Se exhibió una obra monumental
"Sátántangó", film de ocho horas de Bela Tarr, fue el principal hecho artístico hasta ahora
1 minuto de lectura'
Anteayer se produjo el hecho artístico más significativo de esta tercera edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici): el estreno de "Sátántangó" (o "Tango satánico"), la monumental película filmada entre 1991 y 1993 por el húngaro Bela Tarr. Fueron casi ocho horas (con dos intervalos incluidos a pedido del realizador), más una presentación en la que estuvieron presentes el crítico Quintín, director del Bafici, el cotizado crítico estadounidense Jonathan Rosenbaum, presidente del jurado oficial y seguramente el principal impulsor internacional de la obra de Tarr, y -claro- el notable realizador de esta obra considerada por intelectuales de la talla de Susan Sontag como la más importante de la década del 90.
"Estoy muy feliz de ver la sala llena, sobre todo en una tarde de pleno sol como ésta; pero ustedes, que podrían estar paseando, van a soportar un clima permanentemente frío, gris y lluvioso, con gente pobre y miserable, que ha sido rebajada a lo más inferior de la escala humana. Pero yo cuento historias sobre mi patria y de eso trata esta película", indicó con ironía un realizador conocido por sus desplantes y sus enojos en el universo festivalero.
Rosenbaum, por su parte, afirmó que "no es la longitud la que hace de "Sátántangó" una película grande. Es una obra de arte en todo sentido. Cada vez que la vuelvo a ver -y ya van cuatro o cinco veces-, me doy cuenta de lo ridículas que resultan en comparación las películas de dos horas".
Además de "Sátántangó" (que se proyectará por segunda y última vez el próximo domingo, a las 14.45, en el Hoyts 12 del Abasto), el festival porteño está presentando "Werckmeister Harmonies", el más reciente trabajo de este director que aparenta bastante más de los 45 años que tiene. También rodado en un embriagador blanco y negro y con una duración de "apenas" 145 minutos, este film concebido entre 1996 y 2000 se exhibirá por última vez hoy, a las 19.15, en la sala 10 del complejo Hoyts.
Tanto "Sátántangó" como "Werckmeister Harmonies" son producto de la colaboración entre Tarr y László Kraznahorkai, que concibieron juntos sendas adaptaciones de novelas escritas por este último. Tal como las definió Rosenbaum son historias "con interminables extensiones de tierra que resultan la contrapartida visual de la desconfianza mutua de la gente y su alienación. Es como si Tarr, decidido a descubrir la podredumbre contemporánea, formulara una teología satánica de la que se apropia de manera poética antes que religiosa".
En efecto, ambos largometrajes muestran con un prodigioso estilo visual, una cadencia inimitable y unos interminables y estáticos planos-secuencia las miserias de seres patéticos, capaces de las peores traiciones, pero al mismo tiempo no exentos de algunos rasgos queribles o, al menos, risibles.
Si en "Sátántangó" Tarr parece haber justificado con creces las comparaciones que se le han hecho con cineastas de la talla de John Cassavetes, Miklós Jancsó y Andrei Tarkovski, en "Werckmeister Harmonies" apuesta a algunos toques de despiadada sátira política y de surrealismo (con una inmensa ballena embalsamada que se convierte en la atracción del pueblo), que lo catapultan hacia una nueva dimensión. Un artista al que todavía queda tiempo para descubrir. Eso sí, con mucha paciencia.




