
Darwin aún genera polémica en los EE.UU.
El viejo debate sobre el "evolucionismo" ha regresado.
MIAMI.- Durante 12 días, en julio de 1925, la atención de los norteamericanos estuvo pendiente de las audiencias de un juicio que estaba teniendo lugar en la pequeña ciudad de Dayton, en el Estado de Tennessee. El proceso estaba caratulado "Tennessee v. John Thomas Scopes", pero la prensa, que se había abalanzado sobre la ciudad como una horda, lo había bautizado "El juicio del mono".
El tema en debate en la calurosa sala de la corte de Dayton era la decisión de Scopes, un profesor de ciencia de 24 años, de enseñar en su clase la teoría de la evolución de Darwin, en desafío de la legislación existente, que prohibía la enseñanza de teorías evolucionistas en las escuelas públicas, considerando que éstas ponían en duda la explicación bíblica sobre el origen del mundo.
Tennessee no era el único Estado que había sancionado esta ley. Oklahoma, Florida, Mississippi, Carolina del Norte y Kentucky tenían leyes similares. Pero Tennessee era el más reciente y fue el campo de batalla que la ACLU, una organización defensora de las libertades civiles, eligió para cuestionar la constitucionalidad de la ley.
Herederos de viento
El proceso concluyó sin una definición explícita y el caso Scopes cayó en el olvido por treinta años hasta que Jerome Lawrence y Robert E. Lee lo rescataron para utilizarlo como base de su obra "Heredarás el viento", estrenada en Broadway en 1955. El título de su obra alude al proverbio 11:29 que sentencia: "El que perturba su propia casa heredará el viento; y el necio será siervo del sensato".
La pieza mereció una versión cinematográfica (1960) y dos de televisión -1965 y 1988- y ha sido estrenada prácticamente en todo el mundo. Al margen de la calidad del texto dramático, su atractivo fundamental reside en la inteligencia con que Lawrence y Lee capturan el sempiterno conflicto entre la libertad de pensar y el oscurantismo.
Se podría pensar que hoy, a 74 años de distancia, "El juicio del mono" no es otra cosa que una curiosidad de la época, una de esas risueñas aberraciones que permiten comprender cuán tortuoso ha sido el camino del desarrollo humano.
En 1925, la sociedad aún se encontraba emergiendo del trauma de la Primera Guerra Mundial. Particularmente el Sur buscaba afirmarse en la fe religiosa y en los valores tradicionales y resultaba comprensible que asumiese una actitud refractaria hacia todas aquellas ideas que arrojaran dudas sobre la concepción bíblica de la creación del mundo.
Pero el debate entre el "evolucionismo" y el "creacionismo" está lejos de ser cosa del pasado. Diez días atrás, el Consejo de Educación del Estado de Kansas decidió por votación eliminar toda referencia a la teoría de la evolución de los programas de estudio de las escuelas.
Aunque la medida no prohíbe categóricamente la enseñanza de la teoría de Darwin -simplemente la elimina como requisito-, muchos consejos escolares locales se apresuraron a anunciar que requerirán de los profesores de ciencia que adopten libros de textos elaborados según la concepción "creacionista".
Los "creacionistas" sostienen que, según describe la Biblia, un ser divino creó las especies y rechazan la teoría de que los organismos han evolucionado de ancestros comunes a partir de un proceso de "selección natural" donde sólo los más aptos han sobrevivido, argumentando que en la medida en que esta premisa no puede ser duplicada en un laboratorio, no constituye evidencia.
Además de Kansas, Alabama, Nueva México y Nebraska han impuesto restricciones similares, incluyendo advertencias en los textos de que la teoría de la evolución era "apenas una" entre muchas otras explicaciones posibles acerca del origen de las especies. Otros Estados como Texas, Ohio, Washington, New Hampshire y Tennessee llevaron propuestas similares a votación, aunque éstas no prosperaron.
El confort de la nostalgia
La reemergencia del debate sobre el origen de las especies en los Estados Unidos, 140 años después de que Darwin publicara su célebre tratado y cuando su teoría se ha convertido en una de las mejor probadas de la ciencia, ciertamente dice mucho acerca de las preocupaciones que hoy asaltan a la sociedad norteamericana.
El descrédito de los políticos, la decadencia de la familia tradicional, la multiplicidad étnica, la legitimación de formas alternativas de sexualidad, la cultura de las drogas y violencia, el impacto de la tecnología son algunas de las causas que se mencionan como responsables del sentimiento de desilusión y frustración. El fortalecimiento del fundamentalismo religioso, la tendencia a aceptar literalmente el texto bíblico, parece reflejar la necesidad de encontrar respuestas más simples y definitivas a una realidad que se revela cada días más compleja y ambigua.
Pero detrás de la dicotomía "evolucionismo" v. "creacionismo", se esconde un debate mucho más profundo. Es el debate entre el confort de la nostalgia y la incertidumbre del futuro, entre el miedo a abandonar el mundo imperfecto, pero familiar del siglo XX y adentrarse en la inexplorada e insondable promesa del nuevo milenio.
El autor es dramaturgo y periodista argentino que dirige el máster en Periodismo de la Universidad Internacional de Florida.