La historia detrás del plan que preparan Broda, López Murphy y Cavallo para presentarle al próximo presidente
Hace unas semanas, Miguel Ángel Broda hizo público que estaba trabajando junto a otros economistas para armar un programa de reformas estructurales para el próximo presidente. La revelación no solo no fue bien recibida en el Ministerio de Hacienda, que tuvo una respuesta inmediata de Nicolás Dujovne, quién los responsabilizó "del fracaso que hemos vivido los argentinos", sino que los otros analistas involucrados reaccionaron también sorprendidos ante la confesión, según reconstruyó LA NACION.
Broda nombró a Domingo Cavallo, Ricardo López Murphy y a Guillermo Calvo, quienes hubieran preferido que el hecho no trascendiera, ya que no quieren generar rispideces con el Gobierno. De hecho, Cavallo y López Murphy también ejercieron la función pública y hubieran preferido trabajar en reserva, ya que entienden lo que es estar en los zapatos del ministro. Calvo, directamente, negó ser parte del proyecto y dijo no saber qué se planea hacer al respecto.
Más allá de las polémicas, hay un equipo de académicos y exfuncionarios que está trabajando en una agenda de reformas para proponerle al próximo gobierno, que agrupa además de economistas, a politólogos y constitucionalistas. Las conversaciones, dijeron, se iniciaron hace un año, tras la primera corrida cambiaria de fines de abril y luego de ver cómo la historia económica argentina se repetía.
"Después de las elecciones, la Argentina necesita un gobierno mayoritario de coalición, donde haya un gran acuerdo político para hacer las reformas necesarias. Para eso tiene que estar listo este programa, para que sea el fundamento de ese gobierno mayoritario, como para España fueron los Pactos de la Moncloa en la transición de la dictadura franquista a la democracia", dijo López Murphy, quién además señaló que se trabajan en aspectos más amplios que la economía. Estas incluyen, no solo las reformas laboral, tributaria y previsional, sino también aspectos de educación, defensa, inteligencia y seguridad, entre otros temas.
Las propuestas en las que se especializó el exministro de Defensa y de Economía se centran en los problemas institucionales. "Una vez que se arregle lo institucional, pensamos las reformas económicas", dijo. López Murphy resalta dos leyes puntuales que hay que modernizar: la de Coparticipación, para discutir cómo es el régimen tributario entre la nación, las provincias y los municipios y, muy relacionado también, el destino de los fondos que estaban asignados a la Anses y que la Corte Suprema dictaminó en 2015 devolverles a las provincias. "Hemos llegado a una situación de deterioro tan agudo cuyo síntoma es el económico, pero el problema es institucional y político", dijo.
Cavallo, por su parte, escribió en su blog una serie de recomendaciones para la actual gestión y, al responder la consulta de un lector de si estaba trabajando en un plan económico, dijo que él y "muchos otros economistas con experiencia tratamos de aportar ideas, pero los planes a implementarse deben ser preparados por quienes van a ser responsables de su implementación". "Personas como nosotros sólo podemos colaborar marginalmente", agregó.
Agenda económica
El presidente que esté a cargo del país a partir del 10 diciembre deberá hacer frente también a los vencimientos del préstamo del FMI, lo que para la mayoría de los analistas privados supone una nueva renegociación del programa.
Hoy, el debate se centra en cómo lidiar con el tipo de cambio y qué intervenciones están permitidas hacer en el mercado para domar al dólar. A las discusiones que se iniciaron en octubre pasado cuando se supo el ancho de la zona de no intervención –que permite un salto de hasta 11 pesos entre el piso de la banda y el momento en que el Banco Central puede vender dólares–, se sumó la decisión del Tesoro de vender US$60 millones diarios hasta fin de año.
"Habrá que convencer al Fondo Monetario para que admita una flotación menos libre que la actual", dijo Broda hace dos semanas. Esto es algo en lo que concuerdan los otros tres economistas citados por él. De hecho, según indicó uno de ellos, convencer al FMI no sería un problema, ya que en el gobierno de Donald Trump ven con buenos ojos que la Argentina adopte el dólar como moneda nacional, como admitió el año pasado el asesor de la Casa Blanca Larry Kudlow cuando dijo que "la única salida para el dilema argentino es fijar el tipo de cambio". Horas después, un vocero del Tesoro norteamericano tuvo que salir a desmentir los dichos del director del Consejo Económico.
En el Gobierno desmienten categóricamente que fijar el tipo de cambio sea una solución, a la que consideran una "propuesta mágica" que en el pasado terminó con la crisis de 2001 y el corralito. "Nosotros proponemos algo distinto, tener una moneda sana, que flote y que reduzca la volatilidad real de la economía argentina", dijo Dujovne en su estadía en Washington hace dos semanas.
Lo que miran con atención los "economistas viejos" –como se autodefinió Broda– es que se utilice nuevamente el dinero del FMI para atrasar el tipo de cambio, mientras la inercia inflacionaria continúa generando presión sobre el precio del dólar. "El tipo de cambio tiene que subir un poquito y si hay una corrida en contra del peso, ahí se tienen que utilizar las reservas para evitar las escapadas. Pero si se utiliza el dinero para mantener el dólar bajo durante cinco o seis meses, y la inflación sigue alta, las probabilidades de una devaluación o de una escapada hacia el dólar aumentan", advirtieron con preocupación.