Sin novedad en el frente: por qué es la gran rival de Argentina, 1985 en la búsqueda del Oscar internacional
Con su triunfo en el Bafta, la película alemana fortaleció sus aspiraciones a un premio que lo tiene como favorita en la mayoría de los pronósticos; sin embargo, el sistema de voto preferencial podría mejorar las chances de la película de Santiago Mitre
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El resonante triunfo de Sin novedad en el frente en los Bafta 2023 alteró de nuevo el tablero de una temporada de premios que ya era la más impredecible de los últimos años antes del domingo pasado y ahora lo es más. Tras ser coronada como la mejor película del año por la Academia de Cine del Reino Unido, el largometraje alemán producido por Netflix (y disponible en nuestro país a través de esa plataforma) es visto ahora por algunos analistas y expertos en premios como un candidato relevante para el Oscar, al que llega con nada menos que nueve nominaciones, entre ellas una como mejor película.
Lo primero que habría que ver para calibrar todas estas evaluaciones es la propia historia del Bafta, que es sin dudas el equivalente británico del Oscar y es votado por unos 6500 representantes de la industria del cine, la mayoría de los cuales forma parte al mismo tiempo de los casi 10.000 miembros de la Academia de Hollywood. Esta doble membrecía, sin embargo, no se extiende de manera automática al veredicto mayoritario en favor de la mejor película. Durante toda la última década solamente una vez ambas academias coincidieron en el voto más importante a un mismo título. Fue el caso de Nomadland en 2020, un año íntegramente condicionado por los efectos de la pandemia. Muchos analistas sostienen que durante esa temporada los habituales parámetros de normalidad quedaron completamente alterado y lo que pasó allí no podría incorporarse a una línea histórica precisa.
Más allá de esta excepción en el sentido más amplio del término, hay que remontarse a 2013 para encontrar la última concurrencia de verdad entre el Bafta y el Oscar alrededor de la mejor película. Ese año, 12 años de esclavitud obtuvo ambos premios. Y de allí en adelante nunca más hubo acuerdo. Lo que acaba de ocurrir en Londres con Sin novedad en el frente es la última muestra.
Pero así como a partir de estas diferencias el premio británico no parece ser un predictor confiable en el caso de la mejor película, hay una segunda tendencia consolidada en cuanto al posible efecto del Bafta en el Oscar. En este caso a la inversa, con efectos coincidentes y en la categoría que más nos interesa hoy a los argentinos: el premio a la mejor película internacional. En este caso particular, el Bafta viene anticipando desde 2019 lo que ocurre después en el Oscar, sin excepción.
Aquí también ganó Sin novedad en el frente. El premio a la mejor película no hablada en inglés fue uno de los siete Bafta que se llevó el domingo pasado en Londres. Pero lo que debemos mirar con atención es que se suma a la lista más reciente de vencedores de ese premio, en la que aparecen la mexicana Roma (2018), la surcoreana Parasite (2019), la danesa Otra ronda (2020) y la japonesa Drive My Car (2021). Todas ellas, poco después, se adjudicaron el Oscar a la mejor película internacional.
Dos conclusiones inmediatas quedan a la vista en este escenario. La primera es que, sin lugar a ninguna duda, Sin novedad en el frente es la favorita en el pronóstico de los expertos para ganar este año el Oscar “extranjero”. Todavía más después de lo ocurrido en la ceremonia del Bafta 2023. Y la segunda es que en la mirada de casi todos esos especialistas, Argentina, 1985 es la que tiene más posibilidades de desafiar tales preferencias y convertirse en el gran batacazo de la noche del Oscar.
“Si hay espacio para una sorpresa potencial (e impactante), no busque más allá de Argentina, 1985″, escribió este martes en su más reciente análisis sobre el Oscar internacional Clayton Davis, el experto en premios de Variety, la “biblia” de Hollywood. El analista recuerda que la película de Santiago Mitre, además de ser la producción nacional más vista en los cines y en el catálogo de Amazon Prime Video en nuestro país, se convirtió en el film más taquillero de los últimos 20 años en el cine Tower, de Miami. Solo la presencia de un título de consideración tan extendida en la industria del cine global como Sin novedad en el frente impide que la película de Santiago Mitre aparezca hoy como gran candidata a ganar el Oscar internacional y darle a nuestro país la tercera estatuilla en la historia de los premios más importantes de la industria del cine.
Las razones del éxito del film alemán
La película alemana muestra un despliegue de producción envidiable, pero su protagonista (el joven actor austríaco Felix Kammerer) era hasta ahora un completo desconocido y su director, Edward Berger, llevaba adelante una carrera preferentemente dedicada a la televisión. ¿Cómo llegó a conseguir ese reconocimiento tan amplio? Una primera explicación la encontramos a simple vista en el reparto de nominaciones cosechado a ambos lados del Atlántico. Los votantes de ambas Academias, la británica y la de Hollywood (lo que equivale a hablar de la industria en su conjunto), encontraron en ella suficientes méritos para convertirla en candidata simultánea para varios premios.
Así como ocurrió en el caso del Bafta, Sin novedad en el frente aspira al Oscar en categorías tan disímiles como guion adaptado, fotografía, música original, dirección de arte, sonido, efectos visuales y maquillaje y vestuario. A partir de esta suma de preferencias, era casi natural que Sin novedad en el frente terminara ganando sendas nominaciones a mejor película internacional y, sobre todo, a mejor película. Lo que habla, por encima de todo, de la convicción generalizada de que estamos ante una producción de características inusuales.
Todo indica que esta corriente de entusiasmo tan favorable no resultará suficiente para darle a Sin novedad en el frente una chance elevada de soñar con llevarse el 12 de marzo próximo el Oscar a la mejor película. Aquí también hay que recurrir a lo que indica la historia: casi no hay antecedentes de un triunfo en la máxima categoría de los premios de la Academia para una producción que no incluye entre los nominados ni a su director ni a sus actores, como en este caso.
Tampoco hay registro histórico de un Oscar a mejor película para una remake. No olvidemos que la original dirigida por Lewis Milestone, filmada en Hollywood y hablada en inglés, ganó el premio de la Academia a la mejor película en 1930. Fue el tercera vencedora del Oscar en la historia de estos premios, que están por cumplir 95 años.
A esta perspectiva hay que sumarle otros dos factores de peso. El primero es estrictamente cinematográfico y tiene que ver con Netflix. Desde 2018, el gigante del streaming hace esfuerzos denodados (y hasta ahora estériles) para darle a alguna de sus producciones originales el Oscar a la mejor película. Fracasó sucesivamente desde entonces con Roma (10 nominaciones), Historia de un matrimonio (6), El irlandés (10), Mank (12), El juicio de los 7 de Chicago (6), No mires arriba (4) y El poder del perro (12). Como este año Sin novedad en el frente es su mayor apuesta, Netflix aplicará en lo que queda de aquí al 12 de marzo su poderoso arsenal de recursos logísticos y de marketing para capturar la atención de los miembros de la Academia antes de que voten.
El segundo excede a cualquier campaña representada por la tradicional consigna “For Your Consideration”, que aparece en cada afiche promocional de la película publicado en medios tradicionales o redes sociales. Responde mucho más al clima de época y tiene claras connotaciones políticas. Un premio como el Oscar, siempre tan sensible a los vaivenes de la actualidad, no ignora en esta temporada la conexión inmediata que se establece entre el discurso antibélico de la novela de Erich Maria Remarque y una realidad marcada, sobre todo en Europa, por los ecos de la invasión rusa a Ucrania, de la que se cumple un año el 24 de febrero. Es imposible soslayar el impacto que tiene todo este cruento episodio en la mente y la sensibilidad de quienes votan.
Pero en el alcance de esta última dimensión podría encontrarse, paradójicamente, la potencial fortaleza de Argentina, 1985. Y aquí entra en juego el sistema de voto preferencial, clave para la definición de los ganadores del Oscar. Como observó hace unos días un sagaz analista de la temporada de premios, el vencedor no es el título más amado por los integrantes de la Academia sino el que más gusta, el que cuenta con el apoyo más extendido de la comunidad de votantes.
Y esto último juega sin dudas a favor de nuestra representante, la película más clásica (en el sentido hollywoodense) de las cinco nominadas. Argentina, 1985 no soslaya la actualidad política (de hecho, se hace preguntas cruciales sobre las amenazas que enfrenta la democracia en términos universales), pero a la vez escapa al riesgo de posibles divisiones al que se expone una película de temática e imágenes tan cruentas como Sin novedad en el frente. La película encontró sus primeros cuestionamientos en la propia prensa alemana.
Al fin y al cabo, el sistema de voto preferencial establece que el ganador del Oscar (también en el caso del premio a la mejor película internacional) surge del consenso mayoritario. Existe, como dijimos, la impresión generalizada de que Sin novedad en el frente es una gran producción que acredita méritos múltiples y un reconocimiento extendido. Por esa razón aparece hoy como la favorita para la mayoría de los analistas. Pero la historia, una vez más, nos dice que en esta categoría siempre hubo sorpresas, nunca estuvo dicha la última palabra y las aspiraciones de Argentina, 1985 se mantienen enteras mientras prosigue su brillante recorrido internacional.
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