La Meca de la discordia: chocan Irán y Arabia Saudita
Los grandes enemigos políticos y religiosos viven una nueva escalada antes de la tradicional peregrinación
RIAD.- El cóctel de política y religión que convulsiona a Medio Oriente volvió a sacudirse ayer entre las dos principales potencias de la región, Arabia Saudita e Irán, enfrentadas una vez más por la peregrinación anual a La Meca, a punto de comenzar y en la que se esperan millones de fieles.
En el clímax de un cruce verbal en ascenso, el ayatollah Alí Khamenei, la autoridad suprema de la teocracia chiita iraní, dijo que la familia real saudita, que profesa una rama extrema del islam sunnita, "no merece gestionar" los lugares sagrados del islam. La crítica fue secundada por el presidente iraní, Hassan Rohani, que pidió a los países musulmanes coordinarse para "castigar" a Riad por su papel en un incidente sucedido el año pasado .
Ambas denuncias tienen lugar cuando se cumple un año de una estampida en La Meca donde murieron miles de peregrinos, muchos de ellos iraníes, y que Teherán atribuye a un "sabotaje" de los sauditas, un incidente que según los iraníes nunca fue investigado a fondo.
"El gobierno de Arabia Saudita debe cargar con la responsabilidad de este incidente", dijo Rohani en una reunión semanal de gabinete. "Desafortunadamente, ese gobierno se ha negado siquiera a ofrecer una disculpa verbal a los musulmanes, o a los países musulmanes".
Khamenei se reunió ayer con sobrevivientes y familiares de víctimas de la tragedia y reiteró su demanda de que la familia real saudita investigue lo sucedido en La Meca.
"Si dicen que no son culpables de lo ocurrido, deberían nombrar una comisión internacional de países musulmanes para investigar el caso de cerca. Arabia Saudita no debe callar a la gente con dinero", dijo el ayatollah a principios de la semana, cuando comenzaba a caldearse el ambiente. Y ayer agregó que "la perversa y malvada casta saudita no merece dirigir los santos lugares".
Las acusaciones iraníes por la tragedia de 2015 hicieron que Arabia Saudita no permitiera este año la participación de feligreses de ese país. Será la primera vez en tres décadas que los iraníes no tomarán parte del evento, cuyo cumplimiento es obligatorio una vez en la vida para todos los musulmanes en condiciones de hacerlo.
La tensión entre ambos países, máximos representantes de las ramas sunnita (Arabia Saudita) y chiita (Irán) del islam, fue fogoneada también por la principal autoridad religiosa saudita, Abdelaziz al-Sheikh, que afirmó que los chiitas y su líder supremo son "enemigos del islam" y "no musulmanes".
"Debemos entender que no son musulmanes (...) sus principales enemigos son los seguidores de los sunnitas", declaró Al-Sheikh al diario saudita Makkah. Y describió a los líderes iraníes como "magus", en referencia al zoroastrismo, la principal creencia en Persia hasta que los árabes invadieron el actual Irán, hace 13 siglos .
Pero nadie se quedó callado en esta disputa. El jefe de la diplomacia iraní, Mhamad Javad Zarif, en respuesta al jeque saudita, dijo que no había "efectivamente ninguna semejanza entre el islam de los iraníes y el extremismo fanático que profesan los sauditas".
Las autoridades sauditas normalmente tratan de evitar la discusión pública de si los chiitas son verdaderamente musulmanes. Pero implícitamente los reconoce como tales al recibirlos en la peregrinación a La Meca y al aceptar visitas de iraníes a la Organización para la Cooperación Islámica, con sede en Riad.
Más allá de la disputa por la peregrinación, Irán y Arabia Saudita están inmersos en una lucha de influencia en la región, sobre todo en Yemen y en Siria.
"Si el problema con el gobierno saudita se limitara a la peregrinación, quizás habríamos hallado una solución. Pero desgraciadamente este gobierno, con los crímenes que comete en la región y su apoyo al terrorismo, derrama la sangre de musulmanes en Irak, en Siria, en Yemen, y bombardea salvajemente todos los días a mujeres y niños yemeníes", denunció Rohani.
Y advirtió que Irán "no perdonará nunca la sangre derramada por estos mártires", en referencia a las víctimas de la estampida del año pasado, que según las cifras más conservadoras dejó cerca de 2300 muertos, 450 de ellos iraníes.
Las monarquías árabes sunnitas del Golfo Pérsico, agrupadas en el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), dieron su respaldo a Riad y acusaron en un comunicado a Irán de "politizar" la peregrinación, y rechazaron "las declaraciones sucesivas de los altos dirigentes iraníes contra el reino saudita".
Agencias AFP, EFE, AP, DPA y Reuters
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