
Falleció el ex vicepresidente Enrique Tarigo
Figura clave de la democracia
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MONTEVIDEO.– Emergió a la vida política cuando ésta había sido sustituida por las fuerzas militares y los dirigentes partidarios estaban proscriptos. Lo hizo desde el periodismo, primero en la desaparecida revista Noticias y luego desde su semanario Opinar, que alcanzó altos picos de venta. Cuando éste fue clausurado por la dictadura se puso de “canillita” en la 18 de Julio para repartirlo en fotocopias.
Enrique Tarigo, que por fuerza propia se ganó el puesto de compañero de fórmula de Julio María Sanguinetti en 1984 y fue vicepresidente de Uruguay entre 1985 y 1989, murió anteayer a los 75 años, como consecuencia de un cáncer de pulmón.
En 1980, cuando los militares plebiscitaron su reforma constitucional para restablecer la democracia con cierto control castrense, Tarigo fue la cara y símbolo del “No”. En el debate más famoso de la TV uruguaya, les dijo “rinocerontes” en la cara a los civiles que apoyaban a la dictadura.
Festejó cuando la oposición quebró el proyecto constitucional del régimen y luego trabajó en las negociaciones para la reapertura democrática. Fundó el sector batllista Libertad y Cambio y su lista 85 superó en votos incluso a la 15 de Sanguinetti y del actual presidente Jorge Batlle en los comicios de 1984.
En 1988, Batlle se sintió traicionado por Sanguinetti, cuando éste eligió a Tarigo como sucesor y candidato presidencial para 1989. “Es como si me hubieran arrancado un brazo”, dijo Batlle, y forzó unas elecciones primarias en las que derrotó a Tarigo, en mayo de 1989. Tarigo no se hizo mucha mala sangre. Era un “político diferente”; como vicepresidente y titular del Congreso, se lo notaba incómodo en sesiones parlamentarias extensas de mucho discurso y poca decisión.
Por eso aceptó postularse al Senado en 1989 para cumplir con sus seguidores, pero renunció a su banca y no ejerció el cargo. Dirigió el diario El Día y volvió a su profesión de abogado. Entre 1995 y 1999 fue embajador ante España.
En los últimos tiempos, cada tanto escribía artículos en El País de Montevideo, en los que criticaba con dureza e ironía –como otro político en actividad no lograba– al líder de la izquierda Tabaré Vázquez. Ayer recibió sepultura con los honores del caso.
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