Cuál era el mejor momento para salir del cepo
El exsecretario de Política Económica durante la actual gestión analizó el primer año de gobierno
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NUEVA YORK.– Joaquín Cottani espera parado en la puerta del The Yale Club de esta ciudad, frente a Grand Central. Es un lugar privado, creado en 1897, para todos los graduados de esa universidad, en donde se pueden ver retratos colgados de exalumnos, como los presidentes George Bush (padre e hijo) y Bill Clinton. También estudiaron en esta institución Cottani (doctorado en Economía) y el actual secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien ayer visitó la Argentina.
El economista cordobés está radicado en Estados Unidos desde 1997, pero pausó esa residencia durante seis meses cuando asumió como secretario de Política Económica del Gobierno. En ese entonces, no conocía personalmente ni al presidente Javier Milei ni al ministro de Economía, Luis Caputo; había llegado por recomendación del exministro Domingo Cavallo, de buena relación en ese momento con el mandatario libertario.
Sin embargo, a mediados del año pasado, renunció por diferencias en la forma de abordar la política cambiaria. Cottani estaba a favor de quitar el cepo y pasar a una flotación del tipo de cambio, pero compartía la idea de que el Gobierno se sentía cómodo con el cepo porque le permitía tener tasas de interés más bajas y ayudaba a acelerar la caída de la inflación.
“Caputo siempre me dijo que la diferencia entre los economistas y la gente del mercado es que los economistas piensan con una hoja de Excel cuando toman decisiones, pero que es el conocimiento del mercado el que da la reacción. En eso le daba razón total. Uno piensa más teóricamente, sin conocer los actores. No me fui ni enojado ni nada. Mi objetivo era influir si se podía en el debate interno sobre ideas que a lo mejor hubieran terminado permitiendo salir del cepo más rápido”, dice Cottani, con tranquilidad y con elogios a Caputo por cómo afrontó los primeros meses de gestión.
El exsecretario pensaba que el Gobierno iba a salir del cepo en noviembre, cuando la brecha cambiaria bajó al 10%, pero cree que la gestión económica estaba asustada de los ruidos que eso podía generar. “El exitismo argentino nos hace siempre llegar al final tarde, cuando ya los problemas se producen por un shock internacional o por una cuestión de acumulación”, indica, en una entrevista con LA NACION, realizada el miércoles pasado, previo a conocerse el acuerdo con el FMI.
–¿Cómo ve la Argentina en este contexto internacional más volátil?
–Le agrega un problema a los problemas locales que ya venía teniendo. Sin embargo, soy optimista tanto a nivel internacional como local. A nivel internacional porque creo que esto es más una forma desordenada de aproximarse a un mundo más abierto. Si bien Trump no lo explica de esa manera y pareciera que lo suyo es el mercantilismo, creo que va a llevar a una economía más abierta de la cual la Argentina se va a beneficiar. Hoy todo parece dramático. El ambiente internacional le agrega ruido a la Argentina, pero dentro de tres meses creo que no vamos a estar hablando de los aranceles y no va a haber una crisis financiera, como algunos dicen. Puede haber golpes financieros como están habiendo ahora, pero no hay elementos para una crisis financiera comparable a, por ejemplo, la crisis de 2008. Tampoco es comparable al daño que ocasionó la pandemia.
–Este shock externo negativo agarra a la Argentina con reservas netas negativas y un régimen cambiario muy rígido.
–Esos son los dos problemas de la Argentina y eso se resuelve levantando el cepo. Es algo que la Argentina tendría que haber hecho en el segundo semestre del año pasado, por ejemplo, en noviembre, cuando la brecha cambiaria había llegado al 10%, y cuando las reservas estaban aumentando, si bien no por la cuenta comercial, sino más bien por la financiera. Pero era un momento de buenas expectativas donde eso se debió haber hecho.
–¿Por qué no se salió del cepo ahí?
–Porque prevaleció esta idea de que no había que hacer nada que pudiera alterar la reducción persistente de la inflación, por lo menos hasta las elecciones, que no sé si es una orden presidencial o si es algo compartido también por Toto Caputo y Santiago Bausili. El Gobierno estuvo bien en no haber tratado de hacer lo que hizo Macri a fin de 2015 de liberar el cepo de golpe. Eran circunstancias distintas y hubiera llevado a un salto inflacionario grande. Eventualmente, la inflación habría bajado, pero el proceso habría sido mucho más desordenado y el impacto sobre el producto y la pobreza hubiera sido peor del que fue. Le doy todo el crédito. Yo era parte del equipo económico en ese momento y compartía que no era el momento de salir. Cuando la inflación bajó y las expectativas inflacionarias ya se habían controlado, era el momento de levantar el cepo, tal vez con algunas restricciones residuales que podrían haberse quedado, como el giro de dividendos o los pagos entre filiales de una misma compañía. Hubo una especie de terquedad. Decían que no se podía hacer nada porque lo importante era mantener las expectativas inflacionarias bajas y para eso, el ancla cambiaria era la única manera de mantener controlada la inflación. Además, la brecha parecía estar también bajo control, a pesar de que había intervenciones y estaba el dólar blend del 20%.
–¿Qué hubiese pasado si en noviembre se levantaba el cepo?
–Hubiera habido un salto cambiario e inflacionario, pero si el Banco Central hubiera hecho las cosas bien, que significa hacerlo con convicción, no tímidamente y de forma súper gradual, se hubiera producido la misma baja fuerte de la inflación.

–¿Pero podría haber habido una inflación mensual de dos dígitos nuevamente?
–La inflación podría haber llegado a 7%, si se unificaba el tipo de cambio. Tal vez hubiera habido un overshooting en el tipo de cambio [una suba excedida], pero inmediatamente iba a bajar, porque al no haber acomodamiento monetario a través del financiamiento del déficit fiscal, se hubiera dado una baja de la cantidad real de dinero. Además, porque después de ese overshooting inicial, iba a haber apreciación cambiaria. Todavía eso se puede hacer ahora.
–Pero estamos en vísperas de las elecciones legislativas...
–Sí, pero los meses de aquí a la elección van a ser muy ruidosos desde el punto de vista financiero. ¿Cómo se van a controlar los tipos de cambio paralelos? ¿Conviene vivir con ese ruido de brecha que va a obligar a cierto deslizamiento, a la imposición de una banda, o esas cosas que nunca funcionan, o simplemente decir que se libera el cepo? Seguramente vamos a llegar a octubre como mínimo con la misma inflación que ahora o menor. Porque el número de meses requeridos para que baje la inflación después del salto inicial es muy bajo. Hay tiempo de aquí a octubre para hacerlo.
–El Gobierno podría “echarle la culpa” al peor contexto internacional que lo obliga a devaluar.
–Exactamente, y no usar la palabra devaluar, sino decir que se libera el mercado de cambios y se sale del cepo de una vez por todas. Hubiera sido mejor hacerlo en noviembre y ya estaríamos hoy con una inflación del 1,5% mensual.
–Caputo dijo en los últimos meses que no va a devaluar. ¿Cómo queda su credibilidad si termina pasando eso después?
–Con coraje y con convicción, Caputo tiene que terminar con el cepo, porque ya no da para más. Si eso genera la depreciación del tipo de cambio, que es obvio que lo va a generar, es resultado de un proceso de liberalización. Lo peor que podría hacer es hacer otra devaluación dentro del cepo. Es perfectamente justificable que ante un shock externo, el mercado cambiario ajuste como debe ajustar. Eso hace más fuerte a la economía. El truco está en que apenas el tipo de cambio empieza a apreciarse, que es lo que va a ocurrir por fuerza de la entrada de capitales, el Gobierno no se pierda tratando de que baje al nivel que está ahora [$1078]. Tiene que intervenir, y cuando llega a $1500, si es que saltó a $1750 y empieza a bajar, que fije un nivel. De facto, va a haber como una especie de tipo de cambio fijo, no porque lo fije el Estado, sino porque entra tanto capital que el Banco Central interviene y acumula las reservas.
–Al comienzo de la gestión, cuando se anunció que el tipo de cambio se iba a devaluar al 2% mensual, ¿iba a ser temporal o la idea desde el principio era que quede durante mucho tiempo?
–No, mi sugerencia era que estaba bien haber anunciado el 2% para anclar expectativas, pero que en febrero o abril había que empezar a liberar el cepo porque ya las expectativas estaban dominadas y la fuerza era hacia la apreciación del tipo de cambio. Por supuesto que eso iba a requerir que se unificara como mínimo al nivel de lo que era en ese momento el tipo de cambio libre, que era solo un 20 o 25% superior. Lo que hizo Caputo no lo discuto en el primer semestre, porque había que tener cuidado, había que ser cauteloso y esperar que las cosas se asentaran. En el segundo semestre, incluso antes de noviembre, se podría haber hecho, pero fue querer adoptar como una especie de sine qua non, que la inflación tenía que bajar y no podía subir ni temporalmente hasta antes de las elecciones. Ahora, no sé cómo hará el Gobierno para vivir con este shock internacional hasta octubre. Seguramente el escenario más probable es que harán algo de gradualismo e intervención, a lo mejor en el proceso de no cumplir alguna meta [con el FMI] por intervenir. El blend va a permitir que entren más reservas, pero a lo mejor también va a permitir que esas reservas las quieran usar para intervenir, con lo cual el Gobierno se va a sentir cómodo porque podrá intervenir con más discreción, cosa que el blend no permite. La conclusión mía es que a la Argentina no le falta mucho por hacer a corto plazo para mejorar la situación.

–¿Qué le falta?
–Resolver el problema cambiario y eliminar las restricciones, sobre todo las de carácter financiero, pero también las comerciales cuando haya más reservas. Si no se hace antes de las elecciones, se va a hacer después, independientemente de cuál sea el resultado. Eso para mí es el puntapié inicial para que las cosas empiecen a mejorar. Por eso no puedo ser pesimista sobre la Argentina, sobre la base de una cuestión técnica que es si sacamos el cepo ahora o lo sacamos después.
–Un informe del JP Morgan destacó que el primer año del Gobierno fue muy bueno porque, por primera vez en muchos años en el país, un presidente priorizó la economía por delante de la política. ¿Cree que este año el Gobierno hará lo mismo o van a pesar más las elecciones?
–Esa es la contradicción que uno ve. ¿Por qué es tan importante el resultado electoral? El Presidente tiene apoyo de la población para hacer lo que viene haciendo y de golpe empieza la idea de que ceder espacios al Pro no conviene. Eso es empezar a poner de nuevo la política por delante de la economía. A mí no me preocupa que el resultado electoral no sea tan favorable a Milei. De hecho, el Presidente está complicado políticamente por cuestiones que no tienen nada que ver ni con el ambiente internacional, sino por errores no forzados de su propia cosecha. A lo mejor esas cosas pueden influir sobre la elección y no que aumente la inflación y después baje. Si el resultado es así, las reformas estructurales habrá que pasarlas haciendo alianzas, aprovechando la debilidad de la oposición. Si uno piensa en el país antes que en la política, ceder espacios al PRO o incluso a los peronistas no kirchneristas, no debería ser un drama, debería ser una cuestión de negociación civilizada para conseguir las cosas que el país necesita y que la población apoya. Por lo tanto, hacer todo como una especie de juego de ajedrez relacionado con el resultado electoral y que por eso no podemos tocar nada, porque la inflación, es contraproducente. Para mí vivir con inestabilidad financiera, con tasas de interés que van a impactar, con futuros que van a estar reflejando una devaluación el día después de la elección, eso no ayuda ni al resultado electoral, ni a que la economía sea más estable.
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