Vernon Walters: "La guerra contra el terrorismo es una guerra sin fin"
Mr. Underground lo llaman. Más por una rara afición a los trenes subterráneos que por la naturaleza oculta de su trabajo, un oficio que lo convirtió desde temprano en protagonista de la historia y -como prefiere definirse- en soldado antes que en diplomático. Ahora, a los 85 años , el general norteamericano Vernon Walters es todavía el halcón guerrero que sobrevoló Vietnam en 139 misiones aéreas, fue subdirector de la CIA, embajador ante las Naciones Unidas y representante de su país en la Alemania que para sorpresa del mundo veía derrumbarse el muro de Berlín. Para sorpresa del mundo, no suya, que lo pronosticó con una semana de anticipación, según afirma.
Responde rápido, en perfecto castellano y sin esperar el final de las preguntas, pero sus respuestas son contundentes: "La guerra contra el terrorismo es una guerra sin fin", asegura. Está de paso por Buenos Aires, camino a Brasil, y el diálogo con LA NACION, ayer, en un hotel céntrico donde en los años 50 se alojó junto con Eisenhower, gira desde el inicio en torno de las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre.
"Los atentados movilizaron al país -dice Walters-. Hay un estallido de patriotismo, todo el mundo anda con banderas y se aprueban todas las medidas del gobierno, sobre todo porque llevó a cabo una campaña perdiendo menos de quince hombres." Hace una pausa y añade: "Para mí, como soldado, la gran realización de Estados Unidos es el desarrollo de armas que salvan vidas: ahora se puede derrotar al enemigo sin las pérdidas de vidas normales en todas las guerras anteriores".
-¿En este tipo de guerra se puede declarar una victoria?
-La guerra contra el terrorismo es una guerra sin fin, y creo que nunca habrá un fin para esta guerra porque Osama ben Laden no es el único terrorista, sino que hay muchos otros. Es una guerra de los que son contrarios a la civilización moderna, y para ellos Estados Unidos encarna todos los males.
-Entonces, ¿cómo sigue el conflicto de ahora en más?
-No se puede ganar una batalla y terminar. El presidente (George W.) Bush lo dijo claramente: quienes alberguen a terroristas y los apoyen o financien sus actividades son también terroristas. Esto nos puede llevar bastante lejos.
-¿Qué tan lejos?
-La guerra ahora va a ser más una guerra de información. Los campos de entrenamiento fueron destruidos, de modo que la cosa ahora es saber dónde están los terroristas, dónde conspiran, para qué y de dónde obtienen el dinero. El gran problema de Estados Unidos es que sus servicios de inteligencia tienen restricciones que nadie imagina: no podemos reclutar a personas con un pasado judicial y no podemos reclutar a periodistas, que son quienes tienen la información. Por ley, no podemos matar a un jefe de Estado.
-¿Estados Unidos espera todavía encontrar a Ben Laden?
-Creo con un 50 por ciento de probabilidad que Ben Laden está muerto. Las bombas que se tiraron arrasan un territorio del tamaño de cinco campos de juego y la onda expansiva en las cavernas golpea como un martillo. Además, no tenía buena salud, pero tenemos que continuar buscando.
-También Rusia tuvo problemas con el terrorismo. ¿Estamos ante el inicio de una era de colaboración entre Washington y Moscú?
-Los rusos vienen diciendo desde hace dos o tres años que los chechenos son musulmanes fanáticos y los norteamericanos no lo creían. Nadie observó bien esta situación, pero creo que Putin ha calculado cuál es el mejor camino para Rusia y mi impresión es que llegó a la conclusión de que tiene un papel central en el destino de Occidente. Entre Bush y Putin hubo entendimiento.
-¿En Medio Oriente el premier Sharon está aprovechando la guerra contra el terrorismo para presionar a Arafat?
-Naturalmente, cada uno quiere pintar al otro como el gran terrorista porque saben que los norteamericanos están bastante exaltados. Igualmente creo que todavía hay esperanzas de una solución, pero la única que yo veo es que las Naciones Unidas o las grandes potencias digan "nosotros vamos a trazar las fronteras y garantizar la seguridad con una fuerza de paz".
-¿Considera que la posición de Sharon se vio fortalecida tras los atentados en Estados Unidos?
-No creo que se haya visto fortalecido, es una persona muy controvertida, incluso en Israel. Hubo episodios con los refugiados palestinos en el Líbano, hace muchos años, y cuando se lo compara con personalidades como (Yitzhak) Rabin o (Shimon) Peres, es otra cosa. Lo conocí cuando acompañé a Alexander Haig. Sharon era entonces ministro de Agricultura y parecía muy incómodo de serlo.
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