Una transición con monólogos y eufemismos
Cristina gobierna sin dialogar mientras hipoteca el futuro y loscandidatos evitan hablar de la herencia para no ahuyentar votantes
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La transición hasta las elecciones de octubre no tiene nada que ver con las mejores prácticas políticas e institucionales para un país democrático y republicano.
Cristina Kirchner gobierna como si no fuera a dejar la Presidencia dentro de ocho meses. Pese a que sus decisiones en política exterior y económica comprometen los márgenes de maniobra de quien vaya a sucederla -ya sea oficialista u opositor-, no hay atisbos de diálogo ni mucho menos de concertación. Más bien todo lo contrario: en sus monólogos por la cadena oficial advierte que a la futura administración le será difícil modificar la actual política intensiva en gasto, empleo público y subsidios al por mayor, sin admitir que no es sostenible. Ni que las restricciones externas amenazan con mantener el estancamiento productivo y una inflación que sigue ubicada en el podio mundial, a pesar del atraso cambiario y tarifario y el desprecio oficial por las estadísticas confiables.
Esta semana en Rusia, CFK firmará con Vladimir Putin acuerdos energéticos y financieros similares a los de China. En este caso, inversiones de Gazprom en Vaca Muerta; créditos para la represa Chihuido I y la instalación en Atucha IV de un reactor nuclear con tecnología rusa -agua presurizada y uranio enriquecido- dentro de varios años. Como ya ocurrió en Pekín, la Presidenta probablemente vuelva a presentarlos como una política de Estado, aunque nunca haya sido debatida y estas nuevas "alianzas estratégicas" respondan a la necesidad de atenuar el aislamiento financiero externo. Un aislamiento agravado por el default parcial de la deuda que también dejará como herencia, junto con la ley de pago soberano que bloquea cualquier negociación con los holdouts.

No sólo eso. Según los ocho ex secretarios de Energía, los planes con Rusia en el sector nuclear comprometen más de 23.000 millones de dólares y advierten que -al igual que con China- esas obras a largo plazo se encararán, a cambio de financiación a bajo costo, sin licitación ni mecanismos que aseguren precios competitivos. También que la compra de centrales nucleares debería surgir de un consenso sobre la tecnología más adecuada para migrar de los reactores de agua pesada y una planificación estratégica que deberá encarar el próximo gobierno. Aún así, la estatal Nucleoeléctrica Argentina (NA SA) trabaja en el proyecto de Atucha III, con tecnología canadiense (de agua pesada y uranio natural) y financiación china (CNNC) atada a la participación directa del país asiático y proveedores argentinos.
Precisamente, la improvisación kirchnerista en materia energética deja además como herencia la necesidad de importar gas natural y combustibles por unos 10.000 millones de dólares anuales. Y también el cepo cambiario, que fue la respuesta oficial a los déficits estructurales de divisas en este sector, la cadena automotriz, la electrónica fueguina y el turismo externo, con su correlato de racionamiento de importaciones no energéticas. Mientras tanto, las exportaciones totales vienen declinando desde hace cuatro años y reducen el superávit comercial. Incluso, hasta la perspectiva de vender más alimentos a Rusia se ve limitada por la reducción de saldos exportables.
Parece un chiste que, en este contexto, CFK volviera a reclamar mayores inversiones privadas y exhortara a las empresas a reducir rentabilidad o "traer algo de lo que se llevaron afuera". Desde el cepo cambiario, no sólo está frenado el giro de utilidades y deben negociar cupos de importación, sin previsibilidad jurídica y fiscal, mayor intervencionismo estatal y un horizonte económico que apenas llega a diez meses.
Más llamativo, sin embargo, es que los principales candidatos a suceder a Cristina en la Casa Rosada eviten blanquear desde ahora la herencia de desajustes macroeconómicos que habrán de recibir en diciembre. O que lo hagan con cuentagotas; o bien con eufemismos para no ahuyentar a potenciales votantes. Quizá porque faltan casi cuatro meses para las PASO. O para no reflejarse prematuramente en el espejo brasileño de Dilma Rousseff.
Por lo general también monologan. Suelen prometer medidas parciales que sus audiencias quieren escuchar, pero sin colocarlas en un contexto más amplio. Cuando algunos de sus asesores se pasan de la raya, buscan reencauzarlos indirectamente. Acaba de suceder con el economista Miguel Bein, quien como asesor de Scioli se atrevió a diagnosticar que a fin de año más de 25.000 millones de dólares que el BCRA contabilizará en sus reservas corresponderán a pagos que deberá atender o refinanciar la próxima administración. Y propuso un esquema gradual de prioridades para el uso de divisas, colocando en primer lugar a las importaciones de insumos y bienes de capital; en segundo, al giro de utilidades a cambio de inversiones, y en el tercero, a las ventas de "dólar ahorro". Inmediatamente, la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, salió a apoyar el actual manejo cambiario del BCRA.
Carlos Melconian (economista de cabecera de Mauricio Macri) acuñó a su vez el término "shock gradual", ante un auditorio empresario -convocado por el Cicyp- impresionado por el duro diagnóstico macroeconómico que trazó junto con otros dos colegas (Miguel Ángel Broda y José Luis Espert) y que mereció críticas de José Ignacio de Mendiguren (actual diputado massista y ex titular de la UIA). Fue además una forma implícita de atenuar la resonante promesa de Macri de acabar con el cepo cambiario el 11 de diciembre.
Probablemente sea mucho a estas alturas pedirles a los presidenciables que busquen acuerdos políticos, incluso en cuestiones extraeconómicas; por más que hayan frenado por ahora la unilateral designación de Roberto Carlés en la Corte Suprema. Pero ni siquiera se pronunciaron ante hechos alarmantes como el asesinato de cuatro narcos en el Bajo Flores o los tiroteos alrededor de la feria de La Salada, meca del comercio ilegal que vino multiplicándose en todo el país con anuencia oficial. De ahí que el Cippec se haya propuesto como objetivo para 2015 promover un debate entre todos los candidatos presidenciales por todos los canales de TV abierta, como en muchos países. Créase o no, de concretarse sería la primera vez en la Argentina.
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