Máxima tensión en Siria: el sorpresivo asedio jihadista a Aleppo se convierte en el mayor desafío al régimen de Al-Assad en años
Los grupos rebeldes nunca habían sido del todo extinguidos pero dieron un salto de calidad sobre la ciudad de Aleppo, aprovechando un contexto geopolítico favorable
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TÚNEZ.- Después de que el régimen de Bashar al-Assad obtuviera varias victorias decisivas hace más de un lustro, el consenso entre la mayoría de analistas era que la guerra civil en Siria se encontraba en sus estertores. Todo parecía indicar que el presidente sirio se convertiría en el único de los líderes acechados por fuertes movilizaciones durante la primavera árabe en que se impondría a los adversarios.
En 2020, tras casi una década del estallido de las hostilidades, sus tropas ya controlaban las principales ciudades del país, y tan solo las zonas rurales del norte del país escapaban a su control.
Sin embargo, las milicias rebeldes que aún controlan la provincia de Idlib han demostrado con una exitosa ofensiva lanzada el pasado miércoles que Al-Assad todavía no puede cantar victoria. El rápido avance de las tropas opositoras, que se han hecho con el control decenas de pueblos y de amplias zonas de la ciudad de Aleppo, la segunda más importante del país, ha sorprendido a propios y extraños, ya que llevaban años a la defensiva.
“Siria [...] puede, con la ayuda de sus aliados y amigos, derrotar y eliminar [a los terroristas], sin importar lo graves que sean sus ataques”, declaró Assad este sábado tras la ofensiva rebelde.
Según los analistas, la evolución del conflicto en Siria está íntimamente relacionada con lo que sucede en la región, y especialmente, el debilitamiento de Irán y Hezbollah, precisamente los aliados que señalaba Assad.
¿En qué consistió la ofensiva?
El pasado jueves, una alianza de milicias opositoras, la mayoría de ideología islamista y lideradas por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), lanzaron una ofensiva coordinada en varios frentes en las comarcas de alrededor de Aleppo. Según el Ejército Nacional sirio, el frente de batalla se extiende en una línea de más de 100 kilómetros. Los combates, que han entrado ya en su tercer día, han provocado la muerte de al menos 300 personas, la mayoría combatientes.
El gobierno ha reconocido la pérdida del control de Aleppo, pero ha asegurado que se trata de “una retirada temporal”, con el objetivo de reagrupar sus efectivos y lanzar un contraataque. De acuerdo con los testimonios sobre el terreno, la línea de defensa del Ejército alrededor de Aleppo colapsó sin apenas presentar resistencia. Y ello, a pesar de que la aviación rusa castigó las posiciones rebeldes con continuos bombardeos. Curiosamente, la batalla de Aleppo fue la última gran batalla de la guerra civil siria, y terminó a finales de 2016 con la victoria de las tropas oficialistas.
¿Cuál era la situación previa en Siria?
Aunque Siria había desaparecido de los titulares de la prensa internacional hace un lustro, la violencia no había desaparecido del país árabe. Más bien, la guerra se había convertido en un conflicto de baja intensidad. Desde 2020, no se habían registrado hostilidades de gran envergadura en ninguna zona del país, pero el intercambio de proyectiles y los choques esporádicos entre las tropas gubernamentales y las milicias rebeldes en la provincia de Idlib sí eran habituales.
Durante los últimos años, la dinámica parecía favorecer al régimen, que lentamente iba ampliando el territorio bajo su control en Idlib, sobre todo gracias a los ataques aéreos de los cazabombarderos rusos y al apoyo sobre el terreno de los combatientes de la milicia Hezbollah libanesa. De hecho, en las semanas previas a la ofensiva, se habían intensificado los bombardeos contra las zonas civiles. Según los voceros de las milicias rebeldes, su ofensiva tendría como objetivo poner fin a estos ataques.
¿Qué es Hayat Tahrir al-Sham (HTS)?
HTS es un grupo jihadista que nació fruto de la refundación del Frente Nusra, que era la filial siria de Al-Qaeda. La milicia rompió relaciones con Al-Qaeda en 2017 en un intento de presentar al mundo una imagen más moderada y también para dejar claro que su ámbito de actuación y sus objetivos se limitaban a Siria. Desde entonces, se ha convertido en la principal organización armada de la provincia septentrional de Idlib.
Aunque ha moderado sus postulados y actuaciones, y ya no aplica una interpretación tan rigurosa del islam en las zonas bajo su gobierno, el grupo está incluido en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos. Este viraje ideológico, que ha permitido la mejora de sus relaciones con otras milicias opositoras e incluso el lanzamiento de una ofensiva conjunta, es fruto de la visión de su carismático líder, Abu Mohamed al-Golani.
¿Qué zonas están en manos de los rebeldes?
Hasta el inicio de la ofensiva, el régimen sirio controlaba dos terceras partes del país, incluida Damasco, la capital, y la costa mediterránea. Los remanentes de las milicias rebeldes sirias rigen en la provincia septentrional de Idlib, en la que viven más de cuatro millones de personas, y una pequeña franja del sur, colindante con la frontera jordana. Por su parte, los peshmerga o guerrilleros kurdos han creado una entidad autónoma en el nordeste del país, incluida la ciudad de Raqqa, la capital del “califato” del autoproclamado Estado Islámico. Por último, también en el norte del país, Turquía tiene desplegadas tropas en un corredor en la zona fronteriza, que gobierna con la colaboración de varias milicias aliadas.
¿Puede llegar a colapsar el régimen de Al-Assad?
En parte, la exitosa ofensiva de las fuerzas rebeldes se debe a la debilidad de los aliados de Al-Assad, Irán y Rusia, cuyas energías se hallan concentradas en otros conflictos bélicos. Sin su decisivo apoyo militar, el régimen sirio no habría podido hacerse con el control de la mayoría del país. Tanto para Moscú como Teherán, el mantenimiento de Al-Assad en el poder es de vital importancia, por lo que si es necesario redoblarán su respaldo militar a Damasco y evitarán su caída. Además, parece dudoso que las milicias rebeldes dispongan de los recursos para prolongar su avance y acercarse a la capital.
Más bien, la pregunta que se hacen analistas y diplomáticos es si esta ofensiva puede poner fin al estancamiento que había experimentado el conflicto, o si tras un breve periodo de intensos combates, las líneas se consolidarán y retornará una cierta calma. En parte, ello dependerá de la capacidad de las milicias rebeldes de conservar el terreno conquistado gracias al reclutamiento de nuevos combatientes. Asimismo, un factor importante es cuál será la posición de las diversas potencias regionales ante un cambio de los equilibrios internos en Siria.
¿Cuáles son los intereses de las potencias implicadas en Siria?
Rusia sostiene al régimen de Al-Assad porque es una garantía para el mantenimiento de su estratégica base naval de Tartús, la única que posee en el Mediterráneo. Por su parte, el interés de Irán es tener libertad de movimientos en Siria para poder hacer llegar armamento por vía terrestre a Hezbollah, la más importante de sus milicias afines en la región. Evitarlo, precisamente, es el objetivo de Israel, que desde el inicio de la guerra de Gaza ha llevado a cabo numerosos bombardeos en Siria contra instalaciones de Hezbollah o de la Guardia de la Revolución iraní.
En el caso de Turquía, su principal preocupación es que la entidad autónoma kurda sea lo más reducida posible, sobre todo para evitar que sirva de refugio al PKK, la insurgencia nacionalista kurda que hace décadas lucha contra el Estado kurdo. Asimismo, a Ankara, al igual que a la Unión Europea, le preocupa que si el régimen sirio ocupa Idlib, millones de refugiados cruzarán su frontera, como pasó en 2015. De ahí que apoye de manera velada a las milicias rebeldes de Idlib, y se cree incluso que su luz verde fue necesaria para el lanzamiento de la presente ofensiva.
Por último, Estados Unidos tiene unos 800 soldados en el cantón kurdo dedicados a impedir el resurgimiento de Estado Islámico. Ante la fluidez del contexto actual, no está nada claro si Trump procederá a la retirada de los soldados en Siria, tal como han sugerido algunos de sus asesores, lo que podría incluir un acuerdo sobre el futuro de Siria con Ankara o Moscú.
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