La ambición de Erdogan por el mar Egeo: las islas griegas que ahora reclama como turcas
Los dos países enfrentan su peor crisis diplomática desde la invasión turca de Chipre en 1974; el líder turco sueña con poder explotar el petróleo y otros recursos naturales de la zona
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PARÍS.- Crisis con Turquía, Dimitris Diakomichalis conoció cantidades. Y desde su oficina de alcalde, situada en el puerto de Kalymnos, ahora está en primera línea. Si bien la amenaza de Turquía es la problemática histórica de esa isla, una de las 12 principales del Dodecaneso, archipiélago griego situado a proximidad de las costas turcas, el enfrentamiento se agudizó en las últimas semanas, impulsado por el apetito del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por el mar Egeo.
Sobre la línea de frente invisible que atraviesa las aguas cristalinas del Egeo, los ejércitos de ambos países se controlan, se miden y se provocan desde hace más de 60 años. En esa pulseada permanente, la guerra entre ambos países pudo ser evitada en 1996 gracias a la intervención del entonces presidente Bill Clinton, después que un avión F-16 turco fue abatido por un Mirage griego.
“Pero en este momento, para Ankara no hay ningún límite. Y ciertamente ninguno de los que fueron fijados por el tratado de Lausana en 1923, estableciendo las fronteras de Turquía en la región”, reconoce el geopolitólogo Frédéric Encel.
Ahora, el resurgimiento de las tensiones puso a Grecia en estado de alerta. En ambos países, las cadenas de televisión debaten, dedican días enteros a los riesgos de un conflicto armado, ayudadas con mapas y detalles desplegados por expertos militares. Para Encel, esos dos países miembros de la OTAN no conocieron semejante ambiente desde la invasión turca de Chipre en 1974.
“Tememos seriamente que Turquía pase a la acción. El periodo actual se parece a una preparación psicológica de la opinión pública”, reconoce una fuente del ministerio griego de Relaciones Exteriores.
Una invasión posible
En Atenas, el escenario de una invasión turca a una de las islas griegas es considerado muy posible.
“No sabemos cuál, ni cuándo, ni cómo. Puede concretizarse con la anexión del resto de Chipre. O por el envío del nuevo barco de exploración petrolífera, el Abdulhamid, a las aguas griegas. Ankara siente que existe una posibilidad que debe explorar”, confirma el diplomático.
El escenario se corporizó a fines de abril, cuando Turquía lanzó ejercicios militares en el Egeo. Bautizadas “Éfeso”, esas maniobras de envergadura simularon el asalto a una isla, seguido del desembarco de tropas.
“Turquía posee una brigada de infantería de marina. El ejército egeo, basado en Izmir, tiene por misión principal conducir operaciones aeronavales y anfibias para ocupar las islas griegas”, explica Constantin Pikramenos, autor de MIT, el servicio secreto turco.
En uniforme de jefe de guerra, Erdogan fue personalmente a observar esos ejercicios y pasó un mensaje claro a sus vecinos.
“Llamamos a Grecia a la prudencia, a evitar los sueños, las acciones y las declaraciones que terminarían lamentando, como ya se produjo hace 100 años”, advirtió, evocando la guerra turco-griega de 1919-1922 y la victoria de las tropas kemalistas.
El mismo día, los servicios turcos difundieron una serie de mensajes en las redes sociales en los que reiteraban los argumentos y las amenazas del “reis”. Atenas replicó publicando en el sitio del ministerio de Relaciones Exteriores 16 mapas explicativos de los desacuerdos fronterizos.
Desde entonces, ha sido una peligrosa espiral. Sobre todo porque incluso el diálogo político entre ambos Estados se ha reducido a lo estricto necesario.
“Ni siquiera en 2020, en momentos de alta tensión en el Mediterráneo, cuando fue necesaria la intervención del gobierno francés para calmar las pretensiones de Ankara, las cosas han estado tan tensas”, reconoce Encel.
El poder turco no se contenta, en efecto, con lanzar ejercicios militares en el Egeo. Las violaciones aéreas y marítimas de territorio griego se multiplican.
“En 2019 fueron 140 sobrevuelos. Desde enero último hemos registrado 3200 incursiones en nuestro espacio aéreo”, señala la fuente diplomática griega.
Y los especialistas temen que la situación estalle después del verano boreal.
“Erdogan quiere modificar el tratado de Lausana aprovechando su centenario el año que viene, convencido de que la coyuntura le es favorable. Quiere explotar el contexto de la guerra en Ucrania, gracias a la cual consiguió cierta tolerancia de Estados Unidos y de la Unión Europea”, analiza el profesor Ioannis Mazis, de la universidad nacional de Atenas.
A eso se agrega la cercanía de las elecciones. En junio del año que viene, Erdogan solicitará un nuevo mandato, para el cual ya anunció su candidatura el 9 de junio, en uniforme de combate, durante las maniobras militares en Izmir. Para convencer a su electorado, usa y abusa de la retórica guerrera y nacionalista, antinorteamericana y anti-OTAN. Tan decidido parece a explotar esa veta, que sus servicios de información difundieron en las redes sociales el 11 de julio una foto de sus aliados ultranacionalistas del Partido de Acción Nacionalista (MHP), en la que se los ve sosteniendo un mapa de la región donde todas las islas griegas del Egeo, incluida Creta e incluso Rodas, forman parte de Turquía.
Take a good look at this map. Crete, Rhodes, Lesvos, Chios, Samos all consumed by Turkey. Α fever dream of extremists or Turkey’s official policy? Another provocation or the true goal?
— Prime Minister GR (@PrimeministerGR) July 11, 2022
President Erdogan must make his position clear on his junior coalition partner's latest antics. pic.twitter.com/hX4sSZ924j
“¿Un sueño afiebrado de los extremistas o política oficial de Turquía?”, se preguntó de inmediato en su propio sitio el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotákis.
Si bien el contencioso territorial entre ambos rivales es histórico, hoy Ankara utiliza el pretexto de la militarización de las islas del Dodecaneso para justificar su actitud.
“Ankara acaba de darse cuenta de que ciertas islas griegas están militarizadas, cuando durante 50 años jamás se quejó”, dice Encel.
La gran isla de Kos, por ejemplo, cobija una base militar y un batallón de comandos griegos. Para Turquía, esas instalaciones violan las disposiciones previstas en el tratado de Lausana. Para Atenas, por el contrario, se trata de una interpretación equivocada pues, en aquel momento, el Dodecaneso era italiano y la desmilitarización de las islas incumbía al gobierno de Benito Mussolini. El archipiélago fue cedido a Grecia en 1947, después de la convención de París.
Ioannis Mazis reconoce que la situación es realmente inquietante. “Pero tampoco se puede aceptar darle a Turquía más de la mitad del mar Egeo para salvar al gobierno turco. El problema es que nosotros sabemos que la legalidad está de nuestro lado, pero Erdogan sabe que el poder y la fuerza son capaces de crear la legalidad. En todo caso -concluye- la intención final es clara: al igual que Vladimir Putin, el presidente turco sueña no solo con recrear el antiguo imperio, sino con poder explotar el petróleo y otros recursos naturales que encierra toda la plataforma submarina que reivindica”.
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