Dolores Fonzi en San Sebastián: la felicidad por la repercusión de Belén y el orgullo de representar al país en los Oscar
Su segundo film también competirá en el Goya español; mano a mano con la directora y actriz
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SAN SEBASTIÁN.- Larga, larguísima es la tercera jornada de Dolores Fonzi y el elenco de su segunda película, Belén, en la ciudad vasca de San Sebastián.
Tras la fiesta del martes, luego de la celebrada gala del film, uno de los tres argentinos en competencia (los otros son 27 noches, de Daniel Hendler y Las corrientes, de Milagros Mumenthaler), este miércoles fue otro día de entrevistas, multiplicadas luego de las proyecciones: una serie de pedidos de distintos medios europeos y norteamericanos de último momento obligó a hacer cambios en la agenda del día para incluir a todos.

Como un chicle, la jornada se extendió hasta después de la cena, cuando la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina terminó con la espera y finalmente anunció que Belén representará al país en 2026 en los premios Oscar y en los premios Goya de España. “Estoy muy feliz, todavía no caigo”, nos dirá Dolores Fonzi ni bien conocida la novedad. Apenas un puñado de horas antes habíamos mantenido una entrevista con ella, pero por la importancia de la noticia correspondía volver a comunicarse con ella.

“Estoy muy contenta después de tanta tensión. Estoy sin voz, ya estuvimos gritando y una segunda película que sea representante a los dos premios más importantes del cine, es una alegría enorme”, suelta Fonzi después del primer brindis con el elenco de la película y los productores de Amazon MGM Studios y K&S Films.

“El cine es mi casa”
-Pensé en el caso de María Soledad Morales cuando vi por primera vez la película...
-Un abuso de poder institucional. María Soledad tiene que ver con los hijos del poder, con un asesinato y una malicia terribles, pero sí hay una relación en la cofradía de la justicia que funciona o no funciona justamente por eso, porque es una cofradía, como algo despectivo para con los seres humanos. Y de eso habla la película. ¿A quién defiende la justicia si no es a personajes como Belén? ¿En manos de quién está la justicia, cómo se ejerce? Me parece que la película trae ese debate de reestablecer los órdenes judiciales: cómo puede ser que esta chica con una abogada de oficio la condenan a 8 años con un expediente que no cambia ninguna prueba y que con el mismo expediente otra abogada la saca en cuatro meses. Es una locura, eso te demuestra las distintas miradas sobre la realidad, que son miles y que algunas te perjudican y otras te salvan.
-Ya tenés dos películas como directora y en ambas sos madre en la ficción, como lo sos en la vida real. Me quedé pensando en algo que dijiste ayer: en las películas de juicios y abogados de hombres solo hay hombres, acá la abogada es madre, va a buscar a sus hijos al colegio, llega tarde a un acto...
-Al hombre no lo ves haciendo las tareas del hogar, no llega y se pone a cocinar, no lleva a la nena al colegio a las 7 de la mañana o la lleva al médico; ese es el multitasking de las mujeres en general.
¿Por qué decidiste incluir esa realidad en tus ficciones?
-Yo necesito visibilizar. Yo siento que las películas son buenas, o las que me gustan a mí son las que muestran algo personal que se expone. Bueno, me gustan todas las temáticas en general, lo que digo es que hay muchos directores que no se juegan nada en lo personal, en lo que cuentan, porque tienen otros privilegios. Para mí cuando contás algo personal eso se hace universal. Pero cuando intentás contar lo universal no se hace personal, no llegás a conmover, pero cuando eso es pequeño sí puede hacerse universal. Es algo con lo que nos podemos identificar todos. Y si hubiese sido varón el protagonista, no lo culpan si llega tarde a un acto del colegio. Es más común que esté la madre y no un padre en los actos de la escuela, y en este caso es la madre la que no está al comienzo y llega tarde. Obviamente tiene esos toques que son autorreferenciales para la mujer en si. Uno puede decir que es cine político; si; pero ser mujer es también ser un ente político. Todo es política y meterle estas capas humanas a los personajes los pone más a la mano de cualquier persona. No es obligatorio ser feminista militante y mujer para ver Belén. Te puede traer una sensación de esperanza, de justicia o de querer romper todo; no hace falta que seas de un género en especial.
-Luego de la promulgación de la ley del aborto y el movimiento Ni una menos, la causa feminista parecería estar en pausa en la Argentina...
-Eso lo trae también la película, ese aire fresco sobre eso que nos pasó, que es nuestro, que nos pertenece, la unión de tantas personas, el trabajo colectivo que se logró y entender que si eso lo logramos en su momento se puede ahora también. Ahora está vapuleado el feminismo, está vapuleado el trabajo colectivo, lo social; le pegan a un fotógrafo en la cabeza, tienen que volver a promulgar la Ley de Emergencia en Discapacidad y se demoran. Todos los chicos que necesitan apoyo escolar no lo tienen. La vi ayer a Valentina Bassi hablando de este tema: esos chicos se quedaron sin transporte y sin acompañantes para la escuela. Estamos en un momento complicado en Argentina y siento que esta película reivindica nuestra lucha. Esa unión existe y está de fondo. Hay otras causas, otros derechos por conquistar y también es inspirador para los países de Latinoamérica que no tienen la ley del aborto. Si nos juntamos y nos organizamos algo puede pasar.

-Tenés bastante experiencia en los festivales pero lo que pasó al finalizar la gala de Belén, con esa ovación de seis minutos, debe haberte conmovido...
-Estoy muy contenta con lo que está pasando, con todo el trabajo que le pusimos. Estoy contenta con la visibilidad que está teniendo, que ayude a otras Belén, que una adolescente que no haya vivido lo que experimentamos con el movimiento feminista, que fue hace tan poco, la viva. Que la película sea una inspiración.
-¿Tu hija la vio?
-Si, se murió; mi hijo también la vio. Tengo un varón de 16 y una mujer de 14 y los dos están fascinados con la película. Además, saben que cuando no estoy es porque estoy haciendo esto. ¿Dónde está tu mamá? Está haciendo películas. También hay algo de una admiración y comprensión que me devuelven todo el tiempo. “¿Estás nerviosa, ma?" Me preguntaron antes del estreno en Argentina. “Olvidate, la película es una bomba”, me dijo mi hija. Mi hijo, el otro día me tiró: “Calmate mamá, estás muy Soledad Deza” [la abogada que defendió a Belén y a quien Fonzi interpreta en el film]. Estoy muy contenta con la película.

-Se estrenó en Argentina el jueves pasado y enseguida viniste a San Sebastián a presentarla...
-Todo fue un proceso rápido, había un esquema que logramos alcanzar en tiempo y forma. No sé si lo repetiría de esa manera, pero el desafío de haberlo logrado me deja tranquila. A la película la escribimos en tres meses, la preprodujimos en otros tres y la monté en dos meses y medio.
-¿Y eso no podías hacerlo con la primera, con Blondi?
-No, era una película más chica, no tenía presiones económicas como esta y tenía otro recorrido. La monté en seis meses, pero siento que el ejercicio de lo inmediato, que puede ir en contra del arte, acá fue concentración pura y darle mucho trabajo. Por eso que tenga esta recepción cierra y confirma que se puede.
-Noto mucha admiración de las actrices, la gente de producción, todos los que te rodean. Lo noto y lo dicen. ¿Sentís que te empoderaste en los últimos años para que cosas como estas sucedan?
-[Se ríe] Siento que soy alguien cercana, en el sentido de que estoy bien educada y sí o sí me relaciono desde el buen trato. Eso lo necesito en rodaje, en la posproducción, en todo sentido. Por supuesto que si tengo una rispidez con alguien no soy una boluda, me impongo. Esto de la buena onda, que el equipo esté contento, poder delegar tareas, pedir opinión porque la necesito, habilitar las voces diferentes y tener una voz propia, sí es algo que creció con el tiempo. Estoy grande y es un ejercicio diario de ponerle a la comunicación un grado de esfuerzo, que tiene que ver con el amor. Comunicar con cariño es más fácil y es también demagogo. ¿Lo hago porque soy buena persona? Puede ser, pero lo hago también porque me conviene. Me conviene tener un equipo que está convencido de lo que hace, que está a favor de la película, que me entiende lo que pido porque lo pido bien y todos desde su lugar se sienten parte. En otras épocas del cine se maltrataba a todo el mundo y salían películas buenas igual, no digo que esta sea la clave, pero para mí es horrible eso del jefe malo y la cuestión verticalista del poder. Yo ejerzo lo contrario, al otro polo voy: opina cualquier persona y no puedo dejar de pensar en lo que dijo, lo tengo que probar. La neurosis pasa más por ahí: en lugar de cerrar el proceso yo lo abro, se lo muestro a todo el mundo.
-Y tenés en claro lo que querés lograr...
-Sé rotundamente lo que no y lo que si. Y todo lo que está en el medio se puede probar o no. Si la gente confía en mí es mucho más fácil para los demás compartir sus ideas, porque la seguridad que vos transmitís te la devuelven. Así que si hablaban bien de mí es por esto, además el clima de trabajo es ameno, amoroso. Yo actúo también, me expongo físicamente, necesito que el ámbito sea cordial.
-Hace unos años dijiste que Santiago [Mitre[ era tu casa. ¿Cómo es la relación que tienen en los viajes, en los festivales y la que llevan puertas adentro en tu casa?
-La vida privada de la profesional no se separa en nuestro caso. Mis hijos ya están grandes y entramos ya en la conversación de la fábula. Hablamos de películas que nos gustarían hacer, de ideas que se nos ocurren, ese juego con el cine para mí es vital y el vínculo con él es vital. Ahora el cine es mi casa y Santi vive en esa casa conmigo.
-También te escuché declarar en italiano, en inglés, muy desenvuelta en varios idiomas.
-Filmé una película en Italia [Feeling Better), por fonética. No sé hablar el idioma pero entiendo un poco. Con el director hablaba en un italiano-inglés-español; se reía. Yo tengo pasaporte italiano y Roma es también mi casa. Fue divino filmar allá, con Valerio (Mastandrea) que es divino como director y actor. Y el inglés es del colegio y de ejercitar, como en estos días.
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