Bach, sobre el piano de Martins
Para varios estudiosos y memoriosos, la obra para clave (piano) de Juan Sebastián Bach no ha sido aún grabada en forma integral.
Pero, ¿cuál es la obra integral de Bach?, sobre todo si se incluyen los dieciséis conciertos para clave, seis de los cuales serían (según Waldersee, en 1885) originales de Vivaldi, y otros cinco debían su paternidad a Marcello, Telemann y un joven duque de Sajonia.
No obstante, resulta ahora que la proeza de abarcar en su totalidad lo escrito por Bach para clave parece haberla llevado a cabo el pianista brasileño Joao Carlos Martins, quien ya en marzo de este año llevaba grabados diecisiete CD.
Martins se encontraba recuperándose de un derrame cerebral que había inhabilitado su brazo derecho.
Luego, el pianista finalizaría su desafío en Sofía (Bulgaria).
El caso de rehabilitación física de Martins trae a la memoria el de la recuperación psicológica del pianista australiano David Helfgot _presentada en la reciente película "Claroscuro"_, aunque se trate de discapacidad de diferente etiología.
El "Complete keyboard de Bach" fue editado por el sello Labor, adquirido, a propósito de esta grabación, por la editora Concorde.
De escuchar a Martins en piano, surge el gran interrogante. ¿Cuál debe considerarse la interpretación más cercana al espíritu y al estilo de Bach? ¿La llamada "historicista"? ¿La clavecinística? ¿La de un "Bach con personalidad"? ¿O una nueva percepción "actualizada" en su dimensión romántica?
El universo de Bach es inmenso. Y de hecho admite revisiones. Lo prueban, por ejemplo, las disímiles concepciones del pulso orquestal _de los tempi del músico barroco_ asumido por Hermann Scherchen y los actuales enfoques de Harnoncourt En el caso de la música para teclado _y exceptuada la que escribió Bach para órgano_ hubo enfoques diferentes, aunque todos partieron de su profundo amor por la música de Bach. Allí están las versiones de Edwin Fischer, Friedrich Gulda, Sviatoslav Richter, Rosalyn Tureck y, en los últimos tiempos, la concepción austera _diríase despojada_ del húngaro Andras Schiss frente a la superromántica y apasionadamente manierista de Glenn Gould.
En cuanto a la porción abarcada por cada intérprete, de dicha obra para teclado, algunos han ofrecido en concierto _o en grabaciones_ la versión completa de los dos libros de "El clave bien temperado", o de las suites inglesas y francesas, etcétera.
Aproximaciones de Martins
Lo cierto es que, aunque no haya abarcado exactamente la obra íntegra para clave, Joao Carlos Martins ha dejado registradas sus interpretaciones, tanto de los dos libros del Clave bien temperado como de las suites inglesa y francesa, las Variaciones Goldberg, el Concierto Italiano, las Invenciones a 2 y 3 voces, el Libro de Anna Magdalena y algunos preludios y conciertos.
La mirada que sobre Bach deposita Martins es, al menos, cuidadosa. No contiene ni purismo clavecinístico, ni exabruptos románticos, ni regodeos en artificiosas búsquedas tímbricas. Tampoco nos sorprende con hallazgos ni visiones novedosas.
Martins es prolijo en los fraseos para hacer diáfano el tejido contrapuntístico _esencial en Bach_ y el toque tiende, por lo mismo, a la claridad de las líneas, sobre todo cuando se trata de preludios o toccatas.
Los tiempos de Martins no siempre concuerdan con versiones consagradas, ya sea porque a veces los apura y otras se detiene en el ímpetu, como si quisiese iluminar los contracantos o las voces interiores.
La única sorpresa de esta edición es la presentación intercalada de preludios de Bach y Chopin, un aporte irrelevante si es que se ha pretendido echar una mirada sobre hipotéticas tangencias estilísticas entre el barroco y el romanticismo polaco.
El New York Magazine relaciona este trabajo con la perspectiva de Glenn Gould, no sin destacar que Martins se especializó en Bach por espacio de treinta años, asumiéndolo con pasión y romanticismo.
Una edición de esta envergadura merece una promoción ceñida al real catálogo de las obras, razón por la cual el "complete keyboard de Bach" no debería crear sospecha alguna.
Resonancias barrocas en el clavicordio
Bach escribió para clave o clavicordio (clavecín, en francés, clavicembalo en italiano, harpsichord en inglés). Porque si bien tocó y aprobó los sucesivos pianoforte que le mostró el constructor Godofredo Silberman (verdadero inventor del piano, tras los experimentos de Bartolomé Cristofori con su clavicembalo col piano e forte), el clave reinó desde el siglo XVI hasta casi todo el siglo XVIII, antes de ser destronado por el piano.
El clave, con sus cuerdas punteadas, y sus dos teclados o manuales (a veces con pedalera, como el órgano) semejaba un piano de cola. Su sonido, más bien seco, no se prolongaba, por lo cual se buscó cubrir los brevísimos silencios dejados por sus cuerdas con notas de adorno.
Sonido favorito
El clavicordio _instrumento cultivado entre los siglos XVIy XVIII_ no tenía la brillantez del clave ni la potencia del piano. Su sonido suave y esfumado fue uno de los favoritos de Bach. Beethoven disfrutaba de su intensidad sonora y de sus posibilidades expresivas (con la presión de los dedos lograba algún vibrato).
Al clave _que evolucionó en técnica y potencia sonora_ se le asignó desde el siglo XVII la tarea de bajo continuo, compartiendo roles con órgano, laúd, fagot o viola da gamba, o grupo instrumental.
Sortilegios de la polifonía
La polifonía empezó como un juego. Juego de imitación de voces. Voces que se buscan (ricercare) como una diversión de escondite, de persecución, conforme a reglas (canon). Las notas forman una ronda (contrapunto) . Y huyen unas de otras (fuga).
Hablamos entonces del estilo imitativo. El que Bach cultivó con maestría sin par, con ingenio de supremo inventor. Y cuya cumbre es la fuga, donde se unen la técnica contrapuntística con la fantasía que vuela en alas de la imaginación, transformada en ideas brillantes.
Este es el universo de Juan Sebastián Bach. Fugas a dos, tres, cuatro voces. El desafío del oído es descubrir la trama maravillosa .
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