El lento ocaso de Stroessner en el exilio

POSADAS.- Alfredo Stroessner, el mismo que durante más de tres décadas gobernó el Paraguay con mano dura, único sobreviviente de aquellos dictadores que sellaron una época en América latina, cumple hoy 90 años. Una época en la que estaban Rafael Trujillo en la República Dominicana, Anastasio Somoza en Nicaragua, Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, Alfredo Rojas Pinilla en Colombia, Carlos Castillo Armas en Guatemala, Fulgencio Batista en Cuba. Todos muertos, algunos trágicamente.

Este paraguayo nacido en Encarnación en 1912, hijo de inmigrante alemán y de una criolla guaraní, ingresó al Colegio Militar en 1929 y, siendo todavía cadete, peleó en la contienda contra Bolivia, en 1932. En 1947 participó de la cruenta guerra civil y en 1951, con apenas 39 años, ascendió a general y fue nombrado comandante en jefe del ejército.

Stroessner cursó estudios primarios en la escuela 220 de Posadas, cuando su progenitor trabajó en un comercio de esta ciudad. Volvió a encontrar refugio en la capital misionera en 1953, habitando una precaria casa de madera del barrio Villa Sarita.

De aquí cruzó nuevamente el Paraná para encabezar el golpe que lo llevó a asumir la presidencia de la nación. Cuando tuvo que abandonar el mando, el dinero acumulado en transacciones e inversiones legales e ilegales se estimaba en 1500 millones de dólares, según consigna Aníbal Miranda, autor del libro "Paraguay, los dueños de grandes fortunas".

Eran tiempos en que el poder del oficialista Partido Colorado se confundía con el manejo de las armas, entre cuartelazos e intrigas que Stroessner contuvo imponiendo orden en una sociedad de fuerte tradición autoritaria, sin permitir oposición alguna. Las cárceles se llenaron de adversarios torturados y hasta muertos, como consta en los archivos policiales descubiertos tras su derrocamiento.

Con el grado de capitán hizo cursos en Río de Janeiro, de donde surgió su notoria preferencia por el actual socio mayor del Mercosur, reflejada en la amistad que mantuvo con los generales y presidentes brasileños Carlos Castelo Branco, Emilio Garrastazu Médici y Ernesto Geisel, además del apoyo que recibió de Itamaraty.

De ideas anticomunistas, supo identificarse con gobernantes del estilo del sudafricano Peter Botha, criticado por la ONU por racista, con dudosos empresarios de Taiwan y con el caudillo español Francisco Franco. También fue amigo de Juan Domingo Perón, al que brindó asilo durante un mes, luego del cruento golpe que lo derrocó en septiembre de 1955. Y de Anastasio "Tachito" Somoza, que huyó de Nicaragua y sólo halló refugio en Asunción, donde terminó asesinado por un comando terrorista en 1980.

Desarrollo y corrupción

A partir de Stroessner, Paraguay comenzó a desarrollarse económicamente. El líder, conductor o "reconstructor" de la república -como señalaba la propaganda oficial- supo aprovechar la rivalidad argentino-brasileña para sacar ventajas, aplicando una suerte de diplomacia pendular. Ello le permitió hacer rutas, puentes, escuelas, sistemas de comunicaciones, terminales portuarias, líneas aéreas, barcos, redes de agua potable y cloacales, fábricas de cemento, cal, alcohol y acero, las centrales hidráulicas de Acaray y las grandes represas de Yacyretá e Itaipú.

Junto con el ingreso de importantes masas de divisas repartidas entre la elite de seguidores que cumplían al pie de la letra órdenes del "tiranosaurio" -calificativo impuesto desde el exilio por el escritor Augusto Roa Bastos- se instaló la corrupción institucionalizada, el contrabando, el tráfico y cultivo de drogas, la piratería, la falsificación de todo tipo de mercaderías. La transgresión se hizo costumbre en un pueblo digno y humilde.

El crimen organizado sentó sus reales en Ciudad del Este -anteriormente llamada Presidente Stroessner-, en Pedro Juan Caballero, en Asunción y en Encarnación. Nefastos personajes obtuvieron pasaportes paraguayos bajo el amparo del régimen, como el terrorista argelino George Watin, el croata Ante Pavelic, los nazis Eduardo Roschman ("El carnicero de Riga") y Joseph Mengele ("El ángel de la muerte"), el estafador francés Pierre Travérs, los torturadores argentinos hermanos Cardozo, el falso diplomático alemán Hans Weyer y el narcotraficante corso Auguste Joseph Ricord, entre otros.

A estar de lo investigado por Miranda, por el estadounidense Richard Wright o el argentino Rogelio García Lupo, tanto el ex dictador como su hijo Gustavo -un coronel de la aeronáutica que actualmente lo cuida en Brasilia- participaron directa o indirectamente de los negocios que se hicieron en el contexto de esa economía absolutamente informal, de donde salió muy buena plata.

El monto de los depósitos paraguayos en bancos de los Estados Unidos trepó de 46 millones de dólares en 1974 a 568 millones en 1987.

El patrimonio de la familia Stroessner se componía de hoteles en Foz de Iguazú y una casa veraniega en Guaratuba (Brasil), departamentos en Miami, Buenos Aires (Caballito, Liniers, Flores y Morón), un piso en Callao y Juncal, participación en compañías navieras, de seguros, de oro y diamante en Africa del Sur, bancos, casas de cambio, estancias con miles de cabezas de ganado, explotación de juegos de azar, medios de comunicación, firmas constructoras, cuentas en Suiza, islas Caimán, Uruguay y en el Estado de Florida.

Otra imagen

Hoy la imagen de don Alfredo es otra, como que han transcurrido 90 años. Soporta problemas en la piel, próstata, apenas camina, habla con dificultades, oye poco o nada y recibe esporádicas visitas. Su residencia de Brasilia es custodiada por una discreta guardia.

El hombre tan temido hasta no hace mucho, quien participó activamente del Plan Cóndor ideado por el general chileno Manuel Contreras, cuya aplicación derivó en la muerte, destierro y desaparición de miles de adversarios en América latina, pasa los días sin sobresaltos. Tiene causas pendientes en su país, acusado de delitos contra los derechos humanos, pero la justicia brasileña tarda en pronunciarse al respecto. Ya no luce más los entorchados del uniforme multicolor lleno de condecoraciones, porque sólo viste ropas deportivas.

Por Por César Sánchez Bonifato <br/> Corresponsal en Misiones

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