Adiós a Héctor Stamponi
El notable autor de "El último café" murió a los 80 años
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Si solamente hubiese compuesto la música de "El último café", Héctor Stamponi -fallecido anteanoche en esta ciudad a los 80 años- hubiese conquistado, sin más, un lugar destacado en el universo tanguero.
Esa hermosa melodía que, con los versos de Cátulo Castillo, ha sido entonada una y mil veces por tantos anónimos ciudadanos; ejecutada por diversos directores y cantada por distintos intérpretes, fue, no obstante, nada más que un capítulo en su producción musical.
Representante cabal de lo mejor de la llamada Generación del 40, pianista eximio, uno de los mayores solistas que ha tenido el tango, "Chupita" Stamponi brilló con luz propia en un medio que cuenta y ha contado con notables pianistas, como Horacio Salgán, Lucio Demare, Osvaldo Pugliese, Orlando Goñi, Carlos Di Sarli, Osvaldo Tarantino, Carlos García y tantos otros cuya sola mención haría una lista casi interminable.
Añadió su condición de compositor, de arreglador y director.
La manera de tocar, los arreglos, su peculiar fraseo, su modestia y su desinterés por su proyección personal, lo que en el lenguaje de hoy se llamaría "perfil bajo", hicieron de él una figura reconocida y respetada en el ambiente, querida por quienes lo trataron, recordada desde ahora por sus hermosas melodías.
Stamponi, que nació el 24 de diciembre de 1916 en Campana, al igual que otras grandes figuras del tango, como los hermanos Homero y Virgilio Expósito.
A los 7 años comenzó a estudiar piano con la maestra Esther Cultelli y, paralelamente, continuó sus estudios primarios y secundarios, hasta recibirse de maestro normal. Ya grande, perfeccionó en armonía con el maestro Alberto Ginastera y con Julián Bautista en composición.
Sus trabajos profesionales se ubican alrededor de 1936 y desde entonces ha sido tan intensa su labor que necesariamente debe abreviarse en el momento del adiós. Basta consignar que dejó en el disco obras perdurables. Alcanza con escuchar, una y otra vez, aquellos temas que completan el disco "Rivero canta a Discépolo", una joya que por suerte ha sido editado en compacto hace poco tiempo.
Pero no sólo lo hizo con Edmundo Rivero. Stamponi acompañó desde el piano, o como director, a muchos de los mejores cantores:Roberto Rufino, Hugo del Carril, Charlo, Alberto Marino...
Años después, a fines de la década del cincuenta, con un joven que se había revelado como algo más que una promesa -Raúl Lavié- hicieron ciclos memorables en Radio Belgrano.
Lavié se convirtió, junto a Julio Sosa, en uno de los mejores intérpretes de aquel tema señalado al comienzo, "El último café", que contribuyó a difundir y que, por una rara coincidencia, acaba de grabar para un flamante compacto con la orquesta dirigida por Osvaldo Piro, en una versión notable.
En 1953 formó un dúo, nada menos, que con Enrique Mario Francini, piano y violín, para deleite de quienes pudieron escucharlos en recitales públicos y programas radiales, tan comunes en aquella época.
Siempre se rodeó de excelentes músicos, como el contrabajista Kicho Díaz y el bandoneón de Mario Demarco, precisamente para acompañar a Edmundo Rivero en aquella memorable placa mencionada anteriormente.
Pero antes, en su inagotable jornada de trabajo, que sólo cesó con su enfermedad y la muerte, había sido el pianista de grandes conjuntos.
Desde su debut en el conjunto de Juan Elhert, en 1936, pasó luego a integrar las orquestas de Federico Scorticati, de Miguel Caló y de Antonio Rodio.
Estuvo algunos años alejado del país, ya que por obligaciones profesionales se radicó en México en 1943. Allí secundó musicalmente a la actriz Amanda Ledesma y escribió música para muchas películas de la época.
De regreso a la Argentina, formó su propio conjunto para grabar en el sello "Víctor", con el cantante Guillermo Arbós.
También aquí fue requerido por el cine y el teatro.Entre las películas que musicalizó debe recordarse "Carlos Gardel, historia de un ídolo", u obras teatrales, como la comedia de Cátulo Castillo "Cielo de barrilete".
Una y otra vez fue contratado por las radios para actuaciones en vivo, muchas de las cuales, por desgracia, por imprevisión y hasta por desidia, no fueron grabadas o, si lo fueron, se perdieron con el correr de los años, como producto de una cultura que no atesora los bienes musicales, artísticos y testimoniales.
Sus temas "Qué me van a hablar de amor", "Aquí nomás", "Festejando", "Romance y tango", el vals "Un momento", junto con otros tangos, como "Mi cantar", "Es mejor olvidar", "Pueblito de provincia", "En la huella del adiós", "Alguien", "Zamba", "No, no matarás", "Canción de Ave María", fueron distintos momentos de su inspiración, pero no los únicos.
También incursionó como letrista "Yo quería ser feliz" y "Cuando cuentes la historia de tu vida".
Hasta hace poco podía escuchárselo en locales nocturnos y no tanto. También en algunos restaurantes, y solía animar desde el piano alguna charla de café en confiterías más o menos céntricas. Todo con gran sobriedad y dignidad.
Héctor Stamponi fue sepultado ayer en el cementerio de la Chacarita.





