Qué hay detrás de la fuerte suba de los bonos argentinos, que ganaron 68% en seis meses
El compromiso del Gobierno de alcanzar superávit fiscal y estabilizar la macroeconomía impulsó a los títulos soberanos de deuda, junto con el contexto internacional; cómo podría seguir la tendencia
El cambio de Gobierno tuvo hasta acá un impacto favorable en los mercados financieros, con una dinámica que se refleja en los bonos argentinos. Más allá de las tensiones políticas, los conflictos entre Nación y las provincias o el revés en el Congreso por la ley ómnibus, los títulos de la de deuda locales experimentan un rally alcista en los últimos meses, que dan cuenta del respaldo que el mundo de las finanzas asigna a la nueva gestión. Y esa recuperación, que permitió que los activos se recuperaran de valores mínimos hasta alcanzar hoy cotizaciones por encima de los US$50, con una consecuente baja del riesgo país, se ve favorecida también con un entorno global más favorable a mercados emergentes.
El precio promedio de los bonos Globales cerró ayer en torno a los US$42,74, lo que representa su valor más alto desde septiembre de 2020. A modo de comparación, en septiembre del año pasado llegaron a tocar mínimos en los US$25,3. En otras palabras, subieron un 68% en seis meses, cuando el resto de la deuda emergente lo hizo un 5%.
“Si bien son activos que mantienen un cierto grado de volatilidad, su fuerte recuperación reciente responde al cambio en expectativas, donde la Argentina comienza a mostrar señales claras de normalización y corrección de desequilibrios. Los datos fiscales de enero y febrero, más allá de alguna observación respecto de lo que implica ‘pisar’ pagos, indica una importante convicción del Gobierno de mantener el rumbo hacia la consolidación fiscal. Además, influye el desarme del desequilibrio en el mercado de dinero”, dijo Fernando Baer, economista de Quantum Finanzas.
Hoy, la tendencia alcista se siguió consolidando. En el caso del Bonar con vencimiento a 2030 (AL30D), este martes sube un 1,3% y alcanza los US$50,25, lo cual implica una escalada acumulada del 32,8% desde que arrancó el año. El Global 2030 (GD30D) se posiciona en los US$52,54, por lo que avanza un 2% frente al cierre anterior y un 31% desde enero.
“Influyó la expectativa del cambio de paradigma. Hay un equipo económico dispuesto a hacer el trabajo sucio y, en estos dos primeros meses de año, mostraron un trabajo fiscal muy bueno. Aunque la pregunta es si es sostenible o no para adelante, ya que cuando uno analiza en detalle tiene que ver con cuestiones transitorias, en gran parte por la licuación en términos de jubilados y pensiones, recortes en las transferencias a las provincias, o la falta de pagos a Cammesa. Ahora, lo que le hace falta al mercado es saber si este rally puede seguir para adelante, aprobar las leyes que hacen falta, especialmente el capítulo fiscal de la ley ómnibus”, dijo Pedro Siaba Serrate, head of research de Portfolio Personal de Inversiones (PPI).
Aún así, para el economista, los precios actuales indican una situación de “estrés importante”. Baer coincidió en este aspecto, quien remarcó que los precios significan una “posibilidad de default no menor”, aunque agregó que también está asociado a las características de los bonos reestructurados, con cupones bajos para las tasas vigentes.
“El rally de los Globales se dio contra viento y marea, lo cual es doblemente meritorio y habla de un espaldarazo bastante importante del mercado al Gobierno de Milei. En el frente externo no fue un arranque de año muy bueno, de hecho la tasa libre de riesgo (la del Tesoro Americano a 10 años) subió 30 puntos básicos, lo que derivó en que los bonos emergentes apenas logren tener un retorno neutral, muy cercano a cero”, dijo Francisco Mattig, portfolio manager de Consultatio Plus.
Según señaló el economista, los emergentes de alto rendimiento anduvieron “un poco mejor”, pero fueron casos excepcionales los de ese universo. Fundamentalmente, se dio con el Ecuador, cuyo bono a 2030 subió 40% en lo que va del año; o Egipto, donde el bono 2029 trepó 20%, como el GD30 en la Argentina. Tienen una similitud: ambos países están “fuertemente involucrados” con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que Egipto unificó el mercado cambiario recientemente.
“La cosecha terminó siendo mucho más normal que lo extraordinariamente buena que se esperaba el año pasado, y los precios de la soja se derrumbaron, lo que también hay que tener en cuenta a la hora de analizar. En el frente interno, la política también puso palos en la rueda al rally, al fracasar el Gobierno en sacar la ley ómnibus, la pelea con los gobernadores y obtener un rechazo al DNU en el Senado. Por último, una cuestión técnica que también podría haberle jugado una mala pasada a los Globales fue la emisión de casi US$10.000 millones de Bopreales”, enumeró.
En el caso del Bopreal, se trata de los bonos denominados en dólares que fueron emitidos por el Banco Central para enfrentar la deuda con los importadores, heredada de la gestión anterior. Para Mattig, por su característica, compite con los Globales y Bonares. “Son complejidades a las que el mercado viene ignorando o, mejor dicho, viene restándole importancia versus la marcha del programa económico, que viene siendo relativamente buena, con baja en la inflación y control del tipo de cambio”, completó.
Para Siaba Serrate, aún queda camino por recorrer. Por ejemplo, si uno observa países con calificación B-, con problemas “más leves” y un historial crediticio mejor que la Argentina, hoy las tasa que rinden los bonos de esos países se encuentran entre un 9% y 11%. Para llegar a eso, el país debería seguir con la generación sostenible de reservas, normalización del mercado de cambios y la normalización de los vencimientos en el corto plazo.
“También hay que poner en la balanza el acuerdo con el FMI y un eventual nuevo programa. El Fondo va a pedir que se sigan mostrando las buenas noticias y la política ahí podrá ayudar. Eventualmente, si la cosa se ordena y la Argentina muestra no solamente la voluntad sino también la vocación y buenos resultados fiscales, creo que el FMI incluso podría ayudar más allá de los cambios de términos y desembolsar algunos fondos frescos, que es lo que estuvieron diciendo algunas voces oficiales. Pero sigo constructivo, con toda la incertidumbre del corto plazo, los desafíos y obstáculos que todavía pueden deteriorar la situación, de que en el mediano y corto plazo los activos tienen recorrido hacia delante”, auguró.
El plano internacional también podría favorecer a la deuda argentina. Luego de que Estados Unidos endureciera su política monetaria para contener la inflación, una decisión que ahuyentó a ciertos capitales extranjeros de las posiciones más riesgosas (como los bonos argentinos) hacia inversiones más conservadoras, podría pronto llegar a su fin.
“El sesgo, por ahora, es a una reducción de la tasa de interés en los Estados Unidos. Con lo cual, ese escenario, de materializarse, seguirá dejando espacio para que la deuda pueda subir algo más. Hoy los rendimientos siguen siendo elevados si se los compara con otros de la región”, cerró Baer.
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