Gran Bretaña da el primer paso hacia la legalización del suicidio asistido
El proyecto de ley permitirá a personas con enfermedades terminales optar por terminar sus vidas con ayuda médica, lo que generó un intenso debate; todavía queda un camino de seis meses para su confirmación
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LONDRES.- Los legisladores británicos dieron el viernes la aprobación inicial a un proyecto de ley para permitir la eutanasia (muerte asistida) para enfermos terminales en Inglaterra y Gales bajo estrictas condiciones, lo que abrió el camino a uno de los cambios más significativos en el país en décadas.
Tras un acalorado debate que duró cinco horas en la Cámara de los Comunes, 330 legisladores votaron a favor del proyecto de ley “Adultos con enfermedades terminales (final de la vida)”, y 275, en contra.
La votación indica la aprobación en general de los legisladores para el proyecto de ley y lo envía a un mayor escrutinio en el Parlamento. Una legislación similar no pasó esta importante primera prueba en 2015.
El proyecto propone que adultos mentalmente competentes y con enfermedades terminales en Inglaterra y Gales, diagnosticados por médicos con una expectativa de vida de seis meses o menos, puedan optar por terminar sus vidas con ayuda médica.
La votación se produjo después de horas de debate, emotivo por momentos, que abordó cuestiones de ética, duelo, la ley, la fe, el crimen y el dinero. Cientos de personas de ambos lados del tema se reunieron fuera del Parlamento.
Los defensores del proyecto aseguran que se trata de acortar el sufrimiento de los enfermos terminales y otorgarles mayor control sobre su final. Alguno, a su turno, contaron historias desgarradoras sobre familiares que sufrieron en los últimos meses de sus vidas y personas agonizantes que se suicidaron en secreto porque actualmente es un delito que alguien brinde asistencia.
Sin embargo, los opositores argumentan que personas vulnerables podrían sentirse presionadas a terminar sus vidas por miedo a ser una carga para sus familias o la sociedad, en lugar de hacerlo por su propio bienestar. Algunos críticos también expresaron preocupación por la falta de tiempo para considerar adecuadamente el proyecto antes de la votación.
Danny Kruger, quien encabezó la argumentación en contra del proyecto de ley, dijo que cree que el Parlamento puede hacer las cosas “mejor” por las personas con enfermedades terminales que un “servicio estatal de suicidio” y que el papel de las legislaturas es ofrecer salvaguardas para los más vulnerables.
“Somos la salvaguarda, este lugar, este Parlamento, usted y yo”, dijo. “Somos las personas que protegemos a los más vulnerables de la sociedad y, sin embargo, estamos al borde de abandonar ese papel”.
En esencia, el proyecto permitiría a los adultos mayores de 18 años que se espera que tengan menos de seis meses de vida solicitar y recibir ayuda para terminar con su vida, sujetos a salvaguardas y protecciones. Tendrían que ser capaces de tomar los medicamentos letales por sí mismos.
Largo camino
La votación no fue la última palabra sobre la legislación, ya que ahora se examinará en comisiones parlamentarias y podrán presentarse enmiendas al proyecto de ley. En este proceso, el proyecto de ley podría sufrir modificaciones en su tramitación tanto en la Cámara de los Comunes como en la Cámara Alta, la de los Lores.
Kim Leadbeater, la legisladora laborista que presentó el proyecto, dijo que espera que el proceso dure otros seis meses.
Pero es un momento político histórico, que sienta las bases para un cambio social significativo que algunos han comparado con la legalización del aborto en Gran Bretaña en 1967 y la abolición de la pena de muerte en 1969.
La propuesta desató un debate nacional, con la participación de ex primeros ministros, líderes religiosos, médicos, jueces, personas con discapacidades y miembros del gobierno laborista liderado por el premier Keir Starmer.
Sin embargo, el primer ministro, que anteriormente ha apoyado la muerte asistida, dijo que el gobierno se mantendrá neutral y no revelaría cómo votaría. Algunos miembros de su gabinete habían dicho que apoyarían el proyecto de ley, mientras que otros estaban en contra.
Kemi Badenoch, la líder del principal partido de oposición, el Partido Conservador, dijo que votaría en contra.
En paralelo, se registraron protestas en las calles frente al Parlamento. Decenas de manifestantes, incluyendo grupos religiosos y asociaciones de personas con discapacidad, expresaron su rechazo al proyecto, argumentando que podría poner en riesgo a los más vulnerables y que la prioridad debería ser mejorar los cuidados paliativos en lugar de legalizar la muerte asistida.
Otros países que legalizaron el suicidio asistido son Australia, Bélgica, Canadá y partes de los Estados Unidos, con regulaciones sobre quién es elegible que varían según la jurisdicción. Más de 500 británicos han puesto fin a su vida en Suiza, donde la ley permite la muerte asistida para los no residentes.
El suicidio asistido es diferente de la eutanasia, permitida en los Países Bajos y Canadá, que implica que los profesionales de la salud administren una inyección letal a pedido del paciente en circunstancias específicas.
Agencias AP y Reuters
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