
Cualquier semejanza con la realidad es... la idea
En Saladillo, cine y telenovelas son actuadas por vecinos
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Estudiar guiones, conseguir locaciones, construir un personaje y prepararse para el estreno de la próxima película es cosa de rutina para los vecinos de Saladillo, la localidad bonaerense de 35.000 habitantes. Es que, desde hace diez años, Fabio Junco y Julio Midú llevan adelante un proyecto vecinal en el que han participado más de 200 vecinos, que ya cuenta con telenovelas y largometrajes, desplazó en preferencias locales a Fútbol de primera y tendrá broche de oro cuando su última película, Lo bueno de nosotros, se estrene el sábado 9 en el primer festival de cine con vecinos, también organizado por ellos.
Con nada más que una cámara digital y otra de mano, Junco y Midú (locutor y periodista uno, estudiante de cine el otro) igual se las arreglan para que sus proyecciones emulen las de cine, y ya llevan 16 funciones. La primera, tímida, fue en la Biblioteca Mitre. Después llegó el cine Marconi, una especie de Cinema Paradiso local: estaba cerrado y próximo a convertirse en supermercado o templo, pero finalmente volvió a funcionar como cine, teatro y complejo cultural.
Y todo trabajando sólo los fines de semana y con el presupuesto más bajo del que se tenga noticia. Junco aclara: "Los costos de una película nuestra son los videocassettes, que pagamos nosotros; la gente que actúa y el municipio nos ayudan con el resto: movilidad, grúas, patrulleros, autobombas, comida –porque aquí el catering no existe– y prestan sus casas para el rodaje".
Y teatro en vacaciones
Hace diez años, Midú empezó a filmar una telenovela para difundir en el canal local, y convocó primero a amigos y vecinos más cercanos. Tras vencer algunas resistencias, la propuesta tuvo eco en la comunidad y durante cinco años grabó tres novelas. Después, se encontró con Fabio Junco y surgió la primera película, La vieja: "Un típico policial de pueblo", señala Midú. A través del canal de cable local, La vieja fue vista por 20.000 telespectadores. Un éxito.
"Lo bueno de hacer cine con vecinos –destaca Junco– es justamente la frescura de los actores, que en realidad hacen de sí mismos, no tienen que componer un personaje." Así, no hay mucho diálogo para estudiar: los vecinos-actores sólo son ubicados en tiempo, espacio y situación.
Hasta ahora, el último éxito se llama La Pandilla de Sol, telenovela adolescente que incluye una banda de rock con música propia y que, en el aire los domingos, a las 22, interesa a Saladillo más que los programas de fútbol. Para las vacaciones de invierno se proyecta una obra teatral basada en la telenovela, y la edición de un disco. "Se trata de un Erreway pampeano –ironiza Midú–, pero con un contexto que incluye a la pobreza como realidad social."
Al proyecto se sumaron actores profesionales –que no cobran– entusiasmados con la idea: Larry de Clay, Sebastián Estevanez, Mimí Ardou y, en breve, Eduardo Blanco.
Famosos y anónimos, siempre terminan felices. "Cualquier problema se charla durante el rodaje. Si a un vecino no le gusta hacer algo, se reformula sobre la marcha y todo se supera", cuenta Junco. Y se acuerda de una escena que no dejaba bien parado al intendente local, Carlos Antonio Gorosito, que en la película decidía derribar un barrio precario. "Sin embargo, él se prestó a hacerla, al igual que médicos locales que a veces tienen que hacer roles no favorables y lo han hecho, aceptan las reglas de la actuación y eso es bueno", sigue Junco.
Pero ni Junco ni Midú quieren autotitularse pioneros del cine vecinal. Por eso organizaron la muestra nacional, entre el 9 y el 16 de octubre, en la que participarán 12 largos y 20 cortos de La Pampa, La Rioja, Trelew, Capital Federal, Olavarría y Mar del Plata, entre otras ciudades. Con un jurado de notables no necesariamente de saladillenses, el premio consistirá en una estatuilla realizada por alumnos avanzados de la Escuela Industrial de Saladillo.
"Todo empezó por mi amor al cine y a Saladillo, una buena excusa para irme de Buenos Aires los fines de semana y hacer lo que quería. Hasta vinieron documentalistas de Francia, España y Alemania interesados en la experiencia. Pero nada me pone tan feliz como un día de estreno, con el cine del pueblo completo, la cara de satisfacción de la gente, eso no se paga con nada, sólo para el ego de uno", se emociona Junco.
Y aunque ahora él y Midú evalúan proyectos para su opera prima en el ámbito profesional, aseguran que nada, pero nada, podría hacer que dejen de filmar cine vecinal.




