Linda Tripp: la confidente traicionera

1997

Las grabaciones secretas de sus charlas íntimas con Monica Lewinsky provocaron un terremoto político en Estados Unidos a fines de los 90 y alentaron el juicio político contra Bill Clinton.

Linda Tripp trabajaba como secretaria en la Casa Blanca cuando en 1994 fue trasladada al Pentágono. Allí conoció a Lewinsky, una ex becaria que también había estado en la Casa Blanca. Pese a una diferencia de edad de 24 años, Tripp se convirtió rápidamente en la amiga y confidente de Lewinsky. En una de sus charlas, la joven le confesó que mantenía un affaire con el entonces presidente.

En una polémica actitud -que ella luego defendería diciendo que lo había hecho por el bien de su amiga-, en 1997, Tripp comenzó a grabar las confidencias que Lewinsky le hacía por teléfono. Entre sus infidencias, la joven le contó que había tenido sexo oral con Clinton en el Salón Oval.

Cuando tuvo suficiente material, Tripp entregó 20 horas de grabaciones al fiscal Kenneth Starr, que investigaba por entonces el Whitewater, un escándalo de fraude inmobiliario que involucraba al matrimonio Clinton. Tripp incluso se reunió con los abogados de Paula Jones -que había acusado a Clinton de acoso sexual- para contarles sobre la relación entre Lewinsky y Clinton.

No era la primera vez que Tripp actuaba de este modo. Después de que el escándalo salió a la luz, The Washington Post reveló que ella había sido la fuente original de las acusaciones, nunca probadas, sobre una supuesta aventura que George Bush padre mantuvo con una joven llamada Jennifer.

La investigación que inició Starr a partir de las grabaciones de Tripp culminó con una acusación penal en contra del presidente por perjurio y obstrucción de la Justicia, y en su posterior absolución. Las últimas palabras de Lewinsky durante su interrogatorio ante el jurado fueron: "Odio a Linda Tripp".

2006

Acusada de "traidora" por sus críticos, Tripp se convirtió en una paria en Estados Unidos. Pocos le perdonaron el haber traicionado la confianza de su amiga y la acusaron de haber actuado de esa forma con el objetivo de escribir un libro en el futuro.

Sin embargo, Tripp no hizo ninguna de las dos cosas. "No hice esto para enriquecerme", dijo durante una entrevista, en 2003. "Este país nunca entenderá que hice lo que creía que debía hacer por su bien", señaló Tripp, que acusó a Clinton de tratar a su amiga como a una "mujer descartable".

Tras el escándalo, la ex secretaria del Pentágono fue objeto de duras parodias en programas cómicos, que se burlaron de su apariencia, además de imitarla como a una soplona. "Lo peor de que me presentaran como a una persona desagradable y mala fue que mis hijos tuvieron que exponerse a eso", dijo hace poco Tripp, que tiene dos hijos.

El feroz trato que recibió en los medios la llevó a remover los televisores de su casa durante cinco años y a hacerse varias cirugías estéticas. Tripp también cambió su larga cabellera rubia por un peinado corto y morocho. En 1999, Tripp demandó al Pentágono por haber revelado durante el sexgate detalles de su vida personal, entre ellos un arresto policial que sufrió cuando tenía 19 años, acusada de robo. En 2003, el Pentágono acordó finalmente pagarle 595.000 dólares para cerrar el asunto. Tripp dijo que no se benefició con ese dinero, ya que debió pagar a sus abogados. En 2001, fue despedida del Pentágono y acusó al gobierno de Clinton de haberla echado para vengarse. Ese mismo año le diagnosticaron cáncer de mama, por lo que debió someterse a varias sesiones de quimioterapia.

Divorciada, Tripp, de 56 años, se casó nuevamente en 2004 con Dieter Rausch, un arquitecto alemán. Retirada después de 22 años de carrera en el gobierno, Tripp vive hoy en Middleburg, Virginia, donde abrió con su marido un negocio de artículos navideños.

Pese a todo, dice que no se arrepiente de haber hecho públicas las conversaciones con su amiga, y que hoy haría lo mismo, para cumplir con su "deber como patriota". No volvió a hablar con Lewinsky desde 1998.

Por Dolores Tereso

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