
Blues, jazz y rock con sobredosis de guitarras
Robben Ford, Joe Satriani y Scott Henderson pasarán por Buenos Aires
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Extravertidos o reflexivos, expansivos o moderados, pirotécnicos o sutiles, velocistas o amantes de las buenas combinaciones de sonidos y silencios. Hay tantos guitarristas como guitarras y hay un público para cada uno de ellos. Sólo con mencionar el Festival Internacional Guitarras del Mundo -que impulsa Juan Falú en la Argentina y que ha llegado a tener casi cien sedes y unos doscientos intérpretes de guitarra española- se puede tener una idea de la convocatoria que logra este instrumento.
Ahora es tiempo de dedicarles unas líneas a los que tocan eléctricas. A los más fans del blues nada les quitará la tristeza por la muerte del septuagenario texano Johnny Winter, que tenía un concierto programado para octubre, en Buenos Aires. Pero las violas siguen sonando. Hace casi un mes pasó por Buenos Aires Frank Gambale, un cultor de la fusión. Hoy se presentará en el Teatro Coliseo Robben Ford. El mes que viene regresará Scott Henderson, con su power trío, y en septiembre será el turno del más pirotécnico, velocista y convocante de todos ellos: Joe Satriani. Nadie podrá decir que lo que hacen estos músicos se rige por las modas. Tal vez hace algunas décadas los lenguajes que utilizaban o los estilos de cada uno fueran parte de alguna tendencia. Pero no hoy. Siguen, más bien, impulsos propios que encuentran eco en el público.
Robben Ford -hoy, a las 20.30, en el Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125- es uno de los referentes del blues más sofisticado. Llega con sus joviales 62 años y dos socios, Brian Allen en bajo y Wes Little en batería. Es decir, un power trío, aunque seguramente con variantes de intensidad. Tanto Allen como Little son parte de la banda que Ford convocó para la grabación de su último disco, A Day in Nashville, grabado en su totalidad en un solo día, en un estudio de esa ciudad. Ahí se lo puede escuchar blusero, con esa jovialidad vocal y con yeites que son su propio sello interpretativo. Es justo aclarar, por lo que se escucha en A Day in Nashville, que su voz mantiene la nitidez intacta y que las cuerdas de la guitarra expresan ese sonido que construyó a partir de un estilo, no de un instrumento, ya que a Ford se lo ha visto con diferentes guitarras, según la época.
Este californiano compartió el escenario del Gran Rex con Robert Cray en 1994. En ese momento, la banda que lo secundaba era la Blue Line. En 2001 regresó para tocar en La Trastienda con un cuarteto. En ese momento decía: "Definitivamente soy un músico de blues. La fusión del jazz-rock la dejé en los años ochenta".
¿Dónde se ubica hoy? Durante una reciente entrevista con la edición argentina de la revista Rolling Stone dijo que sólo le interesaba tocar la guitarra, con su banda, y escribir canciones. Pero también deslizó: "Si me presionás, me parece que el jazz ha perdido mucho de su corazón y que no hay nadie esforzándose realmente por ser creativo en el blues. Con respecto a mi estilo, no hay división: blues y jazz son lo mismo para mí", completó este músico que formó parte de una de las bandas de Miles Davis y que tiene un catálogo de casi una docena y media de discos, desde su primera grabación, Discovering The Blues, de 1972.
Se pueden encontrar puntos de contacto entre la música de Scott Henderson y la de Ford. Especialmente por la manera en que los dos mixturan lenguajes (jazz, blues y jazz rock) y se mueven, en formaciones de trío, con la potencia del rock.
¿A estas alturas vale la pena contar la cantidad de veces que Henderson visitó la Argentina? Basta decir que fueron muchas y que no siempre vino con los mismos socios. Esta vez visitará nuestro país con el baterista Dennis Chambers y el bajista Jeff Berlin (quien estuvo el último año de visita en plan solista e, incluso, tocó y grabó con músicos argentinos).
El efecto slide permanente más los recursos dinámicos del jazz y el pedal de distorsión puede ser la combinación para definir el estilo de Henderson con pocas palabras. Pero no son las únicas palabras, porque hay otros recursos en su trabajo y varios secretos escondidos en algo aparentemente tan simple como lo es una escala pentatónica. Scott los conoce. Por otro lado, sus actuaciones se inspiran en los músicos que lo rodean. Su banda no es la mismo si con el bajo está Victor Wooten o si lo pulsa John Humphrey.
Con Berlin y Chambers, Henderson dio un concierto en noviembre de 2010 y publicó un disco, HBC, en 2012. Por eso se podría decir que este nuevo encuentro que tendrán con el público argentino el 23 de agosto en el ND Teatro -pocos días antes de que el guitarrista cumpla 60 años-, podría ser una especie de parte B para los que ya los vieron juntos y una revancha para los que hace cuatro años se los perdieron.
El último -en orden de arribo, pero no menos importante- de esta trilogía de violeros es Joe Satriani, que subirá al escenario del Gran Rex, el 27 y el 28 de septiembre, acompañado por Marco Minnemann, Bryan Beller y Mike Keneally.
Joe -cumplió 58 el martes pasado- es de la generación de Henderson y Ford, pero se le ha dado por las violas más distorsionadas e incisivas que existen hasta el momento. Así fue como construyó su carrera en velocidad y se convirtió en uno de los intérpretes más famosos, con una técnica que casi nadie ha podido igualar. De ahí que a la función programada para el Gran Rex hubo que agregarle una segunda. Satriani pasó varias veces por nuestro país. Su última visita fue con el proyecto G3, compartido con John Petrucci y Steve Morse, en el Luna Park.
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