Negación y shock: para los familiares, un proceso difícil
Un equipo de profesionales médicos, psicólogos y enfermeros asiste a las personas cercanas y amigos de las víctimas; la ciudad sigue conmocionada, por la proximidad con los jugadores
CHAPECÓ, Brasil.-Consternados y en medio de un duelo que tardarán años en superar, los familiares de las víctimas del trágico vuelo que acabó con el plantel del Chapecoense reciben tratamiento psicológico en los vestuarios del estadio, en una ciudad que sigue de luto.
Psicólogos, médicos, psiquiatras y enfermeros atienden a los familiares y amigos de las víctimas que deciden acercarse hasta el Arena Condá, de Chapecó, en el estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil.
El feudo del "Huracán del Oeste", nombre con el que se conoce al equipo, es hoy un espacio cargado de sentimientos ante una de las peores tragedias de la historia del mundo del fútbol.
"Hay mucho dolor y sufrimiento, muchas personas están en estado de shock y necesitan tratamiento psicológico para lidiar con esta pérdida", dice el psicólogo André Figueredo Pedrosa. Pero el tratamiento no está escrito en un libro clínico con puntos a seguir: es personal, y más cuando "varias de las mujeres de los futbolistas están embarazadas", mientras que otras "tienen muchos hijos de corta edad", revela Figueredo Pedrosa.
Los familiares presentan un cuadro de estrés postraumático y muchos de ellos llegaron al estadio sin todavía reconocer lo que había pasado. "Primero vimos que muchas personas acabaron negando lo que pasó. Decían que no había ocurrido y que no era así. Cuando se dan cuenta de que hubo un accidente, algunas entran en shock y en un tercer momento nosotros hacemos el trabajo clínico para que el familiar entre en un proceso de luto", explica el psicólogo.
En ese estado se encuentra Eliana Carini, novia del jefe de seguridad del Chapecoense, Adriano Bitencourt, que iba en el avión.
"El sábado tuvimos un evento y se vino a despedir y me dijo: «Hasta la vuelta», pero esa vuelta no va a ocurrir ni con él ni con las otras víctimas", se lamenta Carini completamente consternada sobre el césped del Arena Condá.
"Una compañera me avisó de la tragedia por la mañana y le respondí que no bromeara con eso, y cuando vi las noticias, no me lo creía", confiesa. Después de ese primer momento de negación, llegan los recuerdos: "Hace dos semanas, él se tumbó conmigo y me dijo: «Mi amor, si yo muero en este momento, lo haré como la persona más feliz de este mundo»".
Desde el punto de vista de Figueredo Pedrosa, el luto es "tortuoso", pero "es algo necesario de hacer".
También requieren de tratamiento aquellos jugadores como el delantero Alejando Martinuccio, el arquero Marcelo Boeck o el también portero Nivaldo, que no se subieron al avión por diversos motivos. "Pueden estar sintiéndose aliviados, pero al mismo tiempo hay un dolor por perder los compañeros de trabajo y pueden surgir preguntas de por qué ellos y no yo", comenta el especialista.
Nivaldo, que convivió tres años con el arquero titular Danilo, salía ayer destrozado de los vestuarios del Chapecoense, consciente ya de que sus compañeros "no volverán más". "Cuando llegué al estacionamiento, los autos de ellos (sus compañeros) aún seguían ahí", expresa visiblemente emocionado.
Chapecó está sumida en un silencio sepulcral, como si se tratase de un día festivo eterno, debido a la cercanía que había entre los vecinos y los jugadores.
"En una ciudad grande, los aficionados sólo tienen contacto con los jugadores en el estadio, pero aquí no. Aquí la hinchada tenía contacto con ellos en los bares, en las escuelas y en las calles", reconoce el psicólogo.
Historias de sobrevivientes
Alan Ruschel
Jugador del Chapecoense
De 27 años, fue el primero de los jugadores del Chapecoense que fue rescatado del accidente. Desde que lo sacaron del fuselaje se mostró preocupado por sus amigos, su familia y su mujer. Apenas ingresó al hospital, consciente de lo que había sucedido, les hizo a los médicos un pedido especial: que le guarden el anillo de casado. Ruschel y Marina Storchi se casaron el 2 de mayo de 2013
Ximena Suárez
Azafata de la empresa LaMia
Boliviana, de 27 años y madre de dos hijos, sufrió algunas fracturas, pero está consciente y fuera de peligro. Suárez, que trabaja desde hace dos años en LaMia, contó sobre la tragedia que "las luces se apagaron repentinamente y que 40 o 50 segundos después" sintió un golpe. Eso fue todo lo que recordó, hasta que se despertó en la ambulancia que la trasladó al hospital
Carlos Meneses Sánchez