El riesgo de caer en un callejón sin salida
CARACAS.- A diferencia de las distintas crisis que hundieron al país en los últimos tres lustros, la que ahora se profundiza día tras día tiene un elemento diferenciador: no puede ser contrarrestada con ingresos fiscales, ya que éstos se evaporaron. El Estado está quebrado y el único cheque que logra cobrar -el de Estados Unidos, el único financista verdadero de esta "revolución"- es insuficiente para un gasto público sobredimensionado. En esta coyuntura, es realmente impresionante ver la absoluta ineficacia e impericia del gobierno de Nicolás Maduro.
Lo que queda es el rostro aciago de un deudor que antes fue un nuevo rico derrochador o, sencillamente, ladrón. Todos los sectores de la economía se paralizan: el farmacéutico sin medicinas, el automovilístico sin piezas para ensamblar, el gráfico sin insumos, el periodístico sin bobinas de papel, el universitario sin sueldos, el hospitalario sin equipos. Faltaría sólo el agroindustrial, ya bastante afectado, para preguntarnos qué haremos cuando no haya qué comer. Mordaces en cuanto a la inversión del lenguaje, esta mal mentada "guerra económica" debería llamarse "guerra contra la economía". Porque eso es lo que hizo el gobierno durante estos 15 años: destruir la economía nacional.
Hoy, el ogro está arruinado y da manotazos como un ciego. Tiene poder, armas y fuego, pero nada más. La única doctrina imperante en estos años de monserga socialista fue el dinero. Pero se lo llevaron, dejándonos las cuentas que nadie sabe cómo pagar.
Si ante el parapeto resquebrajado los estudiantes marchan, los editores convocan, los trabajadores reclaman, los empleados públicos protestan o las amas de casa se quejan, ¿vamos a responderles con las armas de la república? Se trata de un clamor nacional, que debe ser escuchado. O este país se vuelca a la resolución de sus necesidades, que no son poca cosa, o nos sumergimos en la calle ciega de la Historia, que es adonde el gobierno nos quiere llevar.
Antonio López Ortega