Manifestaciones y cancelaciones: Hollywood, en un escenario de inquietantes consecuencias por la guerra en Medio Oriente
La corriente pro-Palestina gana cada vez más terreno en la industria del entretenimiento -tradicionalmente vinculada con Israel-, sobre todo entre los actores
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La primera exhibición permanente que se abrió dentro del magnífico museo que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, levantado en el corazón de West Hollywood a partir de un diseño de Renzo Piano e inaugurado en 2021, llevó el siguiente título: Hollywoodland: fundadores judíos y la creación de la capital del cine (Hollywoodland: Jewish Founders and the Making of a Movie Capital).
Más de un siglo después de que aquella generación de judíos llegada a Estados Unidos desde distintos enclaves de Europa Oriental creara de la nada en un rincón de California las bases de lo que es el Hollywood actual, el irresuelto y cada vez más grave conflicto que se vive hoy en Medio Oriente deja abierto un escenario de inquietante e impredecibles consecuencias para la industria del entretenimiento más poderosa del mundo. Ahora vuelve a hablarse de la presencia histórica y el legado de aquellos padres fundadores en un momento y un lugar especialmente sensibles, porque desde el corazón de esa misma industria surgen cada vez más cuestionamientos hacia Israel.

La ceremonia de entrega de los Emmy del último domingo fue la caja de resonancia más reciente de un conflicto que no para de crecer, sobre todo porque sus participantes están dispuestos a jugar fuerte cada vez que lo consideren necesario. La imagen del actor español Javier Bardem en la alfombra roja de la fiesta, posando con el puño izquierdo en alto, el rostro serio y un pañuelo keffiyeh sobre su cuello, dio la vuelta al mundo como símbolo de un movimiento que ya suma más de 4000 nombres de la industria (actores, directores, productores, guionistas, técnicos) y se niega a trabajar para cualquier empresa israelí implicada “en el genocidio y el apartheid contra el pueblo palestino”.
Algunos de los firmantes son muy conocidos: además de Bardem están Emma Stone, Olivia Colman, Mark Ruffalo, Gael García Bernal, Tilda Swinton y Susan Sarandon, entre otros. Semanas atrás, desde Madrid, Pedro Almodóvar llegó a pedirle públicamente al presidente del Gobierno Pedro Sánchez la ruptura de relaciones entre España e Israel.
Esa iniciativa, representada bajo el nombre de Workers for Palestine (Trabajadores por Palestina), congregó el miércoles 17 a más de 12.000 personas en Wembley (Londres) durante cuatro horas y recaudó un millón y medio de libras para la causa. Damon Albarn, Benedict Cumberbatch, Florence Pugh, Guy Pearce, el exfutbolista Eric Cantona y otras figuras se unieron allí con influencers, activistas y oradores para compartir, como la definió desde el escenario Richard Gere, una “caravana de amor, compasión y baile” solidaria con las víctimas de la guerra en Gaza, sin ahorrar críticas de todo tipo a Israel.
Es un momento especialmente incómodo para que el problema escale cada día más. Estamos muy cerca del segundo aniversario de la masacre perpetrada por la organización terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023 contra civiles israelíes que participaban de una fiesta musical, que mató a 1200 personas y precipitó la guerra, y también del comienzo de la temporada alta de premios de Hollywood, que favorece la realización de encuentros públicos donde las posturas sobre el conflicto se hacen cada vez más visibles.

Poco después de la masacre, unos 700 profesionales del mundo del entretenimiento firmaron una carta abierta de apoyo a Israel, en la que también pidieron a la industria el compromiso de una explícita condena al terrorismo de Hamas y un enérgico pedido para la liberación de los rehenes capturados el 7 de octubre.
Firmaron el documento, entre otros, Gal Gadot, Amy Schumer, Mayim Bialik, David Schwimmer, Chris Pine, Liev Schreiber, Debra Messing y Jerry Seinfeld, quien en los últimos días redobló especialmente el respaldo a Israel y las críticas a quienes desde la industria del entretenimiento apoyan la causa palestina. “Para mí, la consigna Palestina Libre simplemente quiere decir que estás libre para decir que no te gustan los judíos. El Klu Klux Klan fue más sincero cuando dijo: no nos gustan los negros, no nos gustan los judíos. Al decir Palestina Libre no estás admitiendo lo que realmente piensas. Simplemente dí que no te gustan los judíos”, dijo hace pocos días en la Universidad de Duke.
Conspiraciones
Todo lo que está ocurriendo reavivó un fantasma que acompaña la historia de Hollywood casi desde su nacimiento. Como lo recordó Michael Schulman en una muy comentada nota de análisis que publicó The New Yorker, el éxito de los judíos inspiró allí un siglo de conspiraciones antisemitas.
Esa indiscutible realidad convivió con otro tipo de certezas, como un ejercicio tiránico del poder en la época dorada de Hollywood por parte de algunas figuras prominentes de los tiempos fundacionales de la industria. Schulman recordó el abuso (dietas extremas, consumo forzoso de pastillas) que sufrió a los 16 años Judy Garland durante el rodaje de El mago de Oz a instancias de Louis B. Mayer, el todopoderoso mandamás de la Metro. Y también cómo Harry Cohn, el fundador de Columbia Pictures, utilizó tácticas mafiosas para obligar a Sammy Davis Jr. a romper su relación con Kim Novak y casarse a la fuerza con una cantante afroamericana.
Las posiciones planteadas y expresadas en diversos hechos, perspectivas y lugares durante los últimos días dejan la sensación de que no hay ninguna posibilidad a la vista de encontrar puntos de acuerdo o tregua. El último miércoles, en Tel Aviv, el ministro de Cultura israelí, Miki Zohar, anunció que cortará de cuajo el financiamiento oficial a la entrega de los premios Ofir, equivalentes del Oscar en ese país, después de que la película El mar fuera elegida como la mejor del año y a la vez representante de Israel en la búsqueda del próximo Oscar internacional.
“Desde el presupuesto de 2026 en adelante, esta patética ceremonia no estará financiada por los contribuyentes. Durante mi mandato, los ciudadanos de Israel no pagarán por un vergonzoso evento de cine que escupe en los rostros de nuestros soldados”, dijo el funcionario, que acaba de lanzar con el respaldo expreso del gobierno de Benjamin Netanhayu la “Ceremonia de los Oscar del Estado de Israel” en oposición a los Ofir.
El mar, dirigida por Shai Carmeli-Pollak, cuestiona el accionar del ejército israelí y las decisiones políticas y militares de ese país contando la historia de un niño palestino de 12 años que para cumplir su sueño de ver por primera vez el mar emprende un peligroso viaje con riesgo de vida. La película tiene como protagonistas a dos actores israelíes de origen árabe.
Este viernes, la policía detuvo al actor israelí Ariel Bronz, que vinculó de inmediato su situación con el triunfo de El mar en los premios Ofir. “El gobierno quería avergonzar a la izquierda y yo era un blanco fácil”, dijo Bronz, enfrentado desde hace años a las políticas de Netanhayu.
El actor fue acusado de incitación al terrorismo a partir de un poema que publicó en Facebook hace dos meses y liberado bajo fianza pocas horas después. “Parte del acuerdo que me permitió salir de la cárcel fue que tenía que borrar el poema de la Web, de mi computadora y mi libro”, dijo el protagonista de Yes, la última película del reconocido director israelí Nadav Lapid, a la que un crítico de Variety definió después de verla en el último Festival de Cannes como “un ataque feroz al nacionalismo israelí”.
Lo que viene ocurriendo con El mar y con Yes confirma una tendencia en alza: hay un creciente interés en el mundo de los festivales, las premiaciones y los circuitos de distribución global por el cine que viene ocupándose en los últimos tiempos del conflicto en Gaza desde un punto de vista crítico a la postura del gobierno israelí y sobre todo si se observa a partir de una mirada palestina.

Allí está para certificarlo todo lo que pasa alrededor de The Voice of Hind Rajab, de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, una de las películas del momento, que narra en clave de docuficción el caso real de una niña de seis años asesinada en Gaza durante una ofensiva con bombas del ejército israelí. La presentación en el último Festival de Venecia fue contundente: una ovación de 23 minutos después de la gala de estreno, el León de Plata (segundo en importancia), lanzamiento asegurado en buena parte del mundo, el apoyo de grandes figuras (Brad Pitt, Alfonso Cuarón, Rooney Mara, Joaquin Phoenix) que se sumaron al proyecto como productores ejecutivos y una candidatura al próximo Oscar internacional representando a Túnez que hoy parece casi inevitable.
La política acompaña el interés creciente por ver lo último del cine palestino, enfocado casi siempre en el conflicto. “Después de lo que estamos viendo en las redes sociales, el siguiente paso es usar al cine como una forma de profundizar la empatía y visibilizar otras luchas. En eso realmente nos estamos enfocando”, dijo a The Hollywood Reporter Badie Ali, productor de origen palestino y fundador de Watermelon Pictures.
Boicots
La mayoría de las reacciones aparecen condicionadas por la situación política y militar que se vive en la Franja de Gaza. Los líderes de la industria cinematográfica israelí señalaron en los últimos días que el boicot impulsado desde Workers for Palestine debilita las acciones de quienes, dentro de Israel, trabajan por la paz y contra la violencia cuestionando inclusive al propio gobierno de Benjamin Netanhayu.
“El boicot es profundamente erróneo. Al atacarnos a nosotros, los creadores que damos voz a diversas narrativas y fomentamos el diálogo, estos firmantes están socavando su propia causa e intentan silenciarnos. Es un acto miope que busca eliminar los esfuerzos de quienes trabajan para lograr la paz y poner fin a la violencia”, dijo la Asociación de Productores Israelíes en una declaración.
El único gran estudio de Hollywood que se opuso explícitamente al boicot hasta ahora fue Paramount. “Silenciar a artistas creativos individuales por su nacionalidad no promueve una mejor comprensión ni promueve la causa de la paz. La industria global del entretenimiento debería animar a los artistas a contar sus historias y compartir sus ideas con el público de todo el mundo”, señaló.
La respuesta de Workers for Palestine fue inmediata. Dijo que el boicot no apunta a personas sino “a nuestra negativa a trabajar con instituciones israelíes cómplices de los abusos en materia de derechos humanos cometidos por Israel contra el público palestino”. La organización también destacó los vínculos entre la familia Ellison, dueña de Paramount, con Netanhayu. ¿Habrá un distanciamiento en el futuro cercano entre algunos astros de Hollywood y el centenario estudio, uno de los nombres más fuertes de la industria?
Los ejemplos siguen: HBO Max emitirá el 7 de octubre en Estados Unidos la primera miniserie que enfoca desde la ficción el caso real del ataque terrorista de Hamas ocurrido hace dos años a partir de “siete historias artísticamente entrelazadas de amor, valentía, sacrificio y supervivencia”. La serie se titula Un día de octubre y no está confirmada hasta ahora su incorporación a la misma plataforma en la Argentina.
El presidente de Fox Entertainment Studios, el argentino Fernando Szew, dijo que la serie fue concebida “con el máximo cuidado, sensibilidad y urgencia para asegurar que las historias serán contadas con autenticidad y respeto, rindiendo homenaje a las víctimas y los heroicos sobrevivientes”.
Y el influyente Festival de Toronto, que acaba de terminar, fue el escenario del complicado lanzamiento de The Road Between Us: The Ultimate Rescue, documental de Barry Avrich que se enfoca en el caso de un alto oficial retirado del ejército israelí que el 7 de octubre de 2023 decidió por las suyas trasladarse de Tel Aviv hasta el escenario de la masacre para rescatar a la familia de su hijo.
La película fue anunciada dentro de la programación original, retirada pocos días antes del comienzo del festival y reincorporada a último momento en medio de las protestas cruzadas entre la comunidad judía de Canadá y los activistas pro-palestinos. Finalmente obtuvo el Premio del Público al mejor documental, un galardón que en el pasado siempre abrió para el ganador la posibilidad de aspirar al Oscar en esa categoría.
Fuera de Hollywood, también se vislumbra de aquí en adelante un panorama cada vez más tenso alrededor de la próxima realización de uno de los grandes encuentros musicales europeos. Irlanda y los Países Bajos ya advirtieron que están dispuestos a retirarse de Eurovisión 2026 (que se realizará en mayo próximo, en Viena) si los organizadores siguen permitiendo la participación de Israel. El año pasado, la concursante israelí Yuval Raphael quedó en segundo lugar, pero su actuación fue interrumpida por manifestantes que trataron de ocupar el escenario mientras cantaba.

Más cerca, hace menos de una semana, la imagen más difundida en la reciente fiesta del Emmy que se realizó en Los Angeles fue la de Hannah Einbinder, la talentosa co-protagonista de la serie Hacks, reclamando por una Palestina libre después de ganar el premio a la mejor actriz de reparto en una serie de comedia. Einbinder, de origen judío, es una de las 4000 firmantes del documento de Workers for Palestine. ”Como judía, siento que es mi obligación separar a los judíos de lo que pasa en el Estado de Israel. Nuestra religión y nuestra cultura son instituciones muy importantes, completamente independientes de ese Estado tan etnonacionalista”, afirmó.
Hamas mouthpiece censors Hannah Einbinder’s bare shoulders in propaganda video praising her ‘free Palestine’ Emmys message https://t.co/u0Y0PAIdFE pic.twitter.com/RYxTtYXAzm
— New York Post (@nypost) September 15, 2025
Quienes cuestionaron a Einbinder dentro y fuera de Israel por sus dichos no dejaron de señalar un dato por demás llamativo que llegó inclusive a la portada del diario The New York Post. La agencia noticiosa Al Quds News Network, señalada como portavoz no oficial de Hamas, destacó ese pronunciamiento pro-palestino con una imagen en la que el torso y los hombros descubiertos de la actriz aparecen completa y deliberadamente difuminados. Al Quds eliminó rápidamente la publicación de sus redes, pero no dejó de difundirse y amplificarse.
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