SoftBank, en problemas: la reconversión del padre de los unicornios
El grupo japonés que es accionista de Alibaba y WeWork busca desprenderse de activos por US$41.000 millones para reducir su deuda
"Frío como una piedra y loco" así fue como describió un patrón de un fondo de valores privados el golden parachute ("paracaídas dorado" en inglés, que es el término con el que se conoce a una cláusula especial de indemnización) de US$1700 millones que SoftBank, un conglomerado japonés, le dio a Adam Neumann, cofundador de WeWork, como parte del rescate del gigante del coworking a fines del año pasado. SoftBank parece haber recuperado la sensatez. El 2 de abril rechazó un acuerdo para comprar acciones de WeWork por hasta US$3000 millones, lo que hubiera convertido a Neumann en multimillonario. SoftBank dice que la investigación del gobierno estadounidense de WeWork, cuyo lanzamiento inicial de acciones implotó en parte por problemas corporativos, significa que no está obligado a hacer la compra. Los accionistas de WeWork que se hubieran beneficiado con el acuerdo están demandando a SoftBank; Neumann aún tiene que responder.
La ruptura con Neumann es solo una muestra del nuevo y sobrio Son Masayoshi. En marzo último el patrón multimillonario de SoftBank maniobró para reducir el riesgo en su compañía. Va a vender activos por valor de US$41.000 millones a lo largo de 12 meses para financiar una recompra de acciones por US$18.000 millones y pagar deudas por US$23.000 millones. Puede deshacerse de parte de una participación del 26%, muy valorada, en Alibaba, un titán del comercio electrónico chino. Incluso dejó que se hundiera una start-up muy querida. OneWeb, que el 26 de marzo solicitó la quiebra, planeaba transmitir banda ancha desde satélites.
Está bajo presión para hacer concesiones. En los últimos años SoftBank tomó más crédito. Son gastó US$52.000 millones para en la compra de Sprint, un grupo de telecomunicaciones estadounidense y Arm Holdings, un diseñador de chips británico (SoftBank acaba de vender Sprint a t-Mobile, una rival en las telecomunicaciones) entonces creo un vehículo de inversiones tecnológicas con US$100.000 millones de SoftBank, fondos de riqueza soberana saudíes y de los Emiratos y unos cuantos inversores del sector privado. Volcó US$75.000 millones de ese fondo a participaciones en 88 start-ups tecnológicas grandes (incluida WeWork).
Temor en ascenso
Los inversores comenzaron a sentir temor por las firmas muy endeudadas en medio de una venta generalizada en el mercado relacionada con la pandemia y se debilitaron los signos vitales de SoftBank. En febrero y marzo el costo de asegurar su deuda contra el default dio un salto de 2,72 puntos porcentuales. La calificadora de riesgo corporativo Standard & Poor's rebajó la perspectiva para SoftBank a "negativa". La brecha entre el valor de mercado de SoftBank y el de sus principales activos, tales como su participación en Alibaba, se amplió al 66%. Eso llevó a Son a anunciar la venta de activos por US$41.000 millones. Entonces Moody's, otra agencia de calificación de riesgo, agregó una rebaja de dos escalones, hundiendo a la firma en territorio basura: esto implicó que vender activos valorados en medio de una baja del mercado se ve como una movida desesperada.
Si Son puede concretar la venta de activos y reducir su deuda, dice Mary Pollock de CreditSights, una firma de estudios de mercado, el balance de SoftBank emergerá fortalecido. La participación en Alibaba sigue siendo su carta para evitar el hundimiento, dice Pollock. Por el momento Son probablemente ha reducido los temores respecto de un posible colapso de todo su imperio bajo el peso de su deuda.
Eso no evitará que los inversores sigan preocupados. Si las firmas del Vission Fund tienen problemas durante la pandemia, temen, SoftBank puede rescatarlas, como hizo con WeWork que recibió US$1500 millones luego de la cancelación de la compra de acciones. El fondo aún tiene US$15.000 millones para continuar invirtiendo, lo que bastaría por unos años. SoftBank ha desembolsado US$27.000 millones y ha comprometido otros US$6000 millones. Podría terminar aportando más.
"Masa es un visionario al que le encantan los proyectos grandes y los fundadores de empresas quedan encandilados por él", dice un inversor con estrecha relación con SoftBank. "Esto tiene que ser moderado para que sea sustentable". Son desautorizó a colegas que se preocupaban por el flujo de caja y las ganancias en las compañías en cartera. Ahora las cosas están cambiando también en el Vission Fund. Se toma con más seriedad a quienes disienten y el fondo se ha puesto más duro. Se está pidiendo a las firmas que busquen otras fuentes de capital. Las ganancias, no sólo el crecimiento, se han vuelto más una prioridad. Se está escudriñando la política corporativa en ciertas firmas, a veces por iniciativa de los dos grandes inversores del Golfo, señaló una fuente cercana a la operación.
El Vission Fund podría seguir derramando tinta roja sobre las cuentas de SoftBank por un tiempo. En el último trimestre de 2019 sus pérdidas por US$2000 millones casi liquidaron las ganancias del grupo. Al caer los mercados, las start-ups que no cotizan en bolsa perderán valor frente a las firmas que sí lo hacen.
Pero algunas de sus compañías, en particular en el comercio electrónico y la salud, están prosperando. Los negocios de Coupang, una firma de comercio electrónico de Corea del Sur, se han ido por las nubes. Ejecutivos del Vision Fund ven a Bytedance, la empresa madre de la red social de videos TikTok, como otro Alibaba en ciernes.
Los capitalistas de riesgo comparan a Son con un jugador de los barcos casino del Mississippi. Su estilo amante del riesgo no va a desaparecer, dicen. Pero su reciente racha perdedora lo obligará a jugar más seguro, por lo menos por un tiempo.