
Irak ofrece su petróleo a cambio de apoyo
Lanzó una campaña para vender crudo a precios preferenciales a países como China o Rusia; busca respaldo contra EE.UU.
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BAGDAD.- Alentado por la creciente oposición internacional a una operación militar norteamericana, Irak lanzó ayer una contraofensiva diplomática contra la Casa Blanca que incluye la venta preferencial de petróleo a países como China o Rusia a cambio de apoyo contra una posible acción de Estados Unidos. Además, inició una campaña para persuadir a los líderes árabes de que una embestida sobre Bagdad representaría un ataque sobre sus propios países.
Emisarios del gobierno de Saddam Hussein partieron ayer a China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para ofrecerles nuevas concesiones para la compra de hidrocarburos iraquíes. La propuesta será presentada por el canciller Naji Sabri al Hadizi, que salió al frente de una nutrida delegación hacia Pekín, en una gira que le llevará a continuación a Moscú y probablemente Turquía.
El ofrecimiento también comprende la adquisición por el régimen iraquí de alimentos y medicinas y se produce tras el anuncio, hace una semana, de la firma entre Bagdad y Rusia de un megacontrato comercial por valor de 40.000 millones de dólares.
Irak, una de las naciones con mayores reservas de petróleo del mundo, sólo puede vender crudo para comprar alimentos, bajo el régimen de sanciones impuestas por la ONU tras la Guerra del Golfo, en 1991.
La ofensiva diplomática tiene el objetivo de ganar el respaldo de Turquía, miembro de la OTAN. Allí, el ministro de Comercio, Mohamed Saleh, ofrecerá nuevos acuerdos bilaterales en los que tampoco faltará la cooperación en el sector energético, principalmente petróleo y gas.
Aliado estratégico de Estados Unidos y país fronterizo con Irak, Turquía podría servir de base para lanzar desde su suelo bombardeos aéreos sobre territorio iraquí, principalmente en la limítrofe región del Kurdistán.
Cazabombarderos de Estados Unidos y el Reino Unido salen a diario de una base aérea en el sur de Turquía para realizar operaciones de vigilancia sobre la zona de "exclusión aérea" impuesta por esos dos países desde principios de los años 90 en el norte de Irak, donde a menudo atacan objetivos iraquíes.
Una de esas incursiones aéreas habría dejado ayer ocho civiles muertos, según Bagdad. Fuentes del gobierno iraquí afirmaron que, en una "acción criminal", aviones norteamericanos y británicos bombardearon "instalaciones civiles y de servicios" en la provincia de Basora, 550 kilómetros al sur de Bagdad. Ni Londres ni Washington confirmaron hasta el momento el ataque.
Persuadir al mundo árabe
A pesar de compartir el patrullaje de la zona de exclusión en Irak, Gran Bretaña se distanció la semana pasada del plan de Washington para derrocar a Saddam Hussein y aseguró que su prioridad es el retorno de los inspectores de armas de la ONU. Así, Londres se sumó a la oposición ya expresada por Alemania, Rusia y Francia e incluso por políticos norteamericanos.
Dispuesto a aprovechar ese creciente rechazo internacional a una operación militar, Saddam ahora pretende persuadir también a sus pares árabes de que el ataque los perjudicaría tanto como a la propia Bagdad.
El esfuerzo diplomático alcanzará a países como Arabia Saudita o Egipto, tradicionales aliados de la Casa Blanca que hoy atraviesan momentos de tensión con Washington, una oportunidad que Saddam tampoco dejará de desaprovechar. "Las amenazas de Estados Unidos están dirigidas contra toda la nación árabe y confirman las intenciones de la administración norteamericana y sionista de atacar sus recursos, sea en Irak, Arabia Saudita, Egipto o Siria", advirtió ayer el vicepresidente iraquí, Taha Yassin Ramadan.
El esfuerzo de seducción del gobierno de Saddam se centrará en primer lugar en Siria, adonde mañana llegará Ramadan, también con el propósito de "estrechar las relaciones económicas".
Bagdad acompañó el lanzamiento de su contraofensiva diplomática contra Washington con un nuevo anuncio sobre su disposición a autorizar el retorno de los monitores de la ONU, que abandonaron el país en 1998. Sin embargo, el gobierno de Saddam, a través de su embajador en la ONU, Mohammed Aldouri, insistió en que las inspecciones deben realizarse bajo las condiciones impuestas por el gobierno iraquí, acusado por Estados Unidos de producir armas de destrucción masiva.
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