Rock y candombe. Escandalo y excesos. Muerte y resurrección. Futbol y bengalas. Múros y aviones. Música y letras. Loco y me voy. Los angeles y el docke. La vida y los cantos.
El auto japones circula lento por la autopista 101 de Los Angeles, atascado entre 4x4, limusinas, vans y coches de caja automática y aire acondicionado. Son las 12 del mediodía y el sol del verano californiano pega en el asfalto hasta derretirlo. El japonés es el único vehículo que lleva más de una persona a bordo. Después de un breve trayecto, sale de la autopista y setopa con un semáforo. En la esqui na, un homeless de película, conbarba rubia y la piel colorada, se acerca a la ventanilla del conductor blandiendo un tarrito mugriento, farfullando algo en un inglés incomprensible. El conductor baja el vidrio de su ventanilla con un botón, mira al mendigo y dice (en perfecto castellano):
"Ay, hermano... ¿Cómo te explico que vivo en el Docke, que este auto no es mío yque no tengo un mango?".
Como si hubiera entendido todo, el linyera da media vuelta y se va.En efecto, el chofer ocupa una casa chorizo deDock Sud, uno de los barrios menos fashion ymás heavies de la ciudad de Buenos Aires. Se llama Gustavo Cordera, tiene casi 39 años, y es cantante y compositor de Bersuit Vergarabat. Y no está de paseo. El hombre está al volante del auto japonéspor razones de trabajo. Cordera se encuentra en Los Angeles desde hace un mes, grabando las voces del nuevo disco de Bersuit. Se aloja, junto a su esposa y sus dos hijas, en un condominio con vista al cartel de Hollywood; todas las mañanas nada treinta largos en la piscina, toma sol, pilotea un carro importado. Pero en tres días volverá al Docke, al olor del Riachuelo y a los tiros como música de fondo.
En el coche de Cordera viajan Dany Suárez y Germán El Cóndor Sbarbatti, coros bersuiteros, las dos incorporaciones más recientes y notables del sexteto. Se dirigen hacia La Casa, el estudio de grabación que Aníbal Kerpel tiene en el fondo de –justamente– su casa. En esa vivienda acogedora, construida sobre una de las tantas colinas de Los Angeles, en el barrio Echopark, funciona también la oficina del sello discográfico Surco; en el pequeño estudio, junto a su socio Gustavo Santaolalla, Kerpel produjo y grabó algunos de los mejores discos del rock latino de los 90. Ahora, en estos mismos momentos, a pesar de la modorra de un mediodía veraniego y resacoso, y mientras el Pelado, el Cóndor y Dany viajan hacia allí, el dúo de productores argentinos más exitoso –y cuestionado– de habla hispana se dedica a armar comps. Es decir, los pedacitos de voz que, seleccionados cuidadosamente de entre diez o quince tomas distintas, darán forma al track final de la voz de Cordera.
Ayer hubo festejos. Por la tarde, el Pelado terminó de hacer sus últimas tomas, y luego los tres Bersuit y los dos productores se sentaron a escuchar por primera vez las quince canciones nuevas casi terminadas. Hubo gritos, abrazos, emoción. Pese a que todavía quedan muchas cosas por grabar (sesio- nistas, coros) y falta mezclar, el disco ya suena. ¡Y cómo! ¿Hacen falta más motivos para organizar una cena y celebrar? Verdes hierbas de cosecha californiana, excelente comida tex mex y varias jarras de margarita en restaurante ad hoc. Hic.
Hoy, sin embargo, no hay resaca que valga. Los músicos acaban de llegar al estudio. Circula el mate. El hijo de Kerpel y un amiguito juegan a los pistoleros espaciales y gritan en inglés. Es el momento de "meter las otras voces": es la hora del Cóndor y Dany, los invitados permanentes. En el jardín de La Casa, los cantantes hacen ejercicios vocales: el Cóndor imita una sirena de autobomba y parece una alarma de incendios; explica que aprendió a cantar con ese caño después de actuar en la calle Florida, a la gorra y sin amplificador. "Tenés que hacerte escuchar", dice. El y Dany son los responsables de que, en vivo, las voces de Bersuit Vergarabat suenen muchísimo mejor que en temporadas anteriores, cuando los coros quedaban a cargo de cantantes más entusiastas que sutiles. Y llegaron a Bersuit casi por casualidad. Durante algunos años tuvieron un grupo llamado Resortes Antagónicos. Cuando la banda se disolvió, el manager de los Resortes se puso a trabajar con Bersuit, y Dany y el Cóndor entraron como asistentes. Dany manejaba el micro de gira y a veces metía algunos coritos. Una madrugada, camino de Rosario, el micro de gira volcó. Dany perdió su puesto como chofer, pero se ganó un lugar sobre el escenario junto al Cóndor, para entonar coros y tocar guitarras y charangos. A fines de 1998 ya habían cambiado de estatus (de asistentes, a invitados permamentes), y ahora, para el nuevo disco, se hicieron cargo de casi todas las voces de Bersuit que no son responsabilidad de Cordera.
Arrancan su desempeño con el estribillo de "El gordo Motoneta", la historia de un superhombre "adicto al control y al descontrol" que no puede parar. Estos pibes saben lo que hacen.
Gustavo Cordera: Santaolalla laburó las voces, pero no como si hubiera un cantante y dos coristas, sino como si fueran tres voces, tres tipos cantando. No hay coros en terceras, jugando. Cuando cantan, cantan los tres, formando esa cosa ritual que se produce cuando varias personas cantan juntas. Como pasa en las murgas uruguayas: todos cantan.
En dos de las canciones del nuevo trabajo, ese recurso vocal fue llevado a su expresión más acabada. En "Negra murguera" y en "Es importante", Bersuit redobló la apuesta rioplatense que había iniciado en Don Leopardo (su tercer álbum, de 1996, con el tema "Al fondo de la red", de Mauricio Ubal), y en Libertinaje (de 1998, con "Murguita del sur" y "Sincerebro"). Fueron convocados los uruguayos de la murga Falta y Resto. "Son como treinta y nueve voces. ¡Tremendo!", exclama Cordera.
El quinto disco de bersuit vergarabat se llama Hijos del culo. Impactante, qué duda cabe. El título es, probablemente, uno de los últimos resabios guarros que conserva el nuevo trabajo bersuitero. Lejos de los chistes gruesos de canciones como "c.s.m." o "Gente de mierdas" (de Libertinaje), este álbum pone el foco en el costado más poético y sutil de Bersuit, aquél con el que la banda supo sorprender hace diez años. Para entender qué quiere decir el grupo con semejante título, nada mejor que la voz de sus propios mentores. Veinte días antes de la salida de Hijos del culo, en el porteñísimo Bar Británico de Parque Lezama (lejos de Los Angeles pero cerca de "la mesón de Joan" –la ex casa del tecladista Juan Subirá, sede de las fiestas más desaforadas de Bersuit–), el Pelado Cordera, Joan Subirá (compositor y también pelado) y Pepe Céspedes (bajista y también compositor) dan las explicaciones del caso.
Cordera: El hijo del culo es ese tipo nacido por atrás, que vive en el culo del mundo, que fue cagado durante muchos años y que está hecho mierda. Podría haber sido parido por la concha, pero no, nació por el culo. Nosotros sentimos que esto es algo así como asumirse. Después de viajar por distintos países y estar mucho tiempo afuera gracias a las giras de Libertinaje, pudimos vernos a nosotros mismos. Pude comprender mi lugar en el Docke, desde dónde cuento las cosas, saberme un sudaca, saber lo que es ser argentino y lo que eso significa en el resto del mundo... Y pude confirmar la idea de que somos hijos del culo. Y no se sabe por qué, pero no hemos podido revertir esa situación. Ya hace ocho meses que estamos en una nueva gestión de gobierno, y una vez más creo que estamos siendo cagados y que estamos un poco más hechos mierda.
Juan Subira: Aunque aún no ha sido reconocido oficialmente, se sabe que en el país hay como un 70 por ciento de nacimientos anales que no han sido considerados seriamente por la medicina. Pasa que es muy fuerte para decirlo así (risas).
Cordera: Y estos hijos del culo, estos mal paridos, son los hijos no deseados del país, los que te querés sacar de encima. Sin embargo, esa condición te genera un antídoto que te vuelve inmune, gracias al cual los psicópatas resurgen con más fuerza. En este país los hijos del culo somos muchos, pero estamos inmunizados porque tenemos el antídoto para seguir viviendo: poseemos todavía el patrimonio de la risa. Lejos de bajar los brazos, claudicar o entregarse, emerge un nuevo psicopatito.
Pepe Cespedes: Uno de los nombres alternativos para el disco era Ser psicópatas, o Psicópatas.
Sentados a la mesa del Británico, los seis integrantes de Bersuit (Cordera, Céspedes y Subirá, más el baterista Carlos Martín y los guitarristas Oscar Righi y Albertito Verenzuela) elevan el tono de voz, se desesperan. Subirá intenta poner un poco de orden y explica que si algo identifica a los personajes que aparecen retratados en el nuevo disco, es su condición de "psicópatas". "Nosotros mismos nos reconocemos como tales", dice el tecladista y todos en la mesa festejan la sentencia. Los Bersuit se ríen, y entre carcajada y carcajada, rescatan los puntos más salientes de su Método para identificar psicópatas:
• "Hay una tragedia aérea y sobreviven dos personas: son psicópatas."
• "La pérdida de cualquier familiar querido estimula sexualmente al psicópata."
• "El psicópata hace todo por los demás pero en beneficio propio."
• "El psicópata no se acerca a los necesitados porque eso reduciría su energía positiva."
• "El psicópata rompe culos en seco y acaba en el primer sacudón."
• "El psicópata no va a la montaña; la montaña va al psicópata."
• "La cocaína ajena nutre al psicópata."
• "El psicópata se refugia en el calor del arte para perpetrar la más fría psicopateada."
• "El psicópata es el más grande detector de sus pares."
• "El tiempo de visita de un psicópata a tu casa es directamente proporcional a la cantidad de elementos de consumo que haya en la misma."
• "El psicópata no tiene una sola personalidad, sino todas las que sean necesarias."
Gustavo Cordera hace de la exageración un estilo de vida. Cuenta sus anécdotas con ampulosidad, casi a los gritos. Usa términos grandilocuentes, extremos. Y vive la vida de la misma manera. Da la sensación de que una vez que Cordera aprieta el acelerador, su pie no se despegará del pedal sino hasta mucho después de haber llegado al fondo. Pero no siempre fue así. A los 25 años, ni él mismo podía sospechar lo que estaba a punto de ocurrir. Por entonces, Cordera vivía con sus padres, estudiaba Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lomas de Zamora, jugaba al fútbol en el seleccionado de su facultad, tenía un auto y una novia con la que hablaba de matrimonio, y era propietario de un agencia de automóviles en la que vendía planes de ahorro para cero kilómetros.
Cordera: ...Y puedo asegurar que dentro de mí sentía un profundo y tremendo vacío. Muchísima angustia. Había algo que me estaba picando adentro y no sabía qué era. Lo que sí sabía era que todo lo que estaba haciendo me estaba llevando a un lugar que no quería. A tener plata, por ejemplo. Tener plata es como tener cien mogólicos a tu cargo; el dinero siempre necesita de vos para no descapitalizarte, para no fundirte... Y no escuchaba rock: escuchaba a los Bee Gees, lo mismo que escuchaba el común de la gente, lo que sonaba en la radio. No compraba discos. Imagináte: yo nací en 1961, soy un hijo mogólico de la dictadura. Todos los que transcurrimos la adolescencia durante el gobierno militar comenzamos a vivir la verdadera adolescencia en 1983. En la época del secudario, yo era muy pelotudo. Era el boludo: me tocaban el culo, me jodían...
–¿Eras efectivamente así, o ésta es la descripción que hacés hoy para alimentar al personaje?
Cordera: No, era el boludo; no había uno más boludo que yo. Iba a un bachillerato pedagógico en Avellaneda: eran 43 mujeres y yo. Ningún otro varón. Y nunca me pude coger a ninguna de las 43 compañeritas, ni a la más linda ni al bagayo. En una semana reboté con trece de las minas que estaban ahí. Así que a los 22 años comencé a ser adolescente. En 1984 entré en Franja Morada [rama estudiantil de la Unión Cívica Radical], pero me fui al segundo día porque me di cuenta de que el radicalismo no era un partido revolucionario sino reformista.
–¿Por qué creías que los radicales podían ser revolucionarios?
Cordera: ¿Y por qué no? ¿Cómo iba a saber que no eran revolucionarios? Formaban parte del pueblo, del centro de estudiantes, eran masivos, proponían encarcelar a los responsables de la dictadura... Era una movida en la que, en su momento, la juventud creyó, y yo formé parte de todo eso. Me desilusioné. Y después me desilusioné de nuevo con el Partido Comunista, con el partido peronista. Con la facultad, con mi novia, con mi forma de vida, con mi trabajo. En la facultad conocí a Nietzsche, a Kafka, a Poe, y empecé a leer. Y faltando un año para recibirme, me separé de mi novia, vendí la agencia de autos... En dos años estaba en la ruina total.
Unas vacaciones en el Brasil fueron el inicio del fin del viejo Gustavo, su "primer encuentro con lo alucinante". Por entonces, su primo Alejandro y su amigo Gabriel eran personajes claves. "Influyeron de una manera determinante en mí, gozaban de una locura, un vuelo, una libertad y un talento para vivir... Fueron mis referentes."
Cordera: Alejandro viajaba, se había rapado, escuchaba rock... Gabriel era un amigo suyo al que conocí en el avión, yendo para el Brasil. Y ya arriba del avión me di cuenta de que entraba en un túnel de una locura total. El tipo le tocaba el culo a las azafatas, al comisario de abordo, cagó a chupones a todo el lugar, se tiraba pedos delante de la gente, era una cosa increíble, un amigo de verdad que ahora está viviendo en Ushuaia. Mi primer cigarrillo de marihuana lo probé a los 25 años en el Brasil. Me lo dio un rosarino. El Carnaval brasileño me abrió la cabeza y me di cuenta de que se podía ser feliz en la calle, que la gente no necesitaba dinero para ser feliz. Así que me fui a vivir seis u ocho meses al Brasil, hasta que decidí que quería volver a la Argentina a hacer música. Quería traer toda esta alegría, que la música volviera a la calle, porque la Argentina era un país amargo. Quería contar experiencias, historias, tenía muchas cosas para decir, y necesitaba hacerlo a través de la música.
–¿Esta es una lectura que hacés de tus cambios a la luz de los años, o es algo que ya pensabas en aquel momento?
Cordera: No, yo tenía un espíritu reflexivo, y me daba cuenta de que la manera en que había encarado mi energía y hacia dónde la dirigía, me estaba haciendo daño, me estaba angustiando.
–¿Cuándo te rapaste?
Cordera: A los 22. Me afeité la cabeza sin ningún motivo. Se me empezó a caer el pelo y dije: "Chau". En la adolescencia tenía complejos con los granos en la cara, así que no bien se me cayeron cinco pelos, me afeité. "No quiero acomplejarme por la caída del pelo."
–Todavía no sabías de la existencia de Luca Prodan, ¿no?
Cordera: No. Para mí, el pelado más famoso era Heleno [cantante pop de los 70, cuyo hit más Conocido fue "La chica de la boutique"].
En 1988, Cordera se juntó con unos amigos que había conocido en la Casa de las Artes de Avellaneda para participar en un concurso de bandas. Ahí nació Bersuit. Cordera dice que el primer recital de rock que presenció, lo encontró en pijama, arriba del escenario.
Cordera: No tenía más referentes que mi viejo, que canta tangos, y mi hermano, que escuchaba rock. Las canciones que yo hacía eran raras, los profesores de música a los que iba me decían que estaba totalmente loco porque no respondían a ninguna armonía. Yo no sabía nada de música, tocaba sin saber qué era lo que tocaba. Y cantaba...
En 1992, Bersuit grabó su primer disco (Y punto) y llegó a tocar en el estadio Obras. A partir de ese momento, como si se tratara de la síntesis argumental de una novela de la tarde, los acontecimientos se precipitaron. Bersuit desbarrancó. No sólo Cordera resultó ser un tipo exagerado; sus compañeros también. Cuatro años después, en 1996, Bersuit tenía tres discos editados, un pasado mucho más interesante que su presente y una larguísima lista de excesos y descontroles. Pero en 1997 firmó contrato con el –por entonces flamante– sello Surco (propiedad de Santaolalla; subsidiario de la multinacional Universal) y las cosas cambiaron. Libertinaje no sólo fue éxito porque vendió más de 100 mil copias: fue el resultado artístico de la recuperación personal de Cordera y su grupo. Entre murgas, candombe, chamamé y grandes canciones como "¿Qué pasó?" y "Vuelos", Libertinaje vino con el rap "Sr. Cobranza" (el hit polémico), la cumbia "Yo tomo" (el hit crossover) y el ska "Se viene" (el hit petardo). Bersuit Vergarabat estaba de vuelta.
Dos años y muchas giras después, sin perder ese clima de "eterno viaje de egresados" (como Cordera gusta definir a su grupo) y sin dejar de lado los excesos habituales en el grupo, Hijos del culo llega con una impecable combinación entre aquel Bersuit desmedido, de metáforas locas y textos hondos, y el formato pop de canción que el grupo supo encontrar junto al combo Santaolalla-Kerpel en su cuarto disco. Para llegar a las quince canciones que aparecen en Hijos del culo, Bersuit tuvo que elegir entre unas cuarenta. Algunos temas ("La bolsa", probable primer corte de difusión) conservan el mismo espíritu de reventón que transmitía Libertinaje, porque provienen de la misma época en que fueron compuestas canciones como "Yo tomo". Según los Bersuit, la de "La bolsa" ("Si esta noche la bolsita no aparece/ la monada se enloquece") es una historia real. "La hicimos después de un asado en la casa de un asistente, en Córdoba. La escribimos a la tarde y la tocamos a la noche." El resto de las canciones nacieron en gira; en la quinta donde el grupo se concentró el verano pasado; en la sala de los estudios tnt, donde Bersuit ensaya y graba demos cuando está en Buenos Aires. La última serie de canciones (¡siete!) tuvo como fuente de inspiración la película mexicana Amores perros [Alejandro González Inarritu, 2000], en cuya banda de sonido Bersuit metió dos temas. Entre aviones, promoción mundial y cientos de shows, el nuevo álbum se grabó en dos etapas: las bases, las guitarras, algunos teclados y la murga se registraron en los estudios Panda de Buenos Aires; las voces y los sesionistas, en los Estados Unidos. Si todo sale tal cual está planeado, Hijos del culo sonará en casi todos los países de habla hispana a fines de septiembre.
En los angeles hace calor. las playas de Santa Mónica están a minutos del estudio-casa de Surco, y no es necesario decir que la tentación de salir en busca de las chicas de Baywatch es grande. ¡Resistiré! A cambio, en el jardín de La Casa se extiende en toda su inmensidad la fina estampa de Cordera en cueros. Sus bermudas amarillas han pasado de moda y todavía no gozan de los beneficios de las relecturas kitsch.
En el estudio, Kerpel se dedica a cortar y pegar trozos de música en la computadora (lo llaman "la costurerita"). No será Malibú, pero por lo menos hay una gran ventana que deja entrar el sol. ¡Está bien! Algo más tarde, en la cocina-sala de estar, los Gustavos (Santaolalla y Cordera) comen deliciosos chocolates con nuez, y hablan. A ambos les encanta hablar, y cuando se entusiasman mucho con algo, dicen que es "¡tremendo!". Como en la cola de los bancos, salen los temas y los Gustavos se enganchan, se ceban, se dan manija.
Santaolalla: Una de las cosas que me encantan de Bersuit es que se trata de una auténtica banda de rock argentino. En su música hay influencias de Charly García, de [Luis Alberto] Spinetta, de Litto Nebbia, pero todo pasado por su propia interpretación. Si vos querés escuchar rock argentino, en Libertinaje tenés la parte rioplatense, la bailanta de los Auténticos Decadentes... En Hijos del culo, todo eso se profundiza. Y este disco es también el resultado de todos los viajes que hicieron. Creo que puede escucharse el crecimiento musical. Y me parece que es producto de una realidad más internacional de la banda. Una cosa es cuando vos estás todo el tiempo tocando en un lugar y no salís nunca de ahí, y otra cuando pudiste salir a España, a México, a los Estados Unidos... Algo pasa con esos viajes.
Cordera: Igual, cuando nosotros escribimos, hablamos de las cosas que nos pasan en el lugar donde vivimos. Yo todavía no puedo hablar de lo que pasa en otro lado que no sea yo y mi circunstancia. "La vita boba", por ejemplo, que es como la contracara de "La vida loca", una canción que refiere a un personaje inmoral, desalmado, producto de toda esta fisura de la era Menem. Y "Toco y me voy" está dedicada al Bocha.
Santaolalla: ¿Quién es el Bocha?
Cordera: ¡Ricardo Bochini, el más grande!
El romance entre Bersuit y Gustavo Santaolalla atraviesa por estos días su etapa más feliz. Para Cordera, Santaolalla es casi un genio, "un tipo que tiene antenas para captar lo mejor y sacar de vos lo máximo que puedas dar". Para Santaolalla, los músicos de Bersuit Vergarabat "están en un momento increíble". Sin embargo, como las grandes historias de amor, el idilio comenzó con un desencuentro.
Santaolalla: Yo los fui a ver al Viejo Correo en el 94, pero no conecté. Me habían dicho que tenía que producir esta cuando en realidad probablemente estén en el medio: no sos una mierda, pero tampoco sos Gardel. Sos lo que sos y bancáte lo que sos, con tus limitaciones y todo. Más relax. Es tremendo.
–Después del éxito que tuvo Bersuit en el exterior (con giras por los Estados Unidos, Centroamérica y España), ¿pensaron en la posibilidad de radicarse en otro país?
Cordera: No, yo amo la Argentina y todavía tengo muchas cosas para hacer allá. Es lo que siento ahora. No sé lo que va a pasar mañana, porque uno también tiene derecho a claudicar y mandar a todos a la concha de su madre. Pero hoy pienso eso, y estoy con muchas ganas de que salgamos adelante. Por lo menos con nuestro proyecto vamos a poner nuestro granito de arena. Pienso que no está todo absolutamente perdido. Hay que plantarse. De cualquier manera, todo este viaje que fue Libertinaje, por el interior y por el exterior, a mí me hizo querer mucho más a mi país, y a la vez odiarlo más. Mis sentimientos hacia mi país se abrieron de una manera extrema. Quiero a mi gente, pero odio y combato a una parte nuestra que es siniestra.
–Es que eso que odiás es la materia de la cual Bersuit se nutre para crear.
Cordera: Es como el sepulturero que brinda a fin de año y dice: "Salud para todos pero que no falte trabajo". Si el país anduviera bien, quizá tendríamos que lacerarnos y quemarnos con cigarrillos para descubrir algún tipo de sentimiento en nosotros. Creo que la veta artística, en nuestro caso, tiene mucho de dolor y resentimiento. La postura artística pasa por estar de la vereda de enfrente, en la contracultura.
Hijos del culo... perdon, pero debo decir algo: no deja de ser curioso cómo una imagen tan aberrante pueda ser dicha y escrita con tanta naturalidad después de haberla repetido tantas veces. No es casual, tratándose del título de un disco de Bersuit Vergarabat. Hace diez años, en sus primeras entrevistas con la prensa, Gustavo Cordera explicaba que el nombre de su banda no quería decir nada; como las palabras pierden su significado después de tanto decirlas, lo mejor era elegir un nombre que directamente no significara nada. Ya está.
Decía que Hijos del culo contiene temas desopilantes como "La del toro" y "El gordo Motoneta", pero hay otros de una belleza desoladora: "Desconexión sideral" (inspirado en un cuento de Ray Bradbury); "Veneno de humanidad"; "Canción de Juan" (que relata un mal viaje del tecladista tras una intoxicación con galletitas de faso); "Caroncha", "La vita boba" (versión loser de "La vida loca")… Quienes quieran seguir revoleando la remera, podrán sudar al calor de "La bolsa" y "El viejito de arriba". Y también hay un lugar para las declaraciones de principios, como las de "Grasún" ("Yo seré grasún, pero no soy grosero, señor") y "Es importante":
Es importante caminar por la cornisaY caer a toda prisa En la madeja del error.Y no me achico aunque parezca ciertoAbran bien los ojos tuertosQue ha llegado un perdedor.Es importante que nada sea seguro.Es importante salir a corretear.Es importante no llegar a ningún lado.Es importante escapar a algún lugar.Es importante vender cara la derrotaQue me vio cara de idiota, yo también quiero ganar.Y si vale o no vale, no me importaSomos parte de esta tortaY a pelear con dignidad.Es importante dejar la vida boba.Es importante no dejarse caminar.Es importante, si hago trampa no me importaY es importante equivocarse una vez más.Es importante pa’ que el fuego no se mueraSacar siempre el diablo afueraAconsejo este ritual:Con otra jeta, enmudecer garganta rotaRomper siempre las pelotasSi nací para irritar.Es importante algún hueso.Es importante un bizcocho pa’ mojar.Es importante, siempre estuve en el banco,Es importante salir a jugar.Es importante renovar el deseo.Es importante poderte extrañar.Es importante, pa’ que el fuego no se muera,Es importante otra fiesta en lo de Juan.Esta familia se ha encontrado nuevamenteY ha tomado los lugares por asalto una vez más.
Subira: Cambiamos, pero no se perdió el espíritu festivo. Es el mismo.
Martin: Tanto en las historias como en la música, nuestros discos tienen dos denominadores comunes: la fiesta y la celebración.
Cordera: Desde que empezamos, entre todos los integrantes de Bersuit hemos creado un mundo en el que podemos celebrar el hecho de estar juntos. Tiene poco que ver con lo cotidiano, pero seguimos. Ahora, ese mundo no tiene las características suicidas que tenía antes. Ahora sólo lo tenemos para divertirnos y trabajar.