Alejandro Guillier: "Hay un tono de ajuste de cuentas de la sociedad chilena con sus dirigentes políticos"
El senador y ex periodista, que creció en las encuestas y se perfila como candidato por el oficialismo para las elecciones de noviembre, advirtió que el modelo de su país está agotado
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Hasta hace tres meses, Alejandro Guillier, un conocido periodista de 63 años, ni siquiera se planteaba ser candidato a la presidencia de Chile. Ya era senador por un partido de la coalición oficialista, pero la gente lo asociaba con los medios, en particular la televisión, donde trabajó durante años.
Por méritos propios y la decepción de los chilenos con la dirigencia tradicional, a la que ven sin renovación de figuras y propuestas, Guillier entró en carrera y comenzó a subir como la espuma en las encuestas. Hoy es una de las dos figuras mejor posicionadas para las presidenciales de noviembre -en las que competiría por el oficialismo-, junto con el ex presidente y opositor Sebastián Piñera, que de momento lleva la delantera.
"Hay un tono de ajuste de cuentas de la sociedad con sus dirigentes políticos", dijo Guillier a LA NACION durante una visita a Buenos Aires.
-Chile siempre ha sido ejemplo de estabilidad y desarrollo en América latina, pero la gente siente que está flaqueando...
-Lo que nos pasó en Chile y está pasando en muchos países de América latina en términos económicos es que los modelos basados en la exportación de materias primas están tocando techo. Chile no logró salir del círculo de ser un exportador de materia prima. Con una economía que no entra en las cadenas de valor, que no genera industria a partir del sector exportador, la economía crece hasta un punto en que no puede seguir irradiando. Chile era un país que se había acostumbrado a gastar mucho y que tuvo que ir bajando y bajando, y eso generó malestar.
-¿Invirtieron en infraestructura en los buenos tiempos?
-No tanto, pero aun así Chile pudo crecer en su infraestructura porque aprovechó una economía ordenada, que se basó siempre en tener un superávit estructural, con una cierta capacidad de ahorro. Ese modelo, al caerse las materias primas, se ha ido desajustando porque la presión social te obliga a gastar más de lo que estás creciendo. Hay que salir del ciclo único de materias primas, que seguirán siendo el motor de nuestra economía, pero tenemos que introducir valor. El empresariado chileno es reacio a la industrialización. En 200 años siempre nos basamos en materias primas, pero no dimos el salto a la industria.
-¿Cómo convence a los empresarios? ¿Qué apoyo les ofrece?
-Nos falta una política económica desde el Estado que le dé a los privados garantías de que tendrán el apoyo para iniciar un proceso de industrialización. El modelo chileno se agotó. Se tiene que diversificar su matriz productiva y agregar valor. Eso es innovación, es ciencia, es tecnología. La industria de vanguardia es la industria del conocimiento. Y es imprescindible la integración con la Argentina y otros países vecinos. Nos quedó chico el traje. Chile crece si pueden crecer sus espaldas. Si quieres entrar a los mercados mundiales tienes que entrar con espaldas anchas.
-Cuatro de cada cinco chilenos dicen que no se sienten representados por ningún bloque partidario. ¿Por qué hay tanta decepción con los políticos?
-Chile tuvo éxito en sacar gente de la pobreza. Esa gente, una vez que la has sacado gracias a las políticas públicas, se sitúa como una clase media emergente, pero en cuanto llega a cierto nivel de vida le quitan todas las ayudas. Entonces el tipo se da cuenta de que hizo un tremendo esfuerzo, y el de al lado que no hizo ninguno sigue recibiendo ayudas sociales. Y él, que hizo un tremendo esfuerzo, mejoró su propia capacidad, pero le quitaron la ayuda estatal y quedó igual que el otro. Esa clase media se da cuenta de que es muy vulnerable. Viene una recesión económica y el tipo que tiene su pequeño emprendimiento se va para abajo. Es dramático. La cobertura de salud es espantosa. Dejas de pagar tu previsión y no tienes derecho a la salud. ¿Qué haces con tus hijos, con tu familia? En Chile tú sales a pelear todos los días, entonces es una clase media emergente tremendamente vulnerable e insegura.
-¿Qué reclaman a la dirigencia?
-Reclaman más seguridad, más protección en materia social. La gente ve que el Estado ya no le resuelve sus problemas. A esa desprotección se agrega que empieza a descubrirse la corrupción de grandes grupos económicos. Se descubrieron negocios espurios para los que no hubo sanción, y la gente se da cuenta de que son los mismos grupos que financian las campañas electorales. El chileno es muy exigente también con la corrupción en la política, no deja pasar nada. Hay un tono de ajuste de cuentas de la sociedad con sus dirigentes que tiene muy conmovida a la clase política.
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