Bogdan Muresanu, el director detrás de un fascinante relato acerca de los últimos días del comunismo en Rumania
El director de la recientemente estrenada El año nuevo que nunca llegó dialogó con LA NACION acerca de su premiada opera prima
6 minutos de lectura'
Su nombre no es conocido por el gran público, si bien su última película —que además es su ópera-prima como realizador— lo convirtió en la revelación del siempre vigente cine rumano. Bogdan Muresanu llegó a la Argentina para participar como Jurado Oficial de la última edición del Bafici, pero no pudo acompañar todas las proyecciones de El año nuevo que nunca llegó como hubiese deseado porque una inoportuna gripe lo obligó a guardar reposo durante varios días en el transcurso del festival porteño. Pero esta inesperada situación no le imposibilitó dialogar con LA NACION sobre su producción, que obtuvo el premio Orizonti a la Mejor película en el Festival de Venecia y el poderoso premio Fipresci de la crítica internacional.

Entre un español que comprende muy bien y un rumano que es traducido por la cantante de tangos Andreea Vieru -de origen rumano, pero radicada en la Argentina-, se desarrolla este diálogo sobre las particularidades de un film que relata seis historias que suceden durante los últimos días del comunismo en la Rumania en 1989, y dialoga con varias constantes del siempre poderoso y vigente Nuevo Cine Rumano.
—¿Es verdad que El año nuevo que nunca llegó tiene su origen en un cortometraje previo? ¿Cuál es el origen la historia?
—Todo comenzó con una historia relacionada con las demoliciones que tuvieron lugar en Bucarest en la época final de la dictadura de Nicolae Ceausescu. Nací en Bucarest y siempre me pregunté como pudieron tirarse abajo barrios enteros, porque las demoliciones fueron de una enorme magnitud y del tamaño de Venecia. Para entender un poco la dimensión de esta locura, en uno de esos espacios vacíos se construyó el segundo edificio más grande del mundo en superficie después del Pentágono. Comencé con estas ideas y filmé el corto El regalo de Navidad, pero supe desde un principio que iba a ser parte de un relato coral. Y así comenzó el desafío de integrar esta historia previa con las otras que fueron muchas más y que quedaron fuera de la película.
—¿Cuál de esas historias se acerca más a la realidad histórica y cuál es absolutamente ficción?
—Es bastante difícil delimitar donde comienza la ficción y donde termina la realidad, o al revés. A veces comencé con relatos totalmente ficcionales, sólo para descubrir más tarde que ciertas circunstancias realmente existieron. Cuando escribí el episodio de las cartas de Navidad a Papa Noel lo hice con la seguridad de que era absolutamente ficticio. Pero luego, un amigo buscó en los archivos de la policía secreta rumana y encontró que realmente una niña había pedido como regalo de Navidad que Papa Noel le enviara pasaportes para sus padres. La realidad fue producto de una investigación compleja, buscando en archivos, en la televisión, en los relatos de aquellos que vivieron esa época, y entonces se trata de ese juego entre la realidad y la ficción; y no se sabe bien donde comienza una y termina la otra.
—Una de las historias pareciera dialogar directamente con el gran clásico del Nuevo Cine Rumano, Bucarest 12.08
—El segmento dedicado a lo que sucede en la televisión rumana es un homenaje a la película de Corneliu Porumboiu y, de hecho, uno de los actores de Bucarest 12.08, Mircea Andreescu, también está en esta película. El año nuevo que nunca llegó se entronca en los lineamientos estéticos del Nuevo Cine Rumano, con referencia directa a Corneliu Porumboiu, Cristi Puiu y Cristian Mungiu, pero también tiene sus elementos propios que lo alejan de esa estética. Desde el punto de vista de filmar esta película, tiene un estilo documental que es común con la ola del Nuevo Cine Rumano; pero el guion no entra dentro de esos lineamientos porque es muy elaborado y complejo. Es un cine de autor aunque también un film pensado para el gran público.
—¿Existe algún diálogo con lo que sucede políticamente en Rumania hoy, si pensamos en la anulación de las elecciones y la agitación social?
—El título de la película se convirtió en una palabra clave luego de las elecciones canceladas en Rumania y durante dos semanas estuvo número 1 en la taquilla. Fue un éxito que captó la atención tanto de aquellos que apoyaron la revolución como de la otra mitad. Todos dicen que se convirtió en un fenómeno que la situó como un tema de debate en Rumania, y se puede decir que treinta y cinco años después de la caída del comunismo apareció justo en este momento tan delicado de nuestra política con la influencia rusa en las elecciones de Rumania y donde pasaron las cosas que pasaron.
—El final de la película le da a la figura del trabajador el poder, desde un detalle ínfimo, de cambiar la historia.
—Es muy seductora la imagen de un simple trabajador que logra cambiar la historia porque en el fondo todos queremos, con las cosas que hacemos, hacer una diferencia en el mundo. Y aunque no sea realmente posible, tenemos ese deseo. La película pertenece al género de “farsa histórica”, gracias a este elemento también se mezcla con materiales de archivo de la televisión donde se puede ver a un agente de seguridad que se acerca al presidente y le dice: “Alguien tiró con algo”. Se me ocurrió así, viendo eso, la figura de este antihéroe, y es antihéroe porque sus acciones no son producto de la valentía sino que salen desde el miedo.
—Díganos por qué incluyó el famoso Bolero de Ravel como elemento final de la película.
—Cuando empecé a trabajar en el guion, comencé escribiendo el final y tuve el desafío de imaginarme cómo conectar ese final con el resto de las historias, y tuve la idea del ritmo del Bolero que encaja visualmente además con el ritmo de la película. Más allá de esta analogía del Bolero, que comienza lentamente y se va acelerando hacia el clímax que cuando llega termina la película, el Bolero de Ravel estaba de moda en la Rumania de esa época y en cada casa había un disco con una grabación.
—¿Por qué cree que la definición de “Nuevo Cine Rumano” no perdió vigencia e incluye nuevos directores a través del tiempo?
—No creo que se pueda dar una única explicación para un fenómeno cultural de este tipo. La producción de cine en Rumania está concentrada en Bucarest y hay concurrencia entre los directores y productores que saben que están apostando a los mismos lugares y, a veces, esa concurrencia puede ser buena. En este momento hay como veinte directores premiados a nivel internacional de Rumania, que es un país bastante pequeño. Creo que se puede decir que el Nuevo Cine Rumano sigue siendo fuente de inspiración para los directores nuevos, pero a su vez, lo están renovando permanentemente.
Otras noticias de Entrevistas
- 1
Eric Bana: las fluctuaciones de una estrella que está de regreso con un oscuro policial en Netflix
- 2
Erreway en Marbella: Taína Gravier “reemplazó” a Luisana Lopilato y Gime Accardi se dejó llevar por la nostalgia
- 3
Henry Cavill sorprendió al revelar que es papá de una niña
- 4
El saludo de Mauro Icardi para Rufina Cabré, la hija mayor de la China Suárez, por su cumpleaños