Euforia y decepción en una jornada bipolar
El ánimo en los comandos de campaña de Bachelet y Matthei fue cambiante
SANTIAGO, Chile.- De la euforia a la tristeza... y otra vez a la euforia. El comando de la candidata presidencial Michelle Bachelet, en el hotel Plaza San Francisco, vivió ayer una tarde bipolar .
Desde temprano, los simpatizantes de la aspirante de la Nueva Mayoría comenzaron a llegar a las inmediaciones del hotel, en el centro de Santiago, confiados en un triunfo en primera vuelta.
"Tengan paciencia, en menos de una hora se va a conocer la voz de la ciudadanía", decía Álvaro Elizalde, secretario general del Partido Socialista (PS), a los presentes, que pedían un adelanto de los resultados para empezar a descorchar.
Todo era alegría y distensión. El entusiasmo por ganar en primera vuelta había hecho creer a muchos que ya se había materializado. Pero poco antes de las 19.30, cuando apenas se había escrutado el 2% de los votos, la bulla del comando se apagó: Bachelet obtenía apenas un 44% de los sufragios.
"No puede ser", decía Florencia Tomás, mientras caía sentada en una de las sillas del hotel, con su champagne a medio tomar.
Los bombos que comenzaron a llegar desde la calle, al grito de "Se siente, se siente, Michelle presidente", sin embargo, hicieron recapacitar a los colaboradores de la ex mandataria, que salieron de su letargo y decidieron que había razones suficientes para terminar sus tragos.
"Por supuesto que estoy feliz. Es una lástima no haber ganado en primera vuelta, pero vamos a arrasar en segunda, ¿cachai?", decía a LA NACION, en la calle, una eufórica Silvia Peña, de 45 años, con una vincha del Partido Comunista y una bandera con la imagen de Salvador Allende. Una postal ciento por ciento chilena.
"¡Ganamos, ganamos, esto es una fiesta!", gritaba, por su parte, Carlos Huidobro, pero su voz era casi inaudible. La música a todo volumen ya aturdía las calles de la capital y cientos de personas bailaban entre las pancartas de su candidata, la señora, la Michelle, como todos la llaman en Chile.
Sonrisas
El comando de la candidata oficialista Evelyn Matthei, en el hotel Intercontinental, también tuvo su cuota de bipolaridad, pero en sentido inverso.
Cuando las pantallas mostraron los primeros resultados de los comicios, el ánimo pesimista, casi lúgubre, que había reinado hasta entonces se disipó y el hotel se empezó a llenar de sonrientes dirigentes de la Alianza conservadora y de ministros del gobierno de Sebastián Piñera.
Tomados de la mano, los líderes de la fragmentada y enemistada derecha subieron al escenario para bailar, olvidar sus desacuerdos y festejar.
Habían conseguido un segundo lugar con sabor a triunfo, y, después de una campaña en el infierno, los resultados le regalaron un poco de paz. Por lo menos por un mes.
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