De la cárcel al poder

Taipei (DPA).- Chen Shui-bian ha hecho realidad el sueño de la oposición democrática en Taiwan. Sin embargo, tras su victoria electoral, el nuevo presidente se enfrenta a una tarea todavía más difícil, la de mantener la paz con China.

Chen nació el 18 de febrero de 1951 en el seno de una familia campesina pobre en Tainan, al sur de la isla. Pese a sus orígenes humildes, el "verdadero hijo de Taiwan", como se lo conoce en la isla, consiguió la mejor puntuación nacional en los exámenes de acceso a la universidad y también en la carrera de Derecho.

Tras finalizar sus estudios se convirtió en un conocido experto en Derecho Marítimo. Sin embargo, en 1980, su vida dio un giro de 180 grados cuando aceptó defender a ocho miembros de la oposición arrestados por haber organizado una manifestación.

Debido a la vigencia de la dura ley marcial con la que el régimen del Kuomintang gobernó Taiwan durante 38 años, a los acusados apenas les esperaba ningún trato de justicia y acabaron siendo sentenciados. Esto llevó a Chen Shui-bian a unirse a su causa democrática en la lucha contra el régimen y por la independencia de la isla.

Chen tuvo que pagar un alto precio por sus actuaciones políticas. En 1985, en un atentado que jamás fue esclarecido, su mujer resultó gravemente herida y desde entonces tiene que desplazarse en silla de ruedas.

Como prisionero político, Chen Shui-bian llegó a estar ocho meses en la cárcel. Sin embargo, en 1989 conquistó un escaño en el Parlamento taiwanés y en 1992 se convirtió en vicepresidente de la Comisión de Defensa del órgano legislativo.

Con la democratización de la isla, Chen se convirtió en la estrella política del Partido Democrático del Progreso (DPP), fundado en 1986, llegando a ser el primer alcalde de Taipei elegido directamente por el pueblo.

En este puesto alcanzó una gran fama entre los ciudadanos, al llevar a cabo una reforma de la administración.

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