Primó la voluntad de evitar la ruptura de la Unasur
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Fue una reunión áspera, con fuertes cruces y, como telón de fondo, el persistente miedo de que algún presidente pateara el tablero y la unidad regional quedara herida de muerte. Pero hubo al menos un punto en el que todos los mandatarios que asistieron a la cumbre de Bariloche estuvieron de acuerdo: evitar la ruptura de la Unasur.
El joven bloque regional, que ya fracasó a comienzos de mes en Quito en su primer intento de resolver la crisis desatada por el acuerdo militar entre Bogotá y Washington, superó ayer una prueba de fuego y logró consolidarse como un inédito espacio de diálogo. Y en el afán de los presidentes por reforzar la Unasur, el mandatario de Colombia, Alvaro Uribe, logró evitar una condena a su pacto militar, porque no era ningún secreto que si esto sucedía, el colombiano pegaba el portazo.
"La mayoría de los presidentes quería evitar que se llegara a una situación de «todos contra Uribe». De aislarlo demasiado en el documento, se habría polarizado la situación con Colombia y con Estados Unidos. Los mandatarios eligieron privilegiar la Unasur, y la Unasur incluye a Colombia", explicó a LA NACION Guillaume Long, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), de Ecuador.
Uribe supo sacar provecho de esto, y logró mostrarse inflexible en sus posturas. Así, el colombiano rebatió los críticos planteos del paraguayo Fernando Lugo, del venezolano Hugo Chávez, del boliviano Evo Morales y del ecuatoriano Rafael Correa.
Uno de los más duros fue Morales, que sin éxito buscó una condena abierta de la Unasur a la presencia militar norteamericana en Colombia. "Quiero irme de esta reunión con un documento firmado que diga que no va a haber ninguna base militar norteamericana en América del Sur", afirmó en su intervención. Pero sus palabras, en sintonía con el pensamiento de Chávez y de Correa, no tuvieron eco en la reunión de ayer, en la que primó el consenso.
A Morales, Uribe le respondió que de ninguna manera iba a firmar una declaración final que prohibiera bases de Estados Unidos en su país. Y ni el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva ni la presidenta Cristina Kirchner consideraban viable terminar la cumbre sin una declaración final que reflejara un cierto consenso regional.
Uribe, ausente en la cumbre de Quito, supo sacar provecho de esta situación. Pero tampoco se mostró exultante a lo largo de la cumbre, a la que no debe haber considerado uno de sus mayores éxitos personales.
Sin ir más lejos, no disimuló su rechazo a sacarse la clásica "foto de familia" de todos los presidentes de la Unasur y recién acudió al estrado, visiblemente desencajado, cuando Cristina fue a buscarlo.
"Uribe se salió con la suya en el documento, pero no en la realidad de la cumbre. Debe haberse sorprendido del nivel de oposición a su proyecto", consideró Long, e hizo hincapié en la oposición casi total de los países del bloque a una intervención militar norteamericana en América del Sur.
El fortalecimiento de la Unasur como espacio de debate para los problemas regionales fue una victoria para Lula, que como líder de la principal potencia regional aspira a convertir al bloque en un interlocutor viable para negociar con Estados Unidos o con la Unión Europea.
Sin embargo, el mandatario brasileño vio frustrada su intención de llevar a cabo una cumbre entre la Unasur y el presidente Barack Obama para discutir sobre el pacto militar con Colombia. Quizá porque ese pacto aún es secreto y faltan demasiados detalles como para tratar el tema de forma clara y transparente (algo que se le reclamó ayer a Uribe en varias oportunidades). La Unasur ayer sorteó un duro obstáculo, pero, al cabo de un intenso día en Bariloche, ya se divisan nuevas pruebas que superar en el horizonte.
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