En un viaje al corazón de la ciudad que sirvió de motor para la autora J.K. Rowling, LA NACION visitó lugares emblemáticos vinculados al universo del famoso mago cuya primera película festeja este año su vigésimo aniversario
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LONDRES.- En el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería un joven se detiene frente al denominado “espejo de Oesed” y, en lugar de ver sólo su propio reflejo en él, observa a dos figuras que se le presentan a su lado: sus fallecidos padres. Al poco tiempo aprende que ese espejo traduce su anhelo más profundo, el sueño a cumplir, la carencia. En su caso, se trata de recuperar a esos papás que les fueron arrebatados cuando era tan solo un bebé, episodio que dejó una marca simbólica y literal para el resto de su vida. En ese momento concebido por la escritora británica J.K. Rowling para el inicio de su heptalogía de Harry Potter (La piedra filosofal, editado en 1997) reside uno de los secretos de la vigencia de su obra, cuya primera adaptación cinematográfica, dirigida por Chris Columbus, celebra este año su vigésimo aniversario.
Rowling, quien también escribió Harry Potter mirando parcialmente a Edimburgo, partía de una premisa de raíces profundamente dickensianas, con ese niño huérfano adoptado por unos tíos que lo menospreciaban, que aprehende con voracidad un nuevo mundo. Ese mundo se le revela a Harry con una lluvia de cartas que lo conducen directamente a ese colegio donde la magia está ligada a trucos, figuras, juegos, escenarios y objetos (como el mencionado espejo), pero que a su vez se emparienta con un deseo muy primario, anclado en algo mucho más terrenal: el sentido de pertenencia, el dejar de percibirse como un paria. Esto lo notamos en la famosa división de “casas” (Ravenclaw, Slytherin, Gryffindor y Hufflepuff) que establece Rowling, pero también en la conexión instantánea de Potter con Hermione Granger y Ron Weasley, otros dos estudiantes a quienes conoce en un viaje en tren, mismo contexto en el que Rowling, en camino desde Manchester hacia Londres, concibió los primeros lineamientos de una historia icónica, atemporal, universal y transgeneracional.
Londres, la ciudad que inspiró el fenómeno
En un viaje a Londres del que participó LA NACION hace pocos días se pudo percibir que el disfrute de “la experiencia Harry Potter” se dispara en varias direcciones. A fin de cuentas, hablamos de un fenómeno que abarca no solo a los libros (o al impacto que tuvieron al alimentar el apetito de los jóvenes por la lectura) sino también a los ocho largometrajes centrados en Harry y los films de Animales fantásticos, que ofician de precuelas. Por lo tanto, recorrer las calles por las que caminó Rowling es mucho más que un ejercicio vacuo de recopilación de datos.
Desandar su proceso creativo no es solo poder linkear una calle con la escena en la que se filmó una secuencia de las películas (aunque lo interactivo es intrínseco a un boom que tiene hasta su propia obra en Broadway, Harry Potter y el legado maldito, ganadora de seis premios Tony, que se repondrá en 2022) sino con algo de mucho mayor vuelo. Ingresar y habitar por un rato en el imaginario Rowling implica adentrarse en los disparadores de ciertas decisiones narrativas que terminaron trazando a posteriori la unión entre su prosa detallista y la avidez del lector que, desde junio de 1997 hasta la actualidad, no solo la consume sino que la respira, como si estuviese detenido frente a la fila de librerías de Cecil Street en Covent Garden, tan solo un componente del que se nutrió la autora. Para una obra cuya indiscutible inventiva está en lo micro (el deporte apócrifo quidditch, el “bosque prohibido”, el giratiempo, y cientos de neologismos), lo macro tiene un peso abrumador.
Por fuera de ese minucioso trabajo de creación de mundos posibles, Rowling también estaba transitando otro mundo, uno que tenía al alcance de la mano, uno que conocía muy bien: el corazón de Londres. Charing Cross Road, Saint Martin’s Lane, Northcote Road, Severus Road, Stoney Street, Cecil Court, Goodwin’s Court... cada vez que la autora pasaba por esos lugares, consciente e inconscientemente añadía un componente más a sus textos. Nuevamente, lo macro lograba meterse en lo micro. Así fue cómo Severus Road inspiró el nombre de Severus Snape, personaje que inmortalizó el recordado Alan Rickman, en una suerte de entretejido de influencias. Probablemente sea difícil releer las novelas y no ponerle su voz a ese profesor, tan difícil como disociar su nombre de los espacios que frecuentaba la autora, quien declaró que el nombre del personaje le llegó tras un paseo por esa calle cercana a la estación Clapham Junction.
De la arquitectura victoriana que define a Cecil Court, a pocos metros de Charing Cross, en el centro de Londres, Rowling imaginó el famoso Callejón Diagon donde los magos hacían sus compras. Hoy, el lugar es una vidriera para librerías de primeras ediciones, rarezas, y ejemplares firmados, exhibidas casi con recelo, como si sus dueños nos estuvieran invitando a ingresar para ser testigos de la misma cara estupefacta e incrédula que tiene Harry cuando sale de compras con Hagrid y llega al comercio emblema: Ollivanders. El lema “escribe sobre lo que conoces” se aplica a Rowling más de lo que se podría inferir, si tenemos en cuenta el género en el que navega. La autora efectivamente quería esbozar una suerte de carta de amor a una ciudad que todavía conservaba esos enormes universos mágicos en sus callecitas más angostas. Ante todo, la atmósfera. En cambio, Stoney Street, en el Borough Market, y el Millennium Bridge, otros puntos neurálgicos del “recorrido Potter”, representan la madurez de Harry, el “estallido”, la pérdida del asombro contrarrestada por la sensación de responsabilidad que notamos en films como Harry Potter y el prisionero de Azkabán de Alfonso Cuarón, y Harry Potter y el misterio del príncipe, de David Yates.
“Rowling fue clara cuando nos conocimos por primera vez: ‘Quiero que este elenco sea ciento por ciento británico’”, revela Chris Columbus en la edición “modo mágico” de Harry Potter y la piedra filosofal que se puede ver, junto al resto de los films de la saga, por HBO Max, y en la que encontraremos curiosidades y trivia. Lo que cuenta el realizador no es más que otra evidencia de la búsqueda de Rowling por locaciones y actores fieles a su Inglaterra natal. La escritora se dio el lujo de incluir en las adaptaciones a un perfecto trío protagónico (Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint, quienes crecieron junto a las películas, y luego lograron construir carreras interesantes y no quedar del todo encasillados) y a verdaderas leyendas del cine y el teatro británicos, desde los recordados Alan Rickman, John Hurt, Helen McCrory, y Richard Harris (quien a su muerte fue reemplazado por Michael Gambon en el rol de Albus Dumbledore), hasta figuras consagradas como Maggie Smith, Julie Walters, Imelda Staunton, Gary Oldman, Emma Thompson, Kenneth Branagh, Helena Bonham Carter y Ralph Fiennes.
De la luz a la oscuridad: el camino de Harry Potter
A medida que la saga hacía esa transición notoria a la par de su personaje en un clásico modelo de relato coming of age (las novelas siguen al héroe en su historia de superación, enmarcada en el bildungsroman, género alusivo a ese crecimiento), cineastas como Cuarón y Yates trabajaron junto a los directores de fotografía Michael Seresin y el gran Eduardo Serra, quienes les imprimieron a las películas más oscuras de la saga una tonalidad que muy lejos estaba del enfoque amigable y “para chicos” de Columbus. Harry crecía y el clima se volvía más espeso (Potter volvía a lidiar con el duelo y el aprendizaje se resignificaba), en largometrajes como El cáliz de fuego, La orden del fénix y el díptico de Las reliquias de la muerte, que le puso punto final al relato hace exactamente una década.
Esa metamorfosis en la historia permitió el lucimiento de personajes secundarios que Rowling había pergeñado manteniendo una herencia de Charles Dickens. Ninguno es menos importante que otro, y todos colaboran, ya sean héroes o villanos (la saga también se apoya fuertemente en los arquetipos y en el concepto de nobleza) en el camino de Harry hacia la adultez, especialmente Ron y Hermione. En ese aspecto, Grint y Watson les aportaron un carisma arrollador a esos niños desde el momento en que se sientan en la mesa del gran comedor para recibir la primera aprobación de Dumbledore, ese instante en el que se les reconoce el trabajo mancomunado mediante el que sorteaban los peligros que irían in crescendo.
A diferencia de Oliver Twist y ese “me siento tan solo” que dice el personaje homónimo en un momento de quiebre, Harry encuentra su nueva familia en ellos rápidamente, y descubre que sus amigos también lo necesitan. El quidditch, por ejemplo, es una de las tantas alegorías de los libros y los films: alude a los estratos sociales y a cómo “encaja” cada niño al dejar el hogar, por lo que el festejo de Harry con sus amigos al ganar el partido termina de coronar esa camaradería. En relación a esto, en uno de los cuatro parques temáticos anclados en el “Potterworld” -que se encuentra en los estudios Warner Bros. en Watford, al noroeste de Londres- cuando se inicia el recorrido, se proyecta un video de Radcliffe, Grint y Watson hablando acerca de cómo el rodaje de la saga se sentía “como estar en casa”.
Acto seguido, se levanta la pantalla y allí está, para ser contemplado, el famoso comedor de Hogwarts que los niños pisaban tras una larga jornada de estudio, el lugar donde se contaban los puntos y se sometían al sombrero seleccionador. La transición de ese clip promocional más frío de los actores a la recreación de ese espacio que está tan arraigado en el inconsciente colectivo provoca, según pudo atestiguar esta cronista, algo así como un suspiro emotivo. No se escuchan gritos desaforados: más bien una superposición de onomatopeyas atravesadas por el asombro, emitidas por padres e hijos, adolescentes, niños, adultos, todos reunidos para experimentar lo mismo, precisamente aquello que buscaba Rowling: habitar ese mundo, respirarlo, palparlo, sentirlo como propio.
En el marco del vigésimo aniversario del primer film también se anunció una reunión del elenco bajo el título “Regreso a Hogwarts”. Resulta extraño hablar de reunión cuando Harry Potter es un microcosmos al que no se lo abandona nunca. De hecho, la saga parece concluir con una despedida: la de los hijos de los protagonistas en King’s Cross. Sin embargo, está muy lejos de serlo. Tanto los personajes como quienes los observan son la prolongación de un modo de sentir, de una forma de mantener la tradición viva, como hizo Rowling con esas calles de Londres y como hizo Harry (ese “niño que vivió” y ahora vive en millones de niños más), al mirarse por primera vez en ese mágico espejo. Nunca se trató solo de su historia. Basta ver una de las primeras secuencias que dio inicio a este viaje para confirmarlo.
Cuando Harry recibe la famosa carta en un aluvión que lo hace sonreír por primera vez en mucho tiempo, es invitado a su futuro, pero también a dejar su impronta en el de muchos otros. Potter, el receptor de esa misiva en el día de su cumpleaños, se convertía en el mensajero.
Cómo será la reunión de Harry Potter
Para celebrar el vigésimo aniversario de Harry Potter y la piedra filosofal, a partir del 1° de enero de 2022 estará disponible en HBO Max “Regreso a Hogwarts”, un especial en el cual el cast se reencontrará en el complejo de estudios Leavesden, en el sureste de Inglaterra, donde se filmaron los largometrajes que integran la saga. De acuerdo a lo comunicado por la plataforma, del especial serán parte Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Helena Bonham Carter, Gary Oldman, Robbie Coltrane, Ralph Fiennes, Tom Felton, Bonnie Wright, Matthew Lewis, Imelda Staunton, y el director Chris Columbus, entre otras figuras vinculadas a los films. El evento tan esperado por los fans durará 90 minutos y constará de entrevistas, imágenes del backstage de la creación de la saga, y un informe que pondrá la lupa en cómo fue la ardua tarea de traspolar la obra de Rowling a la pantalla grande.
“Harry Potter era mi hogar, mi familia, mi mundo y Hermione (todavía es) mi personaje de ficción favorito de todos los tiempos”, escribió Emma Watson en sus redes sociales para anunciar el especial. “Creo que un periodista dijo una vez que era irritante cuántas veces durante una entrevista mencioné lo afortunada que era y comencé a contar… ¡Pero lo sabía! Y aún lo sé. Estoy orgullosa no solo de lo que nosotros, como grupo, contribuimos como actores a la franquicia, sino también de cómo los niños que se convirtieron en adultos jóvenes que recorrieron ese camino”, expresó la actriz y añadió: “Miro a mis compañeros miembros del elenco ahora y estoy muy orgullosa de lo que se han convertido como personas. Me enorgullece que fuéramos amables el uno con el otro, que nos apoyáramos mutuamente y que sostuviéramos algo significativo. Gracias a los fans que han seguido mostrando su apoyo mucho después del cierre del último capítulo. La magia del mundo no existiría sin ustedes. Gracias por luchar para que sea un lugar tan inclusivo y amoroso”.
Harry Potter y la piedra filosofal se reestrenó en salas de nuestro país el 11 de noviembre y vendió casi 70.000 entradas en menos de una semana en cartel, demostrando así que la magia sigue intacta.
Dónde verla en streaming. La saga completa de Harry Potter está disponible en HBO Max.
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