
Cómo pasar del ahorro a la inversión y no morir en el intento
En el primer capítulo de Finanzas Estratégicas analizamos cómo transformar el ahorro en inversión; hábitos, montos iniciales y herramientas simples para que el dinero empiece a trabajar por vos

En un país atravesado por la incertidumbre económica, la educación financiera dejó de ser un lujo para convertirse en una necesidad. Sin embargo, todavía persisten dudas básicas: ¿qué significa realmente ahorrar y en qué se diferencia de invertir?
Para responder a estas preguntas y marcar el inicio de un recorrido de nueve entregas, en Finanzas Estratégicas reunimos a tres voces clave: Federico González Rouco, economista de la consultora Empiria; Maximiliano Donzelli, Head of Strategy & Trading en IOL Inversiones; y Cristian Coloca, Portfolio Manager en Supervielle. Ellos ofrecen una mirada práctica para comprender los primeros pasos en el mundo de las finanzas personales y sentar las bases de lo que vendrá en los próximos capítulos.
El primer dilema que surge al hablar de finanzas personales es entender la diferencia entre guardar dinero e invertirlo. Mientras que para muchos argentinos ahorrar puede significar acumular pesos o comprar dólares, los expertos advierten que se trata solo del inicio.
“Ahorrar es guardar el dinero, generar una diferencia entre lo que te ingresa y lo que gastás. Invertir es poner a trabajar ese ahorro en distintos instrumentos de inversión para que no se quede quieto y se defienda ante la inflación”, explica Cristian Coloca, Portfolio Manager en Supervielle.
En la misma línea, el economista Federico González Rouco agrega: “El ahorro es más de cobertura, como quien compra dólares para proteger lo que tiene. El que invierte ya está pensando en cómo hacer trabajar esa plata”.
Para Maximiliano Donzelli, Head de Inversiones en IOL, se trata de un proceso escalonado: “El ahorro es el paso previo. Pero si el dinero se deja quieto, pierde valor con el tiempo. Invertir es dar el segundo paso: buscar alternativas para que no se deteriore”.
Dar ese segundo movimiento implica conocer cuáles son las alternativas disponibles. Según Donzelli, existen dos grandes caminos: la renta fija, que incluye bonos emitidos por gobiernos o empresas, y la renta variable, que son acciones y Cedears (certificados que permiten invertir en compañías extranjeras desde la Argentina).
El acceso, además, es más simple de lo que parece. “El primer paso es abrir una cuenta en un broker. Hoy se puede hacer desde el celular, en pocos minutos y sin costo. Desde allí se pueden transferir pesos o dólares y empezar incluso con montos bajos, lo importante es animarse a arrancar”, subraya Donzelli.
El hábito de ahorrar e invertir
Uno de los grandes interrogantes es cuánto destinar a ahorro o inversión. La respuesta depende del perfil y la situación de cada persona, pero los especialistas coinciden en algo: lo importante es generar el hábito.
“Siempre es recomendable apartar una parte de los ingresos, aunque sea un 10%. Lo fundamental es la disciplina, y después fijar objetivos que permitan ir aumentando esa proporción. Si el dinero queda quieto, se desvaloriza ante la inflación”, remarca Coloca.
Por su parte, Donzelli recuerda que hoy es posible dar los primeros pasos con sumas accesibles: “Con $10.000 se puede comenzar. No importa lo que rinda, sino que la persona entienda cómo funciona el mercado y cómo se siente ante las subas y bajas”.
Quienes se inician suelen buscar alternativas simples y seguras. Las cuentas remuneradas son una de las opciones más accesibles: permiten obtener un rendimiento diario y disponer del dinero en cualquier momento. Los plazos fijos, por su parte, aseguran un interés pactado, aunque inmovilizan el capital durante el período elegido.
Una alternativa cada vez más popular son los fondos comunes de inversión. “Los money market combinan seguridad con liquidez: rinden todos los días y el dinero puede retirarse de inmediato”, explica Coloca.
Donzelli agrega que “son administrados por profesionales y permiten invertir desde montos muy bajos, accediendo a carteras diversificadas”.
Bonos y obligaciones negociables (ON)
A medida que se gana experiencia aparecen instrumentos más sofisticados. Los bonos son títulos de deuda que devuelven el capital más un interés. “Si comprás un bono que paga 7% anual, al final del período vas a tener tu inversión inicial más ese rendimiento”, explica Donzelli.
También se destacan las obligaciones negociables (ON), emitidas por empresas privadas. “Son títulos de deuda con condiciones preestablecidas. A diferencia de las acciones, que implican compartir los riesgos de la compañía, las ON aseguran que la empresa debe pagarte al vencimiento, lo que las hace más seguras”, detalla Coloca.
Invertir en acciones implica convertirse en socio de una empresa. En el mercado local aparecen opciones como YPF o Pampa Energía, mientras que a nivel internacional los Cedears permiten acceder a gigantes como Apple, Amazon o Tesla sin salir del país.
“Un Cedear es un certificado que representa acciones extranjeras. Permite diversificar, dolarizarse y acceder al desempeño de compañías globales. Es un instrumento clave para quien piensa en el largo plazo”, destaca Donzelli.
Las criptomonedas también forman parte del universo financiero actual. Donzelli es claro en su recomendación: “Bitcoin es como el oro digital, con oferta limitada y confianza creciente. Pero es muy volátil: entre tres y cuatro veces más que una acción. Por eso conviene que ocupen un porcentaje muy chico de la cartera, como complemento”.
Errores comunes y cómo evitarlos
Entre los tropiezos más habituales, Coloca señala la falta de diversificación: “Si invertís en un solo activo y baja, no podés compensarlo con la suba de otro. Diversificar es clave para reducir riesgos”.
Otro error es dejarse seducir por promesas de ganancias excesivas. “Si alguien ofrece un rendimiento muy por encima del promedio, al menos hay que hacer preguntas. No digo que siempre sea una estafa, pero por la experiencia histórica es raro”, advierte González Rouco.
A pesar de todo, el nivel de ahorro en la Argentina y la región es poco. Donzelli aporta datos del Banco Mundial: en América Latina solo el 7% de la población invierte, frente al 30% en Europa y casi el 60% en Estados Unidos.
Rouco suma otra perspectiva: “La mitad de la gente directamente no ahorra porque no puede. Y entre quienes lo hacen, muchos destinan ese dinero a la vivienda. A esto se suma la desconfianza que dejó la crisis de 2001 en el sistema financiero”.
La clave para dar el salto
Para dar vuelta la página, el consenso entre los especialistas es que el primer paso es empezar, aunque sea con poco. “Hay que fijar un objetivo personal que genere motivación y luego poner a trabajar ese dinero en los instrumentos adecuados”, sostiene Coloca.
Donzelli insiste en la importancia de la paciencia: “La inversión es un negocio de tiempo. Hay que informarse, diversificar y evitar la ansiedad de seguir modas. El largo plazo siempre muestra resultados”.
Para Rouco, la clave está en la educación: “Conocerse a uno mismo, entender horizontes y objetivos, y formarse. No hace falta pagar un asesor: hay miles de recursos gratuitos para arrancar”.












