueden llevar a cabo cambios que favorezcan la creación de empresas mientras la empresa y el capital sean percibidos como algo perteneciente a una minoría y exista desconfianza hacia esa minoría. Cartoneros, piqueteros y cuentapropistas son empresarios potenciales que no se identifican como tales. El problema es crear legislación que promueva la libertad de empresa y a la vez defienda a los pobres", dice.
De Soto lleva su propuesta más allá: para él, el "empoderamiento económico" es la mejor opción para impedir el avance del terrorismo islámico. Usando como ejemplo lo ocurrido en su país, donde Sendero Luminoso perdió adeptos cuando se facilitó el acceso de los campesinos a la actividad económica formal y muchos de ellos consiguieron derechos de propiedad, el economista propone usar una estrategia similar en Medio Oriente.
Propuesta alternativa
Incentivos
Estudioso de la informalidad en las economías latinoamericanas, Hernando de Soto dice que en muchos casos quienes trabajan en negro deberían ser tomados como potenciales empresarios pyme y facilitarles su actividad formal
Exposición
De Soto expondrá mañana en la jornada inaugural del Coloquio de IDEA, en Mar del Plata